10ª DE SEVILLA: TRES DELICIOSOS TOROS DE CUVILLO

24.04.2015  23:12

Redacción: Barquerito - Cronicatoro.com - Web Aliada

Retorno feliz del ganadero de Vejer al abono de la Maestranza con una corrida de ritmo y nobleza muy notables. Manzanares no remata con la espada dos faenas aclamadísimas

Sevilla - España. El toro de más carnes y el de menos entraron juntos en el lote de Manzanares. Un segundo negro, terciado, gacho y acodado, lustroso. Un dije. Cuentan que las familias ganaderas de Cuvillo han sido cribadas o reducidas, pero ese segundo cumplió con una norma sin excepción. Los cuvillos con nombre de participio embisten con particular calidad. “Arrojado” se llamaba el indultado en la mismísima Maestranza hace ahora cuatro cursos. “Encumbrado” este otro, de hechuras bastante distintas y son parecido pero diferente. Tranco de sorprendente regularidad. Es decir, rimo constante.

Ni siquiera un primer puyazo trasero hizo mella. Solo una claudicación a la salida de un pase cambiado de remate y en el arranque de una faena que, como tantas de Manzanares últimamente, pecó de larga. Longitud por abuso de las pausas entre tandas y tanda. Pausas que traducían sin pretenderlo una falta de resolución. Ni dejado solo llegó a enfriarse el toro. Sí a escarbar en uno de esos cortes o interludios tan teatrales. Los paseos y pausas se celebraron tanto como las reuniones. Hubo momentos, no solo entonces, sino en el segundo turno también, en que el acontecimiento parecía más la misma presencia del torero que el torear.

La banda ya estaba tocando al noveno muletazo. El “Cielo andaluz” de Pascual Marquina que por sistema subraya en Sevilla las faenas de Manzanares, primado más que nadie por los músicos del maestro Tristán. Una melodía que pone casi en trance a la gente. La acústica de la plaza se acopla como un guante al pasodoble, justamente a ése. Y, sin embargo, la faena tardó más de lo previsto en conformarse. Por salteada y espaciada. Porque al toro de Cuvillo no terminó de convencerle el toreo en redondo enhebrado que es casi patente de Manzanares. De ahí la claudicación primera y única del toro. Y sus resistencia a pasar del todo en un segundo remate cambiado por alto que Manzanares hubo de resolver en dos o tres tiempos, que no es lo mismo que echarse un toro por delante.

Aunque la zurda del torero de Alicante es mucho menos segura que la diestra, una tanda de cinco naturales abrochados con un cambio de mano por delante fue la guinda del pastel. Se desató una euforia formidable. Al abrigo de eso eco Manzanares se perfiló con la espada y atacó por derecho. Media estocada trasera. No  descubrió el toro en tablas. Un aviso, cinco descabellos. La ovación para el toro fue redonda. Manzanares estaba recogiendo la montera de brindis en el burladero de los médicos que le atendieron el pasado martes de una deshidratación. Lo sacaron a saludar. Una prueba más de amor. “El novio de Sevilla”, dicen. Un idilio.

El quinto cuvillo, castaño albardado, algo montado, finos los cabos como de purasangre árabe –un precioso toro-, tuvo nobleza muy notoria, pero no solo bondad: la manera de descolgar fue soberbia El ritmo, tan claro como el del segundo de la tarde. Este quinto no tenía nombre de participio latino. Era de reata floral: “Rosito”. También cobró trasero un primer puyazo, galopó en banderillas con buenos pies –Curro Javier prendió por dentro un excelente tercer par- y estuvo para cuanto fuera menester enseguida.

La banda de Tristán apostó ahora por el “Suspiros de España”, de Antonio Álvarez. Otro concierto, de pronto interrumpido, porque en un descuido Manzanares, de espaldas al toro, salió prendido y volteado feamente. Se levantó sin dolerse ni mirarse, y vuelta  al tajo, más caliente y afanoso que antes. Y por la mano izquierda. Una tanda de uno a uno con la zurda, la música de vuelta, otra tanda más embraguetada y espontánea, y una última tanda en redondo bien lograda y rematada con un cambio de mano. Se hace raro en la tauromaquia de Manzanares el genuino pase de pecho. Y el número fuerte: Manzanares decidió contra toda razón recibir al toro con la espada dándole adentros por primera vez en todo el trasteo. Un pinchazo soltando el engaño, otro más, un aviso. No aplaudieron al toro tanto como al segundo o al cuarto, que fue de arte mayor. Pero las ovaciones para Manzanares llegaron a tal grado que no tuvo más remedio que pegarse una vuelta al ruedo triunfal y terminar agradeciendo desde los medios tanto cariño, tan fiel amor.

Decir que Manzanares era y fue el papel de la corrida sería de Perogrullo. El amor es ciego. Pasó, sin embargo, que esta era la tarde del regreso a Sevilla del hierro y las sangres de Cuvillo, cuyo expediente en la Maestranza, tan brillante, llevaba dos años perdido. Tenían castigado al ganadero entre todos.

No fue una venganza, pero sí una reivindicación plena y en justicia. El sexto de corrida, de tipo raro en la ganadería, desdijo en condición pero entró en el cupo de nobleza que marcó el regreso de Cuvillo. Al tercero, un  punto distraído, le faltó el ritmo que tuvieron los tres de nota. El primero, quebrantado en el caballo, se fue encogiendo poco a poco. Rivera Ordóñez estuvo cumplidor con ese primero y demasiado destemplado con el cuarto, mató con acierto y toreó despacio con el capote. Hubo unos cuantos muletazos a cámara lenta. Tuvo al público de uñas. David Galván hubo de torear después de Manzanares. No fue fácil. Los dos toros menos agradecidos. Una primera faena de buen aire pero ligera –la muleta a la espera- y una segunda que, después de una cogida aparatosísima, se resolvió con el arrimón más rotundo de la feria. El toro consintió. Digno papel.

Ficha de la Corrida

Sevilla, 24 abr. 10ª de feria. Primaveral, templado. Casi lleno. Seis toros de Núñez del Cuvillo. De muy buena nota segundo, cuarto y quinto, ovacionados en el arrastre los tres. Rivera Ordóñez “Paquirri”, silencio en los dos. José María Manzanares, saludos tras un aviso y vuelta tras un aviso. David Galván, silencio tras un aviso y vuelta tras un aviso. Incidencia: Cogido por el cuarto y herido menos grave Juan García, tercero de la cuadrilla de Rivera

  

 

 

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