
18.11.2025 07:19 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
El mundo del toro y del caballo despide a Álvaro Domecq Romero, referente indiscutible del rejoneo, patriarca de Torrestrella y fundador de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, fallecido a los 85 años. Su vida marcó un antes y un después en la historia del toreo a caballo y en la crianza del toro bravo en España.
Arbeláez - Colombia. La muerte de Álvaro Domecq Romero ha provocado una conmoción profunda en el ámbito taurino y ecuestre, no solo por la magnitud de su figura, sino por lo que su nombre simboliza: una manera de entender el arte del rejoneo desde la pureza, la honestidad y la entrega absoluta. Su vida estuvo ligada al toro bravo y al caballo desde la cuna, y su influencia marcó a generaciones enteras de jinetes, ganaderos y aficionados que encontraron en él un referente inigualable. Su legado, tejido entre campos bravos, doma clásica, toros de encaste y faenas memorables, permanece ahora como testimonio vivo de un caballero que engrandeció la historia del toreo a caballo.
VIDA Y OBRA DE UN CABALLERO DEL TOREO A CABALLO
Jerez de la Frontera amaneció este martes envuelta en un silencio solemne. El campo bravo, la afición taurina y el universo ecuestre perdieron a una de sus figuras más determinantes: Álvaro Domecq Romero, maestro del rejoneo, ganadero de estirpe y embajador universal del arte ecuestre andaluz. Su marcha, a los 85 años, deja un vacío inmenso en una tierra que le vio nacer el 8 de abril de 1940 y que hoy lo llora como uno de sus hijos más ilustres.
Heredero de una dinastía legendaria, Domecq Romero creció bajo la tutela del también rejoneador y ganadero Álvaro Domecq Díez, referente absoluto del toro bravo y figura central del campo andaluz. De él recibió no solo la técnica, sino una filosofía íntegra del toreo y de la doma, una forma de entender el caballo en conexión con el campo, con la bravura y con la responsabilidad del linaje.
UNA CARRERA CUMBRE EN EL REJONEO
Álvaro Domecq debutó en público el 13 de septiembre de 1959, en la emblemática plaza de toros de Ronda. Tan solo un año más tarde, el 1 de septiembre de 1960, tomó la alternativa en El Puerto de Santa María, con su padre como padrino artístico y vital. Aquel joven caballero, de mirada firme y caballo templado, irrumpió con tal fuerza en los ruedos que pronto se convirtió en uno de los nombres esenciales del toreo a caballo en España.
Su despedida, el 12 de octubre de 1985 en Jerez de la Frontera, puso fin a una trayectoria de vértigo: más de 2.000 corridas lidiadas, triunfos en todas las ferias de categoría y un sello personal que transformó la historia del rejoneo moderno.
En la cúspide compartió cartel y gloria con Ángel y Rafael Peralta, y con el portugués José Samuel Lupi, formando el mítico grupo de los Cuatro Jinetes del Apoteosis, considerado por muchos la edad dorada del rejoneo. Domecq recordaba con orgullo aquella etapa: «Todos teníamos un buen cartel. Cada uno con su estilo, cada uno con su toque de público. Aquello era un gran momento».
UN REJONEADOR HECHO EN EL CAMPO
Domecq Romero siempre defendió un concepto riguroso, “campero”, del toreo a caballo. Él mismo confesaba que su valentía y su solvencia nacían de la doma de campo, donde los caballos “venían sobre la mano y las piernas” y ejecutaban las suertes con una naturalidad que pocas escuelas han logrado replicar.
Su visión crítica del rejoneo contemporáneo lo situaba como guardián de la autenticidad de la lidia: «Los toros de antes eran difíciles, de diferentes encastes. Unos bravos, otros incómodos, otros violentos… Eso hacía vibrar el toreo».
En su memoria quedaban tardes en las que cada toro era una moneda distinta, con su peso, su acometida, sus querencias y sus dificultades. Aseguraba que aquella heterogeneidad daba sentido a cada faena y al oficio mismo del rejoneador: «Cuando nosotros toreábamos lo hacíamos con un encaste distinto cada día… Ha sido la mejor época del toreo a caballo».
EL GUARDIÁN DE TORRESTRELLA
Como ganadero, Domecq Romero tomó las riendas de Torrestrella, una de las divisas más apreciadas del campo bravo. Desde la finca Los Alburejos, construyó un proyecto ganadero fundamentado en la bravura, la movilidad, la presencia y la transmisión al público. Torrestrella fue protagonista en las principales ferias y dio toros que marcaron época gracias a ese concepto de bravura heredado de su padre.
Más tarde, los animales fueron trasladados a El Carrascal, donde hoy continúan pastando los descendientes de una de las castas más respetadas del panorama taurino.
FUNDADOR DE UN IMPERIO ECUESTRE
Su legado no se limita a los ruedos. En 1975, Álvaro Domecq fundó la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, institución de referencia mundial en doma clásica, cultura ecuestre y formación profesional del jinete. Desde sus manos nacieron también espectáculos históricos como “Cómo Bailan los Caballos Andaluces” y “A Campo Abierto”, que llevaron el arte ecuestre andaluz a teatros, ferias y escenarios de todo el mundo.
Gracias a él, Jerez se consolidó como capital internacional del caballo de pura raza española.
RECONOCIMIENTOS A UNA VIDA IRREPETIBLE
En vida recibió innumerables distinciones:
· Medalla de Andalucía (2024)
· Caballo de Oro de la ciudad de Jerez
· Hijo Predilecto de Jerez de la Frontera
Instituciones, compañeros de profesión y aficionados han llenado las redes de mensajes de duelo. La alcaldesa de Jerez, María José García Pelayo, expresaba: «Vamos a echar muchísimo de menos a Álvaro Domecq».
El eurodiputado Juan Ignacio Zoido añadía: «Jerez y Andalucía pierden a uno de sus hijos más queridos».
El rejoneador Sergio Galán concluía con una frase que resume el sentimiento general: «El rejoneo se tiñe de luto».
UN LEGADO QUE NO SE APAGARÁ
La última gran reunión pública de los Cuatro Jinetes del Apoteosis tuvo lugar en Mejanes (Francia), en 2011, durante el 40.º aniversario de la Corrida del Rejón de Oro. Aquel paseíllo histórico, montados en Aviador V, Halcón, Flor y Famoso, quedó para siempre en la memoria de la afición, como si el tiempo se detuviera para reverenciar a quienes elevaron el rejoneo a la categoría de arte mayor.
Con la muerte de Álvaro Domecq Romero desaparece el último de aquel cuarteto irrepetible. Pero su influencia perdura en cada caballo que pisa una plaza, en cada toro que embiste con bravura auténtica, en cada alumno que ensilla un caballo en la Real Escuela y en cada aficionado que reconoce en él un pilar fundamental de la tauromaquia moderna.
Hoy, Jerez, el campo bravo y todo el universo ecuestre se inclinan para despedir a su maestro.
Descanse en paz, Don Álvaro Domecq Romero.









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