15.09.2025 06:44 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
En la séptima novillada clasificatoria del certamen de Galapagar, el joven novillero Cristian Restrepo dejó ayer una huella firme y esperanzadora. Cortó dos orejas y fue ovacionado, mostrando una clara evolución en su concepto, temple y ambición torera.
Arbeláez - Colombia. La cantera taurina volvió a vibrar en Galapagar, epicentro de la séptima y penúltima novillada clasificatoria del certamen. Con erales de Flor de Jara que permitieron el lucimiento por su nobleza y movilidad, los alumnos de distintas escuelas taurinas pusieron a prueba su temple, su valor y sus aspiraciones de futuro. En una tarde competida y con momentos de auténtico calado, emergió la figura de Cristian Restrepo, quien dejó constancia de su ambición y de la solidez de un concepto que empieza a tomar cuerpo.
PASOS FIRMES Y TRIUNFAL TARDE AYER DE CRISTIAN RESTREPO
La Plaza de Toros de Galapagar fue escenario ayer domingo de la penúltima novillada clasificatoria de un certamen que sigue al rojo vivo. Los erales de Flor de Jara, de buena condición y con movilidad en términos generales, brindaron opciones a los aspirantes, destacando el tercero de la tarde, premiado con la vuelta al ruedo por su nobleza, recorrido y transmisión.
El festejo reunió a tres jóvenes valores de distintas escuelas taurinas que dejaron en claro la seriedad con la que afrontan su camino hacia el toreo. Fue una tarde competida, de entrega y matices, en la que cada uno supo rubricar su personalidad torera.
El primero en saltar al ruedo fue Pedro Gómez, de la Escuela de Galapagar, quien rubricó desde el saludo a la verónica la calidad de sus manos bajas y la claridad de ideas en la colocación. Su primera faena estuvo templada, bien estructurada por ambos pitones, dejando en claro que su tauromaquia tiene cimientos de hondura. En el segundo de su lote, más exigente, mostró ambición y capacidad de resolver, complementando su labor con un tercio de banderillas ejecutado con solvencia. Su balance final, dos orejas y ovación, le colocó como el alumno mejor puntuado.
Por su parte, Rodrigo Cobo, de la Escuela de Colmenar Viejo, que sustituía a Hugo Tarbelli, se mostró con un concepto ordenado y ortodoxo. En el segundo de la tarde brilló especialmente al natural, cuidando siempre la colocación y la pureza de las suertes. Repitió entrega ante el quinto, logrando una faena completa, aunque con menor eco en los tendidos. Firmó una actuación seria que le valió oreja y oreja, confirmando su regularidad en plazas de exigencia.
El momento más esperado vino de la mano de Cristian Restrepo, de la Escuela de Navas del Rey, quien sustituía a Marco Peláez. Su tarde tuvo el sello del coraje y de la ambición que distinguen a los toreros que quieren abrirse camino. Con el tercero, un novillo de excelente condición, Restrepo dejó lo mejor de su concepto. Se acopló pronto, toreó con largura y limpieza, y transmitió con claridad a los tendidos, logrando momentos de hondura que calaron en el público. La vuelta al ruedo del eral fue también un reconocimiento a su vibrante faena, premiada con dos orejas.
Con el sexto, el novillero colombiano se topó con un ejemplar de mayor exigencia. Hubo pasajes ásperos y algún percance que no mermaron su decisión. Supo reponerse y seguir adelante con una entrega que evidencia no solo capacidad, sino también una fuerte personalidad torera en formación. Su esfuerzo fue recompensado con una cerrada ovación, que refrenda la impresión de firmeza que dejó en la tarde.
La novillada sin picadores de Galapagar cerró con un público satisfecho y consciente de haber presenciado el pulso de tres futuros. La terna supo aprovechar la nobleza de la ganadería Flor de Jara, pero fue Cristian Restrepo quien dio un paso firme y triunfal hacia nuevas metas, con un toreo ambicioso, de temple y de verdad, que le permite soñar con mayores retos.