26.06.2025 07:48 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
En la plaza de toros del Centro Poblado de Pusi, en Huancané (Puno), el matador colombiano David Martínez volvió a dejar claro que su paso por el Perú no es circunstancial, sino una declaración de intenciones. Cortó dos orejas, una a cada ejemplar de Checayani, y salió por la puerta grande, reafirmando con arte, verdad y conexión su firme campaña taurina en tierras incaicas.
Arbeláez - Colombia. En las alturas del altiplano puneño, donde el viento parece narrar historias de valor y rito, un torero colombiano escribe con temple y entrega su propia leyenda. David Martínez no solo torea, sino que conecta, trasciende y conquista corazones. Su paso por la plaza de toros del Centro Poblado de Pusi, en Huancané (Puno), dejó una estampa de autenticidad, técnica y emoción. La campaña taurina del colombiano por tierras peruanas comienza a tomar cuerpo de epopeya.
DAVID MARTÍNEZ: CAMINO DE GLORIA EN PERÚ
Por la senda del compromiso, el temple y la autenticidad, el torero colombiano sigue abriendo surcos de admiración y respeto en la geografía taurina del Perú.
Pusi, un rincón taurino del altiplano puneño, fue ayer miércoles 25 de junio testigo de una faena que trasciende las estadísticas y que se inscribe en la narrativa de un torero que pisa con hondura y convicción cada albero que pisa. David Martínez, matador colombiano de mirada serena y pulso firme, sumó un nuevo capítulo a su campaña peruana, esta vez en una corrida mixta celebrada en la plaza del Centro Poblado de Pusi, en Huancané (Puno), donde compartió cartel con el local Fabián Pareja "El Fabi" y el novillero venezolano Alejandro Barragán.
Se lidiaron astados de distintas ganaderías del Perú taurino: Checayani, María Estela, Santa María y El Rayo. A Martínez le correspondieron dos ejemplares de Checayani, bien presentados, con fondo y acometividad que exigieron firmeza de planta, lectura certera y, sobre todo, entrega sin reservas.
TOREO CON COMPÁS Y COMUNIÓN
Desde el recibo a la verónica, el colombiano mostró esa capacidad poco común de adaptarse con naturalidad a los terrenos, como si cada plaza fuera la suya y cada toro, un reto íntimo. Con el capote, bordó lances con ritmo y compás, jugando las muñecas con la cadencia de quien torea desde la razón y el corazón.
Pero fue en el tercio de banderillas donde surgió la ovación encendida. Martínez no rehúye al riesgo ni al espectáculo. Se adueñó del tercio, puso los palos con precisión y temple, encajando el cuerpo como un estandarte de seguridad, y conectó con la afición local de manera inmediata. Cada par fue una llave que abría las puertas de la emoción colectiva.
MULETA: EL PODER Y LA TERNURA
Con la muleta, el colombiano construyó faenas con sentido y profundidad. A su primer oponente le dibujó series por ambos pitones que calaron en el tendido por su limpieza y verticalidad. Naturales largos, remates con personalidad y ese caminar pausado entre series que delata a quien tiene claridad y dominio. Una estocada entera y certera le permitió cortar la primera oreja.
Con el segundo, de más motor, la faena tuvo acentos diferentes. Allí brilló su capacidad de aguante, de mando, de cruzarse y decirle al toro quién mandaba. Faena de técnica, sitio y cabeza fría, coronada con otro acero eficaz que le abrió la puerta grande.
UNA CAMPAÑA CON NORTE Y CON ALMA
Lo de David Martínez en Perú no es una gira improvisada. Es una campaña pensada, estructurada, con el pulso que tienen los que saben que la verdad del toreo no entiende de atajos. Su paso por plazas como Lachaqui, Ticapampa y ahora Pusi, es una construcción firme de prestigio, en un país donde la tauromaquia se vive con identidad y exigencia.
Allí, donde el toro se respeta y el torero se mide sin concesiones, Martínez está dejando huella. No sólo por los trofeos, sino por el mensaje que transmite en cada tarde: un toreo sincero, de entrega total, donde el arte no se subordina al efectismo, sino que se construye con estética, riesgo y verdad.
EL PÚBLICO, CLAVE DE SU TRAVESÍA
No hay torero sin público, y David lo sabe. Por eso busca siempre el diálogo con los tendidos, no desde la complacencia sino desde el arte compartido. En Pusi, como en otras plazas, la conexión fue inmediata. Esa comunión, tan esquiva a veces, fue fluida y creciente. En cada muletazo, en cada cita al natural, el público se entregó a un torero que no regatea emoción.
PERÚ, ESCENARIO DE CONSAGRACIÓN
El Perú está siendo más que un capítulo en su carrera: está siendo un parteaguas. Porque en este país de cultura taurina ancestral, donde el albero y el cielo se funden en tardes de liturgia brava, David Martínez se está templando, madurando, creciendo. Cada actuación es una apuesta por el fondo, no por el titular.
Su paso por Pusi no es solo una victoria más. Es una etapa cumplida en su largo peregrinar taurino, un cruce de caminos donde el pasado se reconcilia con el porvenir. La puerta grande es símbolo, pero el verdadero triunfo es otro: la fidelidad al toreo clásico, el compromiso con el arte, el respeto al toro y el amor a la afición.
Y LO QUE VIENE...
El camino por Perú de David Martínez continúa, y lo hace con el viento a favor y los pies en la tierra. Las próximas plazas lo esperan con expectativa, y él llega con su muleta por bandera y su concepto por estandarte. Porque cuando un torero decide dejar huella, lo hace no con ruido, sino con toreo.
Y David, en eso, va en paso firme.