20.05.2025 05:08 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
El diestro colombiano Cristóbal Pardo se consagra en la tradicional Feria de Huancavelica, en Perú, como figura de conexión entre dos pueblos hermanos a través del arte del toreo. Con doble comparecencia, entrega y maestría, honra la historia taurina de una ciudad que late entre el sincretismo andino y la pasión brava.
Arbeláez - Colombia. Enclavada en el corazón de los Andes peruanos, a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar, la ciudad de Huancavelica no solo guarda riquezas minerales y tradiciones milenarias, sino que también se erige como baluarte taurino del Perú profundo. En esa geografía indómita, de calles empedradas, templos coloniales y herencia quechua, el toreo ha encontrado una forma única de expresión, y este 2025 ha visto reverdecer su plaza con el arte de un torero venido del corazón de Colombia: Cristóbal Pardo.
La historia taurina de Huancavelica se remonta a tiempos virreinales, cuando las festividades religiosas importadas desde España incluyeron juegos de toros en honor a los santos patronos. Con el paso de los siglos, la afición se arraigó en la identidad de la región. La Feria de Huancavelica, celebrada en honor al Señor de Oropesa, es hoy uno de los encuentros taurinos más auténticos y representativos del Perú, donde se conjuga el fervor católico con el colorido sincrético del mundo andino. En sus corridas se mezclan la devoción popular, las bandas indígenas, la chicha, los ponchos multicolores y la seriedad del rito taurómaco.
En este marco de profunda pluralidad cultural y tradición, Cristóbal Pardo ha sido convocado como uno de los pilares del cartel 2025, compartiendo honor y arena con figuras como Miguel Tendero, Diego García, Emilio Serna y Fernando Villavicencio, en una feria que se extiende del 8 al 12 de junio. Pardo hará doblete en la feria: el domingo 8 y el martes 10, frente a ejemplares de casta peruana de San Pedro, San José del Monte y Hermanos Navarrete, ganaderías curtidas en las alturas y con bravura ajustada a la lidia.
El torero caldense, de sólida trayectoria internacional y conocido por su arte sobrio, templado y profundo, representa en esta edición mucho más que una figura extranjera en la arena. Representa el puente cultural entre dos pueblos taurinos que, a pesar de sus fronteras, comparten una misma pasión por la verdad del toreo. Ya en anteriores ediciones de esta feria andina, Pardo había dejado su estampa, como en 2023, cuando cortó oreja y se ganó el reconocimiento del tendido por su firmeza, colocación y entrega.
Su vuelta a Huancavelica no es una casualidad, sino el resultado de una siembra constante y coherente, de una labor silenciosa y constante que ha calado en la afición inca. El público de Huancavelica, fiero, exigente y leal, sabe reconocer el temple sincero y la entrega sin artificios, y Pardo sabe cómo hablarles con el capote y la muleta, sin necesidad de palabras.
Cristóbal Pardo ha entendido que torear en los Andes no es solo lidiar un toro, sino honrar una cultura, convivir con una cosmovisión distinta, y aceptar el rito como algo colectivo y sagrado. En estas tierras donde conviven lo indígena, lo colonial, lo mestizo y lo moderno, el torero colombiano siembra arte, respeto y maestría. Y como toda buena siembra, su cosecha llega abundante: dos tardes importantes en una feria que no olvida a quien se entrega sin medida.
Cristóbal Pardo, en Huancavelica, no solo suma fechas: forja historia. Una historia entre montañas, sangre brava y espíritu incaico, donde la tauromaquia es, al mismo tiempo, rito, herencia y futuro.