Acho: Valor Sin Premio

Acho: Valor Sin Premio

26.10.2025  06:51 a.m.

Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora

Los novillos de Camponuevo marcaron el ritmo y la dificultad de una novillada exigente en Acho, donde Pedro Luis destacó por su temple y clase sin redondear con la espada; Tomás Bastos dejó destellos de torería en su debut limeño, y José Antonio Guerra mostró valor sin opciones ante un lote deslucido.

Arbeláez - Colombia. La legendaria plaza de toros de Acho, catedral de la tauromaquia peruana, volvió a ser testigo de una tarde donde el valor y la entrega fueron la única llave posible ante un encierro de Camponuevo que condicionó por completo el desarrollo del festejo. Los utreros del hierro nacional, desiguales de hechuras y comportamiento, impusieron su ley en una jornada que exigió a los tres novilleros más voluntad que lucimiento.

El público limeño, entendido y exigente, vivió una tarde de contrastes en la que la emoción surgió más del esfuerzo de los actuantes que del juego de los astados. En el aire quedó la sensación de que, con un encierro más regular, la historia habría tenido un desenlace más triunfal.

PEDRO LUIS: ENTREGA SIN PREMIO

El peruano Pedro Luis fue, sin duda, el más destacado del cartel. Desde su primer turno mostró ambición y buen gusto en el manejo del capote, recibiendo al segundo con verónicas de bello trazo y compás abierto, ganándole terreno con firmeza. El de Camponuevo, sin embargo, se mostró informal por ambos pitones, embistiendo con desigualdad y sin fijeza. Aun así, el limeño se impuso con una faena de exposición y mérito, donde su entrega se impuso a la falta de fondo del animal. Fue volteado sin consecuencias cuando se perfilaba para entrar a matar, y tras un pinchazo y una estocada, saludó una merecida ovación.

Con el quinto, el más potable del encierro, volvió a evidenciar su clase y capacidad de conexión con los tendidos. Lo saludó con un ramillete de verónicas templadas y acompasadas, de mano baja y ajuste. Ya con la muleta, comenzó de rodillas en los medios, en un inicio vibrante que caló hondo en los tendidos. Supo aprovechar el pitón derecho, el de más recorrido, para hilvanar tandas templadas y profundas, mientras que por el izquierdo el novillo se quedó corto. Cuando el triunfo parecía al alcance, el descabello le negó la oreja y tuvo que conformarse con otra ovación, premio menor para una labor de auténtica proyección.

TOMÁS BASTOS: DEBUT CON ORGULLO

El joven portugués Tomás Bastos se presentó en Acho con una actitud que honró su estirpe torera. Le correspondió un primero de su lote falto de raza y transmisión, pero el luso no se arredró: edificó su faena a fuego lento, con entrega y firmeza, hasta extraer tres tandas de derechazos limpios y de mano baja que tuvieron el sabor de la torería clásica. Su cierre por bernadinas ajustadísimas levantó la expectación, pero pinchó antes de enterrar el acero, quedando su premio en una ovación cargada de reconocimiento.

El sexto, sin entrega ni clase, volvió a exigirle al debutante una faena más de corazón que de lucimiento. Aun así, Bastos dejó detalles de calidad y gusto torero, mostrando que su concepto y su ambición son mimbres sólidos para lo que viene.

JOSÉ ANTONIO GUERRA: VALOR SIN FORTUNA

El también peruano José Antonio Guerra abrió la tarde con un primero que rompió su pitón izquierdo en los primeros compases, lo que desató protestas en los tendidos y condicionó el resto de su lidia. El joven mostró voluntad, pero con tan mermado oponente poco pudo hacer más allá de abreviar con dignidad.

Al cuarto, igualmente lo esperó a portagayola, gesto que el público agradeció con una ovación de respeto. Sin embargo, el utrero resultó complicado y con embestida irregular, sin repetir y punteando los engaños, lo que impidió mayor lucimiento. Su actuación, aunque silenciada, dejó constancia de su entrega y valor sin recompensa.

UN HIERRO QUE PONE A PRUEBA

El hierro de Camponuevo, bandera del campo bravo peruano, presentó un lote disparejo en presencia y juego, con animales de buena condición física pero carentes en general de entrega y clase. Solo el quinto permitió una faena de más entidad. Pese a ello, el público valoró el esfuerzo de los tres novilleros, que en distintos grados dejaron constancia de su vocación, su afición y su deseo de abrirse camino en la difícil senda del toreo.

EPÍLOGO DE UNA TARDE EXIGENTE

El cierre de la tarde dejó una sensación de respeto y reconocimiento. No hubo orejas, pero sí emoción sincera. Pedro Luis confirmó su sitio como firme promesa nacional; Tomás Bastos conquistó al público con su torería serena; y José Antonio Guerra mostró el pundonor de quien no se arruga ante la adversidad.

Acho, siempre juez implacable y cuna de la verdad del toreo, fue escenario de una novillada donde el valor, la técnica y la verdad torera se impusieron al desconcierto del ganado. Una tarde de esfuerzo sin premio, pero de aprendizaje profundo. Porque, como reza el viejo adagio taurino, “no siempre el triunfo se mide en orejas, sino en la verdad que se deja sobre la arena”.

  

 

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