El Cenit de Emilio de Justo: Un Rabo para la Historia y su Legado en el Toreo

El Cenit de Emilio de Justo: Un Rabo para la Historia y su Legado en el Toreo

24.02.2025  07:43 a.m.

Redacción: Juan Pablo Garzón Vásquez

Utiel vibró con un festival taurino de alto voltaje en beneficio de los damnificados por la DANA, donde Emilio de Justo consolidó su estatus como figura indiscutible de la tauromaquia. Con una faena de alto contenido estético y técnico, el extremeño desorejó y cortó el rabo al novillo de Garcigrande, reafirmando su papel como uno de los pilares del escalafón actual.

Ubaté - Colombia. La localidad valenciana de Utiel se convirtió este domingo en el epicentro del arte taurino y de la solidaridad. Con una plaza abarrotada, los asistentes fueron testigos de un cartel de lujo, donde destacó, con un fulgor especial, Emilio de Justo. Su actuación ante el sexto ejemplar de Garcigrande quedó grabada en la memoria de los aficionados, quienes presenciaron un recital de temple, poder y pureza.

Desde su irrupción en la cumbre del toreo, Emilio de Justo ha demostrado una madurez artística que lo coloca en la cima del escalafón. Con un concepto clásico, basado en la quietud, el dominio de los tiempos y la profundidad del muletazo, el torero extremeño se ha erigido en un referente de la tauromaquia contemporánea. Lo de Utiel no fue una casualidad, sino la confirmación de una verdad incuestionable: Emilio de Justo es un torero de época.

La faena al novillo de Garcigrande, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, fue una clase magistral de toreo. Desde el recibo capotero, donde se fundieron la elegancia y la cadencia de unas verónicas templadas, hasta la estocada final, que hizo estallar la plaza en una ovación unánime, el de Torrejoncillo firmó una obra para el recuerdo. La estructura de la faena fue impecable: series en redondo cargadas de hondura, naturales eternos que ralentizaron el tiempo y una tanda de cierre en cercanías que pusieron el corazón en un puño a los espectadores. Tras la estocada, dos orejas y rabo y una vuelta al ruedo clamorosa.

El festival tuvo un carácter especial, no solo por su noble causa benéfica, sino también por la presencia de figuras históricas como Enrique Ponce, quien paseó dos orejas en una faena que destiló clasicismo y torería. Vicente Barrera, tras su retiro en 2011, regaló detalles de su inconfundible sello al cortar una oreja, mientras que Manzanares y Diego Ventura reafirmaron su condición de figuras con dos orejas cada uno. Cayetano, pese a su entrega, solo pudo pasear un trofeo, y los novilleros Simón Andreu y Jorge Escamilla dejaron pinceladas de su prometedor futuro.

Pero el gran triunfador fue Emilio de Justo, quien con su actuación dejó claro que su toreo es el fiel reflejo de la verdad y la autenticidad que demanda la afición. Su capacidad para entender a los toros, la fijeza de su concepto y la pureza de su ejecución lo han convertido en una referencia obligada dentro del escalafón. En tiempos donde la tauromaquia busca estandartes de pureza, el nombre de Emilio de Justo brilla con luz propia.

La plaza de Utiel fue testigo de un hecho incuestionable: el extremeño no solo se encuentra en la cima, sino que está llamado a marcar una era. La historia sigue escribiéndose y Emilio de Justo es, sin duda, uno de sus protagonistas más ilustres.

  

 

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