Istres (Francia): Sincera Apuesta Triunfal

Istres (Francia): Sincera Apuesta Triunfal

15.06.2025  03:49 p.m.

Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora

Istres fue el epicentro de una corrida inolvidable: el maestro Juan Bautista y el joven prodigio Marco Pérez ofrecieron una lección de entrega, temple y torería en una tarde cargada de emociones, culminando en una apuesta triunfal en la que el legado y el porvenir se fundieron bajo el sol de Francia.

Arbeláez - Colombia. El coso provenzal fue testigo de un mano a mano que quedará esculpido en la memoria del aficionado: el reencuentro del maestro con su grandeza y la confirmación del alumno como heredero legítimo del arte y el valor. En esta última cita del abono galo, Juan Bautista y Marco Pérez se enfrentaron a un exigente encierro de Juan Pedro Domecq, Jandilla y La Quinta, en una apuesta sin red, donde la verdad del toreo se convirtió en el único hilo conductor.

EL RABO DEL CORAZÓN

Abría plaza un toro de Jandilla, justo de fuerza, pero noble en su condición. Juan Bautista, maestro entre los suyos, bordó una faena de seda, ligazón y profundidad, en la que cada muletazo era un reencuentro con la pureza. Verónicas suaves, una revolera templada, y un inicio de muleta sobrio marcaron el camino de una obra construida con los cimientos del temple y la inteligencia. Por la diestra llegaron los pasajes de más cadencia, pero al natural emergió la cumbre, alcanzando el clímax con una última tanda que paralizó el tiempo en Istres. La espada entró recibiendo, como manda la pureza, y el premio fue el mayoral: dos orejas y un rabo. Un trofeo que rara vez se concede, pero que esta vez se impuso por justicia, por arte y por emoción.

JUVENTUD CON RAÍCES FIRMES

Marco Pérez recibió al segundo con verónicas de compás clásico y armonía milimétrica. El de Jandilla pedía sitio, exigía pulso y mente clara, y eso ofreció el joven salmantino. Quitó por chicuelinas y luego, con la muleta, fue arreglando embestidas rebrincadas con suavidad y mano baja. Por la derecha brilló con series ligadas, y al natural surgieron muletazos hondos y expresivos que calaron en la afición francesa. Estocada al segundo intento y una oreja ganada a ley, dejando clara su capacidad para solventar las teclas difíciles de un toro con matices.

CLASE DE MAESTRO ANTE LO IMPOSIBLE

El tercero, de La Quinta, planteó otro guion. Serio, complicado y sin entrega, pedía técnica y raza. Bautista, veterano curtido, desmenuzó al toro sin dejarse ganar el pulso, y aunque el animal nunca se entregó, al natural extrajo muletazos limpios y sentidos, en una faena de oficio y arte depurado. Mató recibiendo y cortó una oreja que supo a conquista de terreno hostil.

EXPLOSIÓN JUVENIL DE TOREO BUENO

Con el cuarto, Marco Pérez rozó el cielo. El de La Quinta, encastado y con transmisión, permitió que el joven mostrara todo su repertorio: cadencia, inteligencia y una muleta mandona y limpia. La faena fue de menos a más, con dos tandas al natural de máxima inspiración que hicieron vibrar al coso. La estocada fue un canto a la entrega. Dos orejas rotundas.

DESPEDIDA ENTRE LÁGRIMAS Y VERDAD

El quinto fue otra historia. Un imponente colorao de Juan Pedro Domecq recibió el saludo de un Bautista que, con verónicas de oro, abrió el alma en la arena. Brindó la faena a sus hijos, y el silencio de la plaza se volvió solemnidad. Toreó con el corazón, sintiéndose en plenitud, hasta que un derrote lo prendió de lleno. Un milagro lo libró de la tragedia. Se levantó, herido en el cuerpo, pero erguido en el alma, y terminó la faena entre los aplausos de un público entregado. La vuelta al ruedo fue más que un reconocimiento: fue una despedida con honores de héroe.

MARCO Y EL SILENCIO DEL ÚLTIMO COMPÁS

El sexto, jabonero de Juan Pedro, tuvo clase al principio, pero acabó rajándose. Marco Pérez inició de rodillas, con hondura y verdad, cuajando muletazos con empaque, pero la condición cambiante del toro terminó por cerrar las puertas del triunfo. Aun así, el torero dejó el alma en la arena, y el silencio del público fue más respetuoso que indiferente: fue un aplauso mudo a la torería sin premio.

UNA CORRIDA PARA LA HISTORIA: DE LA SABIDURÍA AL FUTURO

El ruedo de Istres fue escenario de una liturgia torera donde el respeto, la emoción y el legado se entrelazaron. Juan Bautista, que toreó como si no hubiera pasado el tiempo, siguió enseñando sin hablar, y Marco Pérez, que supo leer cada toro y cada pausa, respondió con el lenguaje del arte y la humildad.

En esta “Sincera Apuesta Triunfal”, no ganó uno ni perdió el otro: ganó el toreo. Ganó el mensaje de que hay futuro cuando hay verdad, y que la maestría no solo se mide en trofeos, sino en el modo en que se entrega el alma sobre la arena.

Istres, ese pequeño templo del sur de Francia, se convirtió en altar donde se selló un pacto eterno entre maestro y alumno, entre historia y porvenir, entre arte y emoción. Porque cuando la tauromaquia se viste de pureza, no hay edad ni frontera que la limite.

Ficha del Festejo:

Domingo 15 de junio, 2025 - Istres (Francia) - Plaza de toros de El Palio - Última de abono - Corrida de toros - Toros de Jandilla (1º-2º), La Quinta (3º-4º) y Juan Pedro Domecq (5º-6º) de variado juego y presentación. Juan Bautista (Terno tabaco y oro): Dos orejas y rabo, Oreja y Vuelta al ruedo. Marco Pérez (Terno grana y oro): Oreja, Dos orejas y Silencio. Incidencias: Saludó Mehdi Savalli en el sexto de la tarde tras parear correctamente.

  

 

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