FuerzaRI: Fe, Disciplina y Coraje de Ricardo Santana

FuerzaRI: Fe, Disciplina y Coraje de Ricardo Santana

26.05.2025  04:58 p.m.

Redacción: Juan Pablo Garzón Vásquez

Desde la Clínica Imbanaco en Cali, el subalterno caleño Ricardo Santana demuestra que su espíritu torero no conoce de límites. De pie por breves instantes, a la espera de una nueva cirugía pulmonar, sigue librando su lidia más dura con fe, disciplina y coraje. La afición taurina, unida en oración, le acompaña en esta etapa decisiva de su rehabilitación.

Lenguazaque - Colombia. En el toreo, como en la vida, hay lidias que se enfrentan sin capote ni estoque, pero con la misma entrega y valentía que exige la plaza. Hoy, desde el corazón de Santiago de Cali, un nombre resuena con fuerza entre la afición y el gremio taurino: Ricardo Santana, subalterno caleño que libra su más dura batalla en el ruedo silencioso de una clínica, aferrado a tres pilares que definen al verdadero torero: fe, disciplina y coraje. Esta es la historia de un hombre que, aun fuera del albero, sigue demostrando que el temple se lleva en el alma.

FuerzaRI: Fe, Disciplina y Coraje de Ricardo Santana, el Subalterno Caleño que Lidia su Faena Más Difícil

En el universo taurino, donde la pasión se entrelaza con la vida y la muerte en cada tercio, hay hombres que más allá del ruedo nos enseñan lo que significa ser torero de alma. Ricardo Santana, subalterno de estirpe, nacido en la cuna de la salsa y del arte taurino, la ciudad de Santiago de Cali, hoy se convierte en un símbolo de resiliencia, fe y disciplina desde una plaza distinta: la Clínica Imbanaco.

Desde que fue internado por complicaciones de salud, el subalterno caleño ha protagonizado una de las faenas más difíciles de su vida. No hay toro bravo ni astado manso que se compare con esta lucha que libra desde una cama, en un ruedo blanco donde los instrumentos médicos reemplazan los trastos de brega. Sin embargo, con el mismo estoicismo con el que ha esperado turno en el callejón o ha cubierto una salida con la banderilla en alto, Santana ha enfrentado su condición con temple y pundonor.

La última semana marcó un punto de inflexión. Las terapias de rehabilitación física han comenzado a dar sus frutos. Por breves pero significativos momentos, Ricardo ha logrado ponerse de pie, sosteniéndose con el coraje que lo ha acompañado siempre, ese que no se dobla ante la adversidad y que ahora se convierte en muleta invisible que lo sostiene en el camino hacia la recuperación.

Pero la faena no ha terminado. Aún queda un toro más por lidiar: una cirugía pulmonar programada para esta semana, que, con el favor de Dios y el apoyo de su cuadrilla médica, será la última antes de avanzar definitivamente hacia una rehabilitación integral y una recuperación nutricional. La esperanza no se pierde. Como en los momentos más tensos del último tercio, cuando el silencio de la plaza pesa más que el clarín, Ricardo guarda su compostura y espera, sabiendo que cada paso, cada aliento, es un pase natural en su obra de vida.

El mundo taurino, ese que no olvida a los suyos, se ha volcado en una oración constante. Desde toreros, empresarios, aficionados y peñas, hasta jóvenes que lo han visto en las plazas de Colombia o España, todos han hecho de su recuperación una causa común. El grito que se ha vuelto consigna es claro y contundente: #FuerzaRI.

Y es que la historia de Ricardo Santana no es solo la de un subalterno que cumple con rigor su papel en la lidia, es la de un hombre que con humildad y entrega ha sabido ganarse el respeto del gremio. Hoy, cada paso que da en su recuperación es un pase de pecho a la enfermedad, una verónica al dolor, una revolera a la desesperanza.

Desde la capital del Valle del Cauca, donde se forjan grandes talentos y donde el alma taurina resiste los embates del tiempo, se alza una voz que no se quiebra: Ricardo Santana no está solo. Lo acompaña la fe, la disciplina y el coraje; tres pilares que, como buena lidia, garantizan que el resultado sea digno de orejas y rabo.

A los pies de Cristo Rey, con el viento de los Farallones soplando a su favor, Ricardo sueña ya con volver a pisar una arena, con ese andar sereno que lo caracteriza y con la mirada firme de quien ha sabido enfrentarse al toro más bravo: la fragilidad humana. Y en esa faena, una vez más, ¡saldrá por la puerta grande!

  

 

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