
27.10.2025 12:04 p.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
La “Corrida Zapatista” llega a la Feria Taurina de Cali 2025 como el acontecimiento que redefine el ruedo: arte, cultura, bravura y renovación confluyen en una tarde que marcará época. Luis Bolívar, Alejandro Talavante y Olga Casado se miden a los toros de Ernesto Gutiérrez bajo el sello creativo del artista Domingo Zapata, quien convierte la lidia en una obra viva de arte contemporáneo y tradición taurina.
Arbeláez - Colombia. La ciudad bulle entre luces, fandangos y aromas de feria. Pero dentro del coso de Cañaveralejo, el aire se hace solemne, expectante. Allí se prepara una jornada distinta, una tarde que ya huele a historia: la “Corrida Zapatista”, ese concepto revolucionario que fusiona la tauromaquia con el arte contemporáneo, aterriza en tierras caleñas como uno de los grandes plus de la feria.
Los tendidos, repletos, lucen coloridos bajo un decorado que rompe moldes: burladeros intervenidos, muros pintados con trazos abstractos, capotes teñidos de luces y símbolos. Es la impronta del mallorquín Domingo Zapata, el artista que transformó la corrida de toros en una experiencia sensorial total. Para él, el ruedo no es solo arena: es un lienzo donde se escribe, con sangre, valor y belleza, la más antigua de las artes hispánicas.
DOMINGO ZAPATA: EL ARTISTA QUE PINTÓ EL ALMA DEL TOREO
Domingo Zapata, nacido en Palma de Mallorca, creció respirando tauromaquia. Su padre, guardia civil en la plaza balear, lo llevaba desde niño a los tendidos; allí aprendió que el toro no era solo fuerza, sino símbolo. Años después, el pintor, reconocido en Nueva York por su arte pop exuberante y su trabajo junto a figuras como Lady Gaga o Johnny Depp, decidió rendir homenaje a esa herencia cultural que nunca lo abandonó.
Así nació la Corrida Zapatista, primero en su Mallorca natal, donde unió pintura y toreo en una fusión escénica sin precedentes. Los capotes convertidos en obras, los muros en murales, los trajes de luces en cuadros vivos: Zapata trasladó el lenguaje de la galería al ruedo, demostrando que el arte puede tener olor a albero y a bravura.
“La tauromaquia, dice Zapata, es parte de quien soy. Quise devolverle su lugar en la cultura, pero también ofrecerle una mirada moderna, joven y luminosa.” Y eso mismo trae a Cali: su estética colorista, su espíritu provocador y una manera nueva de ver el toreo, donde cada pase puede ser también un trazo de pintura sobre la memoria.
BOLÍVAR: EL TEMPLE Y LA RAZA DE LA TIERRA
En ese escenario transformado, el primer nombre que resuena con fuerza es el de Luis Bolívar, el ídolo caleño. Su sola presencia llena el aire de identidad. Bolívar no viene solo a torear: viene a reafirmar que la tauromaquia colombiana tiene raíz, hondura y presente. Su capote, siempre firme y sobrio, es el hilo que une generaciones de aficionados. Con su figura templada y su serenidad de viejo maestro, Bolívar encarna la tauromaquia clásica, la que no necesita artificios para emocionar.
Cuando el toro de Ernesto Gutiérrez humille ante su muleta, los tendidos se estremecerán con esa mezcla de respeto y orgullo. Bolívar no improvisa: interpreta. Cada pase suyo es una lección de pureza y compás. Cali lo sabe, y por eso lo ovaciona antes de que empiece el paseíllo.
TALAVANTE: LA INSPIRACIÓN HECHA TOREO
A su lado, Alejandro Talavante representa la otra cara del arte: la del riesgo, la del misterio, la del alma que improvisa. Talavante es una explosión de creatividad en el ruedo. Su muleta, casi un pincel, dibuja pases imposibles, y su manera de andar el toro tiene la cadencia de una danza moderna.
Con él, la Corrida Zapatista alcanza su sentido pleno: la fusión entre el arte visual de Zapata y el arte corporal del torero se convierte en un solo lenguaje, un diálogo mudo entre dos creadores que entienden que el ruedo también puede ser una galería.
El extremeño, que tantas veces ha reinventado la estética del toreo, promete en Cali una faena de alto voltaje emocional, una obra que podría inscribirse entre sus grandes tardes.
OLGA CASADO: LA FUERZA DE LA RENOVACIÓN
Pero el verdadero golpe de timón llega con Olga Casado, la torera madrileña que rompe con la tradición y pone rostro femenino al valor. Su inclusión en el cartel no es anecdótica: es un mensaje. Es el eco de un cambio que asoma en el horizonte taurino, un reconocimiento a las nuevas voces que buscan espacio en una liturgia centenaria.
Casado pisa el ruedo con firmeza y mirada serena. Domina los tiempos, ajusta los terrenos, y cuando la muleta cae, el toro obedece. En sus faenas hay templanza y sensibilidad; no le teme al riesgo ni al prejuicio. Su debut en la Feria de Cali es un acontecimiento histórico y una declaración de principios: el toreo no entiende de género cuando el alma vibra con el toro.
LOS TOROS DE ERNESTO GUTIÉRREZ: BRAVURA EN CLAVE DE ARTE
En el corazón de esta tarde laten los toros de Ernesto Gutiérrez, ganadería de alcurnia colombiana que ha forjado prestigio por su bravura franca y nobleza de embestida. Su presencia garantiza emoción y riesgo. No se trata de toros dóciles ni complacientes: son los que exigen inteligencia, mando y entrega total.
Para los tres alternantes, será la prueba de fuego: la bravura del toro colombiano frente a tres estilos distintos, la solidez criolla, la magia española y la renovación femenina, en un marco visual que lo eleva todo a categoría de obra total.
EL ARTE TOTAL: CUANDO LA ARENA SE CONVIERTE EN LIENZO
Domingo Zapata lo ha dicho mil veces: “El arte taurino no muere, se transforma.” En Cali, su concepto alcanza madurez. La plaza se convierte en galería viva, donde cada paseíllo, cada quite y cada estocada quedan inscritos como fragmentos de una pintura efímera. Los asistentes no solo verán toros: verán arte, identidad y evolución.
La Corrida Zapatista no reniega de la tradición; la exalta y la reinterpreta. Es el eco contemporáneo de la vieja España y el pulso vibrante de América Latina. Es una metáfora viva del mestizaje cultural: la bravura ibérica, el alma colombiana y la visión cosmopolita del arte global.
EPÍLOGO: EL FUTURO TIENE TRAJE DE LUCES
Cuando el sol caiga sobre Cañaveralejo y los últimos aplausos se fundan con el pasodoble final, la sensación será unánime: esta no fue una corrida más. Fue un manifiesto. Un mensaje de continuidad, de respeto y de transformación.
Porque el “plus” de la Corrida Zapatista de Cali 2025 no es solo su cartel ni su arte. Es la osadía de unir tres valores: la raíz, la creatividad y la renovación, bajo el mismo albero.
Es el arte de Domingo Zapata tocando la bravura de Ernesto Gutiérrez, la muleta de Bolívar, la inspiración de Talavante y el coraje de Olga Casado.
Una tarde de arte grande, de esas que quedan tatuadas en la memoria taurina de América.
Y cuando los lienzos se apaguen y el polvo del ruedo repose, Cali sabrá que fue testigo de algo irrepetible: una faena para la historia, donde el arte y el valor torearon de la misma verónica.







