Emilio de Justo, el Triunfo del Clasicismo

Emilio de Justo, el Triunfo del Clasicismo

10.11.2025  05:29 a.m.

Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora

El diestro español Emilio de Justo firmó una actuación memorable en la Plaza de Toros Nuevo Progreso de Guadalajara, donde, con una faena clásica, templada y llena de sentimiento, conquistó a la afición tapatía y se llevó una oreja de peso. Su entrega, naturalidad y torería le confirmaron como una de las grandes figuras del momento, en una tarde en la que también destacaron Juan Pablo Sánchez y Sergio Flores con actuaciones serias y de entrega.

Arbeláez - Colombia. Guadalajara volvió a vibrar con el toreo en toda su dimensión. En una tarde de cielo limpio y temperatura amable, la Plaza de Toros Nuevo Progreso celebró la cuarta corrida de la segunda parte de su Temporada Grande, con una entrada de un cuarto del aforo, suficiente para que el eco del arte resonara en cada tendido. El nombre propio de la jornada fue el del diestro cacereño Emilio de Justo, que dejó una huella profunda en el corazón de la afición tapatía con una actuación de las que marcan época: torería en estado puro, valor sereno y clasicismo depurado.

El torero español volvía a este coso después de cuatro años, y lo hacía con la madurez de quien se ha curtido en las plazas más exigentes del mundo. Su reaparición fue una demostración de compromiso artístico y de verdad. Ante su primer oponente, un toro áspero, enrazado y de escasa entrega, Emilio mostró su faceta más valerosa. No se arredró ante las dificultades del astado y, con firmeza en la planta y temple en la muñeca, consiguió arrancarle muletazos de mérito, limpios, hondos y de trazo largo, imponiendo su toreo de concepto puro. La faena, de enorme valor técnico y moral, fue entendida por los más aficionados, aunque la espada, algo trasera, y el escaso juego del toro impidieron que se pidiera trofeo. El público, sin embargo, le obligó a saludar al tercio con una ovación sincera y respetuosa.

Fue con el cuarto de la tarde cuando Emilio de Justo desplegó toda su tauromaquia, esa que combina clasicismo con profundidad emocional. El toro de Santa Fe del Campo, noble, bravo y con clase, permitió al extremeño expresarse con libertad y sentimiento. Desde el primer muletazo se percibió la compenetración entre ambos: el toro embistiendo con largura y entrega; el torero respondiendo con suavidad, temple y ritmo. Los naturales brotaron lentos, plásticos, rotundos; cada pase era una pintura de autenticidad. Toreó al natural con la zurda, con la diestra y sin ayuda, en una entrega total de su cuerpo y alma al arte.

De Justo toreó despacio, con la figura erguida, la cintura relajada y la muleta baja, en ese abandono tan característico de su estilo. Hubo pasajes de verdadera comunión entre toro y torero, donde la plaza entera respiraba al compás de su muleta. Cuando tomó la espada, lo hizo con decisión: se volcó sobre el morrillo y dejó una estocada casi entera, algo trasera, pero efectiva. El público pidió con fuerza las dos orejas, aunque el juez concedió solo una, suficiente para consagrar el triunfo y mantener el respeto unánime. Fue una oreja de peso, ganada con pureza y entrega, sin polémicas ni artificios.

Con esta actuación, Emilio de Justo reafirma su condición de torero grande en tierras mexicanas, cerrando su temporada europea y americana con un sello inconfundible: el de la verdad, el valor y la torería clásica. No necesita el número de trofeos para que se le reconozca su categoría; su manera de hacer el toreo: templada, sentida, de fibra y hondura, basta para conmover y convencer.

En el resto del cartel, los mexicanos Juan Pablo Sánchez y Sergio Flores mostraron disposición, profesionalismo y clase. Sánchez, siempre elegante, se enfrentó a un primer toro deslucido al que exprimió con inteligencia, cuidándolo y alargándole las embestidas con pulso maestro, aunque el público no valoró del todo su esfuerzo. En su segundo, noble pero exigente, desplegó muletazos largos, templados y sentidos, logrando emocionar a la afición, aunque la espada le privó de los trofeos. Su saludo al tercio fue reconocimiento a una actuación seria, de madurez y torería interior.

Sergio Flores, por su parte, lidió el lote menos colaborador. Su primero nunca se definió, y pese a su esfuerzo, el lucimiento fue limitado. En el sexto, sin embargo, el tlaxcalteca se sobrepuso a las dificultades y cuajó una faena emocionante, de mando y entrega, extrayendo muletazos de enorme mérito. Aguantó las embestidas, templó y encauzó la bravura del toro hasta lograr tandas profundas y plenas de torería. Pinchó antes de dejar una gran estocada, quedando sin premio tangible, pero con el reconocimiento de los tendidos.

Los toros de Santa Fe del Campo, desiguales de presentación y juego, ofrecieron matices variados, desde la nobleza hasta la aspereza, condicionando las faenas, pero sin restar emoción al conjunto del espectáculo.

La tarde en Guadalajara no fue multitudinaria, pero sí trascendente. Los que acudieron a la Nuevo Progreso presenciaron una lección de toreo clásico en tiempos de prisas y artificio. Vieron a un torero español que no vino a pasar desapercibido, sino a dejar arte, a desnudar el alma con cada pase y a recordarnos que, cuando hay verdad y entrega, el toreo sigue siendo un idioma universal que se siente con el corazón.

Ficha del Festejo:

Domingo 09 de noviembre, 2025 - Plaza de Toros “Nuevo Progreso” de Guadalajara (Jalisco) - Cuarta corrida de la segunda parte de la Temporada Grande.
 - Toros: de Santa Fe del Campo, desiguales de presentación y juego. Emilio de Justo: Ovación y Oreja. Juan Pablo Sánchez: Ovación y Palmas. Sergio Flores: Ovación y Palmas.

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