30.12.2025 07:41 a.m.
Redacción: Andrey Gerardo Márquez Garzón
Una noche de técnica, temple y mando absoluto, inmortalizada por Gerardo Márquez Garzón, donde César Rincón dejó una cátedra de tauromaquia auténtica.
Cali - Colombia. En las fotografías de la noche donde César Rincón dejó una enorme lección de maestría torera, captadas por el lente preciso de Gerardo Márquez Garzón, no hay instante menor: todo es temple, colocación y verdad. El diestro colombiano aparece asentado, con el peso repartido, cargando la suerte con naturalidad antigua, llevando al toro cosido a la muleta en tandas profundas y mandonas. La luz nocturna recorta la figura y subraya la quietud, esa quietud que no es inmovilidad, sino dominio, mientras el cite se hace con los vuelos bajos y la embestida se gobierna con muñeca firme y compás abierto. Cada pase es un tratado de distancia y tiempos; cada remate, una rúbrica de torero hecho y derecho.
La secuencia fotográfica narra una faena construida desde el entendimiento: toque justo, colocación milimétrica y un trazo largo que somete sin brusquedad. Rincón no fuerza; manda. Se palpa la lectura del toro, la corrección en la altura de la muleta, el paso atrás cuando corresponde y el paso al frente para cargar la suerte. La estocada, anunciada por la serenidad del torero, cae como sentencia de oficio consumado. Márquez Garzón fija la esencia: la autoridad tranquila del maestro que enseña que la tauromaquia, cuando se hace con verdad, no necesita aspavientos para conmover.
