19.06.2025 01:49 p.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
El torero colombiano Juan de Castilla afronta una semana clave en su carrera con tres compromisos de alto nivel en Mimizan (Francia), Pamplona y Céret, plazas exigentes que pondrán a prueba su autenticidad y madurez taurina. Con una muleta cargada de verdad y una trayectoria construida sin atajos, Juan representa con orgullo el presente de la tauromaquia colombiana en el corazón del toreo europeo.
Arbeláez – Colombia. En la liturgia del toreo, hay semanas que definen destinos y faenas que marcan épocas. La temporada europea entra en su punto más álgido y, entre los nombres que resuenan con fuerza por autenticidad y evolución, destaca el del torero colombiano Juan de Castilla. Su agenda inmediata lo coloca en el epicentro de la exigencia: tres compromisos, tres plazas de peso, tres oportunidades para ratificar su sitio en el circuito mayor. Con el alma calzada de verdad, Juan se prepara para cruzar umbrales de leyenda y demostrar, una vez más, que su tauromaquia no es pasajera, sino profunda y necesaria.
UNA TEMPORADA CON SABOR A VERDAD: FRANCIA Y PAMPLONA MARCAN EL PULSO DE UN TORERO EN PLENITUD
Con una verdad afilada en la muleta y un discurso taurino cada vez más consolidado, Juan de Castilla afronta una de las semanas más intensas de su carrera. Tres plazas, tres retos y un solo hilo conductor: la autenticidad. El torero antioqueño pisa fuerte en esta temporada europea y lo demuestra con una agenda cargada de exigencia, profundidad y simbolismo.
28 DE JUNIO: MIMIZAN – FRANCIA, PASIÓN GALA CON ACENTO COLOMBIANO
La localidad francesa de Mimizan será el primer escenario de esta tríada de compromisos que enmarcan la evolución profesional del colombiano. Allí compartirá cartel con dos toreros de estilos contrastados: Morenito de Aranda, de sobrada clase y regusto castellano, y Samuel Navalón, joven valor con proyección. Se enfrentarán a un encierro de la ganadería Pagés-Mailhan, conocida por su regularidad en presentación y juego, lo que asegura una tarde con posibilidades de triunfo y expresión.
Para Juan, la cita en Mimizan representa mucho más que una fecha en el calendario. Francia le ha abierto las puertas de las plazas más puristas, donde el toro es juez y el público, afición verdadera. La fidelidad del aficionado francés a la integridad y al temple le sienta bien a un torero que apuesta por la verdad sin afeites.
12 DE JULIO: PAMPLONA – DEBUT CON PESO EN SAN FERMÍN
Pocas ferias en el mundo pesan tanto como San Fermín, y Pamplona impone respeto desde el paseíllo. El sábado 12 de julio, Juan de Castilla hará su debut en esta feria legendaria, acompañado por dos veteranos de guerra brava: Rafaelillo y Fernando Robleño. La terna se enfrentará a los legendarios toros de José Escolar, sinónimo de seriedad, casta y emoción seca. Escolar no perdona errores y premia la firmeza. No se trata solo de torear, sino de resistir y mandar.
Esta presentación en la capital navarra tiene un valor simbólico para el colombiano: es el reconocimiento de una trayectoria que se ha labrado sin atajos, a base de méritos propios, puertas grandes y tardes de compromiso. Pamplona es un sueño antiguo, y Juan lo afronta con el compromiso de quien sabe que no hay segunda oportunidad en tierras de toro íntegro.
13 DE JULIO: CÉRET – CUMBRE DEL RIGOR TORISTA
Solo 24 horas después, Juan de Castilla se trasladará a Céret, una de las plazas con mayor contenido torista de toda Europa. Allí lidiará un encierro de los temidos toros de Sobral (anteriormente Hdras. de Bohórquez), ganadería exigente que se presenta como uno de los platos fuertes del ciclo francés. Hará el paseíllo junto a dos toreros curtidos en batallas de máxima dificultad: Curro Díaz, figura del temple eterno, y nuevamente Fernando Robleño, quien completa con Castilla un binomio que huele a valor y compromiso.
En Céret, el toro es rey y el espectáculo se rige por el criterio más puro del aficionado francés. No hay espacio para lo accesorio. Aquí se mide el fondo, la actitud y la técnica. Para Juan, es la oportunidad de reafirmarse como un torero de afición sólida, capaz de hilvanar estética con aguante y mando. Su presencia en esta feria es una confirmación más de que su nombre ya circula con peso propio en los ambientes donde se habla de tauromaquia con mayúsculas.
UN TORERO QUE HABLA EN VERDAD
Lo que se avecina para Juan de Castilla no es simplemente una semana con tres corridas. Es un test de madurez, una declaración de principios, una agenda que exige cuerpo y alma. Desde la Francia aficionada y profunda hasta la Pamplona que inmortaliza a quien convence, este periplo resume una forma de entender el toreo: sin disfraces, con el corazón por delante y la muleta cargada de argumentos.
Colombia sigue muy de cerca los pasos de su torero. Juan no solo representa el presente de la tauromaquia nacional; es también el puente con una afición internacional que reconoce la autenticidad. Las cartas están sobre la mesa. El toro dictará sentencia. Y Juan de Castilla, como en tantas otras tardes, irá con la única armadura que conoce: la del compromiso con su vocación.
El ruedo lo espera.