
11.11.2025 06:37 a.m.
Redacción: Juan Pablo Garzón Vásquez
La temporada 2025 consagra a Diego Ventura como el indiscutible mandón del rejoneo. Sin Pablo Hermoso de Mendoza en los carteles, el maestro hispano-luso ha firmado un año histórico: 45 festejos, 117 orejas y 9 rabos, con triunfos rotundos en las principales plazas del orbe taurino y una entrega total a la pureza y diversidad del toreo a caballo.
Lenguazaque - Colombia. Diego Ventura ha vuelto a escribir una de las páginas más brillantes en la historia del toreo a caballo. En este 2025, su figura se erige más alta que nunca, en un año de especial significado: el primero desde la retirada de Pablo Hermoso de Mendoza, con quien compartió durante décadas una rivalidad que marcó época. Con el navarro ya fuera del circuito, aunque presente en el festival homenaje a Antoñete el pasado 12 de octubre en Las Ventas, el portugués de nacimiento y sevillano de corazón ha tomado definitivamente el cetro del rejoneo, inaugurando una nueva era.
Lo que Ventura ha logrado este año trasciende los números, que ya son imponentes: 45 festejos toreados, 117 orejas y 9 rabos, cifras que hablan de una temporada perfecta, medida, sólida, y sobre todo, apasionada. Desde su primera salida en hombros en Valdemorillo el 8 de febrero, hasta el cierre triunfal en Zaragoza el 13 de octubre, el jinete de La Puebla del Río ha demostrado que su toreo no es fruto de la rutina, sino de la evolución constante, de una búsqueda incesante por alcanzar la pureza en cada embroque y la emoción en cada rejón.
EL DOMINIO DE LA DIVERSIDAD
Uno de los sellos más personales de Ventura es su valentía para salirse del guion ganadero habitual. En un panorama donde la homogeneidad del encaste Murube-Urquijo domina los carteles de rejones, el maestro ha optado por ampliar horizontes. Su apuesta por ganaderías tan distintas como Partido de Resina, Prieto de la Cal, Victorino Martín, Pallarés o Miura no solo ha enriquecido su tauromaquia, sino que ha devuelto al toreo a caballo ese sentido de verdad y riesgo que tanto reclamaba la afición más purista.
Este compromiso con la diversidad brava lo ha llevado a templar embestidas distintas, a interpretar faenas en terrenos imposibles y a poner a prueba tanto su cuadra como su intuición. Y en todas ellas, Ventura ha salido vencedor, demostrando que el rejoneo puede ser tan hondo, tan emocionante y tan variado como el toreo a pie cuando hay verdad y conocimiento en la silla.
FERIAS DE ALTURA, ACTUACIONES DE PESO
El calendario de Ventura en 2025 ha sido un paseo triunfal por las grandes ferias del mapa taurino. En Valencia, el 16 de marzo, dejó una actuación de gran limpieza ante un toro de Bohórquez, paseando una oreja y saludando una ovación cerrada en su primero. En Sevilla, el 4 de mayo, en el histórico coso del Baratillo, volvió a levantar pasiones. Aquella tarde, compartiendo cartel con Guillermo Hermoso, reeditó en el ruedo la esencia de una rivalidad ya de otra generación. Cortó una oreja, pidió la segunda con fuerza y salió del Arenal como el torero más ovacionado del festejo.
Pero si hubo una plaza donde Ventura volvió a demostrar que su rejoneo es ya patrimonio del toreo, esa fue Madrid. En la Feria de San Isidro, el lisboeta tuvo dos tardes de importancia mayúscula. El 17 de mayo, tras una faena vibrante y de hondura, cortó una oreja que pudieron ser dos de no mediar la tardanza del toro en caer. Dos semanas después, el 31 de mayo, regresó con toros de Los Espartales y volvió a tocar pelo, reafirmando que tanto él como su cuadra atraviesan un momento de plenitud.
NIMES: LA OBRA MAESTRA
El 9 de junio, en el anfiteatro romano de Nimes, Ventura alcanzó la cima artística de la temporada. Aquella tarde fue un canto al toreo a caballo en su máxima expresión. Si ya había paseado una oreja del primero y desorejado al tercero, el clímax llegó en el quinto, donde ejecutó una faena de antología. A lomos de Lío y Bronce, formó un auténtico alboroto, toreando en los terrenos del toro, templando a milímetros y arriesgando con una torería sin artificios. El público francés, rendido, lo premió con los máximos trofeos tras una suerte suprema ejecutada con el caballo galopando, imagen que quedará grabada en la memoria de los aficionados.
REGRESO A LISBOA Y DOMINIO TOTAL EN LA SEGUNDA MITAD
El regreso de Ventura a Campo Pequeño (Lisboa) el 7 de agosto, tras varios años de ausencia, fue un acontecimiento en su país natal. Allí ofreció una lección de maestría, técnica y elegancia que el público premió con dos vueltas al ruedo. Días después, el 17 de agosto, volvió a dar un golpe sobre la mesa en Málaga, cortando tres orejas de un desigual lote de Benítez Cubero.
En el tramo final de campaña, la cita con Zaragoza, el 13 de octubre, cerró un año redondo. Frente a toros de Herederos de Ángel Sánchez y Sánchez, Ventura volvió a salir en hombros tras una faena cuajada y poderosa al cuarto, paseando las dos orejas y dejando constancia de que su dominio en los ruedos no conoce fronteras.
TRIUNFOS DE NORTE A SUR
No todo fueron plazas de primera. En su ruta por cosos de segunda y tercera categoría, Ventura mostró el mismo respeto y compromiso profesional. Salió en hombros en casi todos ellos: Jerez, Badajoz, León, Granada, Santander, Huelva, El Puerto de Santa María, Gijón, Almería, Palencia, Colmenar Viejo, Albacete, Salamanca, Logroño, Cuenca y Murcia, donde paseó los máximos trofeos. Solo en Castellón y Alicante se fue a pie, algo que, lejos de restarle, realza la exigencia con la que afronta cada compromiso.
Entre los triunfos más rotundos, destacan los de Sanlúcar de Barrameda, Antequera, Villanueva del Arzobispo, Don Benito y Ramonete, donde firmó faenas memorables que quedaron grabadas en la retina de los aficionados.
LA CONFIRMACIÓN DEL MITO
A sus 43 años, Diego Ventura no solo mantiene intacta la ambición, sino que parece haber alcanzado una madurez artística difícil de igualar. Su cuadra, perfectamente afinada, responde con precisión a cada cita, y su concepto, más depurado y sensible que nunca, combina espectacularidad con clasicismo, dominio con temple, y emoción con pureza.
Este 2025 no ha sido simplemente “otro año triunfal”, sino la ratificación definitiva de un legado. Ventura no torea para superar marcas; torea para elevar el arte del rejoneo a la categoría de rito. Y en esa entrega constante, en ese afán por reinventarse sin traicionar la esencia, radica su grandeza. Diego Ventura ya no compite con nadie: simplemente, marca la historia.







