
08.11.2025 07:28 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
La reciente decisión de la Corte Constitucional de avalar la Ley 2385 de 2024, que prohíbe la tauromaquia y otras expresiones culturales, ha desatado un debate profundo sobre los límites del Derecho frente a la emoción. Inspirada en la “Carta abierta a los congresistas presuntamente defensores de animales”, del jurista Khalid Velasco H., esta reflexión denuncia, con respeto institucional, pero con firmeza jurídica, la grave afectación de derechos fundamentales como la diversidad cultural, el trabajo, la propiedad y la libertad personal, alertando que una justicia guiada por la sensibilidad puede terminar deshumanizando el Derecho y empobreciendo el alma cultural de la nación.
Ubaté - Colombia. La reciente sentencia de la Corte Constitucional, que avaló la Ley 2385 de 2024 y prohibió la tauromaquia, el coleo, las corralejas y las peleas de gallos a partir de 2027, ha sacudido los cimientos jurídicos y culturales del país. Aunque el fallo fue celebrado por sectores animalistas como una victoria ética, ha despertado un debate profundo sobre la legitimidad de imponer un modelo moral único en una nación plural y diversa.
En medio de esta polémica, ha resurgido con fuerza una voz lúcida, respetuosa y profundamente reflexiva: la del jurista y ensayista Khalid Velasco H., autor de la “Carta abierta a los congresistas presuntamente defensores de animales: sobre los límites jurídicos del animalismo y la tensión entre cultura, derecho y razón.” Su pensamiento, cargado de rigor jurídico y de sensibilidad humana, hoy se convierte en una referencia esencial para comprender el trasfondo filosófico, ético y constitucional del debate que enfrenta a la razón jurídica con la emoción política.
UNA REFLEXIÓN QUE ANTICIPÓ LA TORMENTA
La carta de Velasco, escrita antes del fallo, advertía que el “animalismo legislativo desbordado” podría conducir a una involución del pensamiento jurídico, desplazando la racionalidad por la emotividad. “El Derecho, escribía Velasco, deja de ser justo cuando deja de ser racional.” Sus palabras parecen hoy un presagio exacto del momento que vive Colombia: una Corte que, en nombre de la sensibilidad hacia los animales, ha restringido libertades humanas y culturales protegidas por la Constitución de 1991.
La “Faena Constitucional”, inspirada en esta carta y en el reciente fallo, no es un alegato contra la Corte, sino un acto de respeto crítico, un llamado a la reflexión serena sobre los efectos colaterales de una decisión bienintencionada pero jurídicamente desequilibrada.
RESPETO INSTITUCIONAL, PERO INCONFORMIDAD CONSTITUCIONAL
Velasco, y con él, muchos juristas, filósofos y cultores del pensamiento libre, expresa un respeto absoluto hacia la Corte Constitucional, guardiana del Estado de Derecho. Sin embargo, plantea que la majestad de la Corte no la hace infalible, y que el ciudadano tiene no solo el derecho, sino el deber de cuestionar con argumentos las decisiones que alteran el espíritu plural de la Carta Magna.
En su reflexión, sostiene que la Ley 2385 de 2024 y su aval constitucional lesionan gravemente derechos fundamentales que la propia Corte está llamada a proteger:
· El derecho a la diversidad cultural (Art. 7 C.P.), desconocido al proscribir manifestaciones legítimas de comunidades específicas.
· El principio de igualdad (Art. 13 C.P.), vulnerado al marginar a minorías culturales en favor de una mayoría moral.
· El derecho al trabajo (Art. 25 C.P.) y al mínimo vital (Art. 53 C.P.), al dejar sin sustento a miles de familias que dependen de las actividades taurinas, coleadoras y folclóricas.
· La propiedad privada (Art. 58 C.P.) y la libertad de empresa (Art. 333 C.P.), afectados sin compensación ni transición efectiva.
· El libre desarrollo de la personalidad (Art. 16 C.P.), al negar a las personas el derecho a vivir según sus convicciones culturales.
· Y, paradójicamente, el derecho al ambiente sano (Art. 79 C.P.), al poner en riesgo los ecosistemas rurales sostenidos por la crianza del toro bravo.
“Proteger al animal no puede implicar sacrificar al hombre. La razón jurídica debe equilibrar la compasión con la libertad, porque si la emoción se impone sobre el Derecho, el Derecho se convierte en dogma”, advierte el texto.
LA TENSIÓN ENTRE RAZÓN, CULTURA Y DERECHO
Velasco sostiene que el fallo de la Corte traslada el debate de la justicia al terreno de la moral, y que en ese desplazamiento se fractura el principio constitucional de pluralismo (Art. 1 C.P.).
