20.10.2025 05:09 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
Jesús Enrique Colombo se alzó triunfador en la segunda de abono de la Feria del Señor de los Milagros, cortando dos orejas ante un encierro serio de San Pedro y Salamanca. Morenito de Aranda dejó dos faenas de gran profundidad, emborronadas por el acero, y Alfonso de Lima puso voluntad sin tener lote propicio. La corrida, de impecable presentación, exigió temple, raza y entrega, premiando al venezolano con la salida a hombros por la puerta grande del bicentenario coso de Acho.
Arbeláez - Colombia. El bicentenario coso de Acho vivió una tarde de contrastes y emociones hondas en la segunda de abono de la Feria del Señor de los Milagros, con un encierro de San Pedro y Salamanca que, sin ser un derroche de bravura, sí ofreció nobleza y emoción suficiente para el lucimiento de quien supo entenderlo. En el cartel, tres toreros de estilos distintos y personalidades bien marcadas: Morenito de Aranda, que confirmaba su alternativa; Alfonso de Lima, el crédito nacional; y Jesús Enrique Colombo, el joven venezolano de arrolladora entrega.
El conjunto ganadero, serio y bien presentado, mostró desigual comportamiento en la muleta. Los toros de San Pedro (1°, 3° y 6°) destacaron por su clase y nobleza, especialmente el primero, de embestida templada y largo recorrido; mientras los de Salamanca (2°, 4° y 5°) resultaron más reservones y con tendencia a defenderse, exigiendo oficio y cabeza fría.
LA PROFUNDIDAD DE MORENITO Y EL ACERO TRAICIONERO
Morenito de Aranda, torero de elegancia sobria y sentimiento en la expresión, dejó en Acho dos obras que pudieron haber marcado su paso por Lima con tintes triunfales. Su primero, toro de la confirmación, tuvo clase y nobleza. El burgalés lo saludó con verónicas de trazo lento y media de cartel. Llevó al toro al caballo con chicuelinas y verónicas antiguas, y ya con la muleta instrumentó una faena de mando y sutileza, hilvanando derechazos largos, sentidos, con cadencia y pureza.
Por naturales templó con gusto, pero el toro comenzó a rajarse. La faena creció en sentimiento, y cuando todo estaba hecho para el triunfo, el acero quebró la magia: tres viajes con la espada hicieron esfumarse los trofeos. Ovación cerrada al toro y al torero, que se fue con la cabeza alta, aunque el alma herida.
Con el cuarto, de Salamanca, volvió a demostrar su tauromaquia de hondura. Se dobló con poder, se impuso con técnica y toreó con temple a un animal deslucido y calamocheante. La faena, cimentada en derechazos de mano baja y remates por abajo, fue una lección de oficio y paciencia. La música sonó, el público se entregó… pero otra vez la espada negó el premio. Escuchó dos avisos y el silencio final pesó como una injusticia para quien había toreado con verdad.
ALFONSO DE LIMA: VOLUNTAD SIN RECOMPENSA
Alfonso de Lima no tuvo lote. Ni el segundo ni el quinto ofrecieron opciones reales para el lucimiento. Aun así, el torero limeño demostró profesionalismo y dignidad torera. Con el segundo, se fue a portagayola, recibendo al toro con una larga cambiada de rodillas que encendió los tendidos. Luego, verónicas templadas, chicuelinas ajustadas y una media con empaque. Su faena, brindada al público, tuvo buenos pasajes por el derecho, pero el toro, berreón y mirón, nunca se entregó. Silencio tras media estocada.
Con el quinto, de embestida corta y sin transmisión, Alfonso se multiplicó en intentos. Lo toreó por ambos pitones, probó distancia, ritmo, altura… pero el toro no tuvo fondo. Dos pinchazos y una entera concluyeron una actuación honesta, pero sin eco. El público lo despidió con respeto, sabiendo que la voluntad no siempre vence la condición del oponente.
COLOMBO: EXPLOSIÓN, ENTREGA Y EL TRIUNFO DEL CORAJE
Jesús Enrique Colombo firmó una tarde de poder, variedad y entrega sin reservas. Con el tercero, saludó con verónicas de manos bajas, ajustadas y templadas, y luego lució en un quite por tapatías y serpentina final que levantó a los tendidos. Su tercio de banderillas fue espectacular: exposición, precisión y torería, arrancando ovaciones atronadoras.
Con la muleta, el venezolano inició con poderío, de rodillas, ligando derechazos largos y dominadores. Toreó con profundidad, bajando la mano, sometiendo al de San Pedro con autoridad y temple. La faena tuvo momentos de conexión total con el público limeño. Mató de gran estocada y cortó una oreja con fuerte petición de la segunda, que el palco no concedió, provocando bronca monumental.
Con el sexto, volvió a desatar pasiones. Recibió al toro con un festival de capa: verónicas, chicuelinas, tafalleras y una revolera para cerrar. En banderillas volvió a brillar, pidiendo incluso una marinera peruana como fondo, gesto que selló su cariño con Acho. La faena fue un derroche de entrega: el toro, brusco y exigente, encontró en Colombo a un torero con recursos y pundonor. Mató de una gran estocada en la yema, y el público exigió el trofeo. Oreja y puerta grande rotunda, premio a una tarde de torería integral.
BALANCE FINAL: UNA CORRIDA DE VERDAD
La corrida de San Pedro y Salamanca dejó huella en el abono limeño. Toros con presencia, exigencia y emoción, que permitieron ver la verdad de tres tauromaquias distintas: el sentimiento profundo de Morenito, la entrega sin recompensa de Alfonso de Lima y la explosión torera de Colombo, quien se marchó a hombros entre el clamor popular.
Ficha del Festejo:
Plaza de toros de Acho (Lima, Perú). Segunda de abono de la Feria del Señor de los Milagros. Toros de San Pedro (1°, 3° y 6°) y Salamanca (2°, 4° y 5°), bien presentados y de buen juego en general, destacando el 1° por su clase. Morenito de Aranda (confirmación de alternativa): Ovación y Silencio tras dos avisos. Alfonso de Lima: Silencio y Silencio. Jesús Enrique Colombo: Oreja con fuerte petición de la segunda y Oreja. Incidencias: Jesús Enrique Colombo, salió por puerta grande del bicentenario coso de Acho.