Adiós en el Arte a Caballo: Ramón Serrano, Leyenda del Rejoneo

Adiós en el Arte a Caballo: Ramón Serrano, Leyenda del Rejoneo

03.10.2025  05:33 a.m.

Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora

El rejoneador mexicano Ramón Serrano, figura de elegancia y entrega en los ruedos de México y Portugal, falleció en la Ciudad de México a los 79 años, víctima de una insuficiencia respiratoria. Deja tras de sí una trayectoria marcada por la pasión, la generosidad y un estilo único que engrandeció el rejoneo.

Arbeláez - Colombia. La fiesta brava vuelve a vestirse de luto. Este martes 30 de septiembre, en la Ciudad de México, partió a la eternidad a los 79 años el rejoneador Ramón Serrano, un hombre que encarnó con gallardía y señorío el arte de Marialba, ese difícil arte de torear a caballo que combina precisión, valor y elegancia.

El maestro Serrano falleció a causa de una insuficiencia respiratoria que en los últimos meses lo mantuvo postrado en un hospital, alejándolo de esa vida dinámica e inquieta que lo caracterizó siempre. Su partida deja un vacío inmenso en la tauromaquia, pues fue mucho más que un rejoneador: fue un referente de entrega, de afición sincera y de estilo inconfundible.

UN REJONEADOR POR PASIÓN, NO POR NECESIDAD

A diferencia de otros toreros que encontraban en los ruedos su sustento, Ramón Serrano ejercía el rejoneo por pura devoción. Sus negocios ajenos a la tauromaquia le permitieron vivir holgadamente, pero nunca entendió la profesión como un pasatiempo. La asumió con disciplina, respeto y una seriedad que lo llevó a pisar con categoría las plazas más exigentes de México y Portugal.

En el Coso de Insurgentes, escenario cumbre de la tauromaquia mexicana, se hizo un nombre gracias a su entrega. Sus quiebros eran reconocidos por la espectacularidad, por ese temple que lograba al hacer esperar al toro hasta el límite, confiando en cabalgaduras tan bravas como dóciles bajo sus riendas. Fue precisamente en esa plaza monumental donde tuvo el honor de abrir cartel en el 50 aniversario de la Plaza México, un privilegio reservado solo para los grandes.

MÁS ALLÁ DEL RUEDO

Su pasión por el campo bravo lo llevó a adquirir la legendaria ganadería de Tequisquiapan, aunque en realidad lidió poco con su propio hierro. Fue un hombre serio, de carácter fuerte, pero con una generosidad que siempre se manifestó en silencio. Apoyó a quien lo necesitaba sin aspavientos, sin buscar reflectores, y muchos fueron testigos directos de esa solidaridad discreta.

En lo personal, deja un legado familiar profundamente ligado al rejoneo. Su hija Mónica Serrano se erigió en digna heredera del arte ecuestre, con una expresión valiente y elegante que cautivó al público. Si bien la maternidad redujo su presencia en los ruedos, su huella mantiene viva la estirpe. Junto a Mónica, Ramón deja a sus hijas Alejandra, Vivianne, Paloma y Ana Sophia, además de su esposa Vivianne, quienes hoy reciben el abrazo fraterno y solidario de la familia taurina.

UN ESTILO QUE MARCÓ ÉPOCA

Ramón Serrano fue dueño de una raza especial. Su personalidad recia se fundía con la nobleza de sus caballos y la bravura de los toros, creando un estilo único que lo hizo inolvidable. En cada embroque, en cada banderilla colocada a la perfección, transmitía la emoción de un hombre que nunca se permitió la mediocridad.

El suyo fue un rejoneo de pureza, de cercanías y de riesgos medidos, pero siempre con esa espectacularidad que arrancaba ovaciones cerradas. Su nombre queda escrito con letras de oro en la historia del toreo a caballo, junto a aquellos que supieron convertir el arte ecuestre en un espectáculo de pasión y belleza.

ECOS DE GRATITUD Y PESAR

Hoy, familiares, amigos, aficionados y compañeros de profesión sienten la ausencia de un rejoneador que supo engrandecer la tauromaquia. Desde la redacción, nos unimos al pesar de la familia Serrano, en especial a su esposa Vivianne y a sus hijas, a quienes enviamos nuestro más sentido y fraternal pésame.

La afición recuerda al hombre, al caballero y al torero. La arena de los cosos ha quedado huérfana de su presencia, pero su legado permanecerá vivo en cada recuerdo, en cada tarde de rejoneo, en cada historia contada entre caballos y toros. Descanse en paz, maestro Ramón Serrano.

  

 

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