La ley, señala, no puede legislar sentimientos ni imponer una moral única, porque hacerlo equivale a convertir la ética en tiranía.
En su carta abierta, hoy más vigente que nunca, Velasco alertó sobre el riesgo de “construir un Estado sentimentalista”, donde los jueces actúen bajo el influjo de la compasión, olvidando que la función del Derecho no es emocionar, sino equilibrar. Esa idea late en cada línea de la “Faena Constitucional”, que denuncia la contradicción de una sentencia que humaniza jurídicamente al animal mientras deshumaniza al hombre, sustituyendo la racionalidad por la emoción.
EL DILEMA AMBIENTAL Y EL TORO BRAVO: LA PARADOJA DE LA COMPASIÓN
Uno de los argumentos más poderosos de esta reflexión radica en la contradicción ambiental que genera la prohibición. En nombre del bienestar animal, se condena a la extinción a una especie única, el toro de lidia y con él a un sistema de manejo sostenible de pasturas, suelos y ecosistemas rurales que han coexistido durante siglos bajo equilibrio ecológico.
Las ganaderías de lidia, sostiene Velasco, son reservorios de biodiversidad, y su desaparición abrirá paso a monocultivos intensivos, deforestación o urbanización descontrolada, con consecuencias más graves para la fauna, la flora y el equilibrio hídrico del país. “El toro bravo no es una víctima: es un símbolo de armonía entre naturaleza y cultura. Eliminarlo es romper un pacto ancestral entre el hombre y la tierra.”
LA EROSIÓN DEL TEJIDO SOCIAL Y LA PÉRDIDA DE LA MEMORIA CULTURAL
El impacto de la sentencia va más allá de lo jurídico: afecta la memoria colectiva, la identidad rural y la continuidad de tradiciones que han tejido la historia de regiones enteras. Velasco subraya que la cultura no es solo folclor, sino estructura de sentido, y que al proscribirla se empobrece la nación. “Una Constitución que protege la diversidad no puede ser usada para uniformar la sensibilidad de un país”, señala.
Miles de familias verán desaparecer sus medios de vida, sus oficios, su arte y su razón de ser. Plazas históricas quedarán en silencio, talleres cerrarán sus puertas, y un patrimonio inmaterial, la relación simbólica entre el hombre y el toro, será borrado del mapa cultural por decreto.
UN PAÍS QUE NECESITA DIÁLOGO, NO IMPOSICIÓN
La “Faena Constitucional” no clama por un regreso ciego al pasado, sino por un nuevo pacto entre cultura y razón, entre sensibilidad y justicia. Velasco propone abrir un debate nacional en el que participen juristas, ambientalistas, ganaderos, artistas y defensores de los animales, con el fin de construir una política pública integral, no una simple prohibición.
El texto sugiere caminos legítimos para la defensa de los derechos vulnerados: referendos, demandas de inconstitucionalidad, acciones de tutela y reconocimiento internacional de las tradiciones como patrimonio cultural. Más que una resistencia, es una llamada a la reflexión institucional: el país necesita diálogo constitucional, no imposiciones morales.
UNA ESTOCADA AL ALMA JURÍDICA DE LA NACIÓN
El fallo, dice Velasco, fue una “estocada jurídica sin descabello”: cortó de raíz un árbol vivo sin considerar sus raíces sociales y culturales. El autor no desconoce el avance ético del reconocimiento de los animales como seres sintientes, pero advierte que la empatía no puede sustituir a la razón jurídica, ni la sensibilidad convertirse en ley universal. “Cuando el Derecho se pliega a la emoción, abdica de su esencia racional. Y cuando la Constitución se interpreta sin alma cultural, deja de ser carta de nación para convertirse en sermón moral.”
CONCLUSIÓN: ENTRE EL RESPETO Y LA RESISTENCIA
La reflexión concluye con un tono de respeto firme: “Honramos a la Corte, pero disentimos con razón. El respeto a la institucionalidad no implica silencio ante el error. En nombre de la compasión no puede sacrificarse la justicia, ni en nombre del progreso abolirse la historia.”
Khalid Velasco H., con su pluma serena y erudita, deja así una huella indeleble en el debate nacional, transformando el dolor por una pérdida cultural en una defensa luminosa de la razón y la libertad.
“Podrán clausurar las plazas, pero no la conciencia. Podrán silenciar los clarines, pero no la verdad que resuena en el alma de un pueblo que aún busca equilibrio entre la emoción y la ley.”







