04.02.2025 09:07 a.m.
Redacción: Gerardo Márquez "Gerar" – www.voyalostoros.com – Web Aliada
La segunda corrida de la feria de Lenguazaque dejó una tarde llena de matices y emociones, donde los matadores Sebastián Vargas, Antonio Ferrera y Román Collado ofrecieron un espectáculo variado ante toros de la ganadería Santa Bárbara. Desde faenas de gran calado hasta momentos de incertidumbre, la jornada taurina tuvo de todo: entrega, técnica, valentía y hasta un indulto que quedará en la memoria de la afición.
Lenguazaque - Colombia. La plaza de toros de Lenguazaque volvió a ser el epicentro de la emoción taurina en su segunda corrida del ciclo, donde los toros de Santa Bárbara pusieron a prueba la casta y el oficio de los diestros anunciados. La tarde estuvo marcada por la bravura de algunos bureles, el temple y la técnica de los toreros y un ambiente de expectación en los tendidos.
El colombiano Sebastián Vargas abrió la tarde con un ejemplar bravo, encastado, noble pero con ciertas complicaciones. Desde el capote, mostró variedad en su toreo con largas cambiadas, verónicas, navarras y una serpentina para cerrar el recibo. Con la muleta, exhibió decisión y oficio, hilvanando tandas cortas, pero con ligazón por ambas manos. Tras una estocada efectiva, el público pidió y obtuvo una oreja para el torero de Colombia.
En su segundo, un toro encastado, pero con bravura y clase limitadas, Sebastián estuvo variado con el capote, ejecutando verónicas y chicuelinas con gran estética. Con la muleta, entendió las condiciones del astado y construyó una faena interesante, basada en la inteligencia y la conexión con el tendido. Tras una estocada certera, el palco presidencial concedió dos orejas al diestro colombiano, cerrando una destacada actuación en la tarde.
Por su parte, el extremeño Antonio Ferrera tuvo una tarde de contrastes. Su primer toro, bravo pero con dificultades, lo obligó a sacar su mejor repertorio técnico. En el capote, lanceó a favor del burel para no aumentar su complicación. Ya en la muleta, con valor y entrega, logró hilvanar una faena por la diestra, sacándole pases de mérito a un astado que no regalaba nada. Tras una estocada y el uso del verduguillo, obtuvo una oreja como premio a su esfuerzo.
El quinto de la tarde, sin embargo, fue un toro que no colaboró en varas, desarrolló sentido y presentó peligro seco. Ferrera, con el capote, intentó conducirlo con suavidad, pero el burel no permitió mayor lucimiento. En la muleta, el extremeño tuvo que doblarse con él y, con recursos de habilidad, resolvió la papeleta con la espada. El silencio acompañó su esfuerzo, dejando una sensación de frustración en el torero y en el público.
Uno de los momentos cumbre de la tarde llegó con el tercer toro, lidiado por el valenciano Román Collado, quien reemplazaba a un diestro ausente. El ejemplar, bravo, encastado, noble y fijo, permitió el desarrollo de una gran faena. Desde el capote, Román supo mimar las embestidas del toro, llevándolo con temple y sitio. En la muleta, hilvanó una obra de alto nivel técnico, toreando con profundidad y mando por ambas manos. La faena caló hondo en los tendidos, y la presidencia decidió otorgarle el indulto al burel, un honor que pocas veces se concede en esta plaza. Román recibió las dos orejas simbólicas, saliendo a hombros como héroe de la tarde.
El último toro de la jornada, y con él, de la temporada colombiana, fue para Román Collado. El valenciano toreó con parsimonia, elegancia y gusto. Aunque su labor con la muleta volvió a ser interesante y profunda, tuvo dificultades con la espada, lo que derivó en dos avisos y una ovación en reconocimiento a su entrega.
En resumidas cuentas, la corrida dejó una tarde entretenida y vibrante, donde la bravura de los toros de Santa Bárbara y el arrojo de los toreros generaron momentos inolvidables. Sebastián Vargas y Román Collado fueron los nombres más destacados, mientras que Ferrera mostró su experiencia ante un lote complicado. Una jornada que, sin duda, dejó huella en la afición taurina de Lenguazaque.