La Verdad de Juan de Castilla

La Verdad de Juan de Castilla

31.08.2025  06:20 a.m.

Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora

El torero colombiano Juan de Castilla atraviesa uno de los trances más duros de su vida profesional tras sufrir una gravísima cornada triple en Bayona. Su sinceridad con la profesión, marcada por entrega absoluta y fidelidad a su verdad torera, lo mantiene aferrado al ruedo incluso en medio del dolor. La tauromaquia vuelve a mostrar su cara más amarga, y a la vez más sincera: la del hombre que se juega todo por expresar su verdad.

Arbeláez - Colombia. El toreo no concede treguas ni admite imposturas. En el ruedo, cada gesto se mide en verdad o en vacío, y quien se entrega sin reservas queda expuesto tanto al triunfo como a la tragedia. Juan de Castilla, fiel a esa liturgia que exige jugarse la vida sin simulacros, sufrió en Bayona la cornada más dura de su carrera. Y, sin embargo, en ese instante límite, su nombre quedó ligado a lo que define a los grandes toreros: la sinceridad con la que han hecho de su profesión un camino irrenunciable.

LA SINCERIDAD COMO FORMA DE VIDA

Hay toreros que torean con estética, otros con raza, algunos con técnica depurada, y están los que lo hacen con una virtud más difícil de alcanzar: la sinceridad. Juan de Castilla pertenece a esta última estirpe. El colombiano ha labrado su camino a golpe de pureza y entrega, firmando una temporada sólida que lo tenía en puertas de citas mayores, cuando el destino, con la crudeza que solo la tauromaquia sabe imponer, le asestó una cornada triple de las que marcan para siempre.

EL TRANCE DE BAYONA

Bayona vivía la tercera de su Feria del Atlántico cuando el primero de Araúz de Robles, un toro exigente y áspero, quiso cobrarse la vida del colombiano en los terrenos más comprometidos de la faena. Allí, donde los toreros dejan de ser intérpretes para convertirse en verdad desnuda, Juan de Castilla fue prendido de forma dramática. El pitón le alcanzó en la zona inguinal, provocando una hemorragia intensa que exigió su evacuación inmediata. La plaza, que había concedido la oreja a su obra de entrega, quedó helada.

En la enfermería fue estabilizado a contrarreloj antes de ser trasladado a la Clínica Belharra, donde los cirujanos lucharon contra las tres trayectorias que dejó el astado: una de 25 centímetros en el muslo, otra de 10 y una tercera, la más delicada, de 25 centímetros ascendentes, a milímetros del ano, la femoral y el nervio ciático. La frontera entre la vida y la muerte se dibujó con precisión quirúrgica, y la fortuna quiso que el pitón solo rozara sin alcanzar los vasos vitales.

EL MILAGRO DENTRO DE LA TRAGEDIA

Su apoderado, Jesús Salas, lo resumía con crudeza y gratitud: “Ha sido un milagro; el pitón pasó rozando las zonas vitales. Dentro de la gravedad, ha tenido suerte”. Y no es casualidad que el torero, aún en la unidad de cuidados intensivos, preguntara por sus próximos compromisos en Dax y Madrid. La mente del torero no habita en la cama del hospital, sino en el ruedo, donde su verdad lo reclama.

UN CAMINO FORJADO EN LA ENTREGA

Lo de Juan de Castilla no es una pose, ni un gesto de cara a la galería. Su trayectoria lo confirma: cada tarde ha demostrado que su concepto del toreo no admite concesiones. Su temporada, venía siendo un ejemplo de regularidad, madurez y hambre por abrirse camino en las plazas grandes de Europa. La cornada de Bayona no es un accidente aislado: es la consecuencia natural de una carrera cimentada en terrenos donde la mentira no cabe.

LA SINCERIDAD QUE DUELE Y ENGRANDECE

La tauromaquia, que tantas veces hiere, también es espejo fiel del alma torera. Y en el caso del colombiano, el espejo refleja una palabra que resume su trayectoria: sinceridad. Ser sincero en el ruedo significa estar dispuesto a dejar que el toro te atraviese, literal y simbólicamente, por expresar la verdad de tu concepto. Por eso, aunque su temporada ha quedado truncada, su figura se agiganta en la memoria colectiva de la afición.

LO QUE VIENE

El futuro de Juan de Castilla dependerá de su evolución médica, con las próximas 48 horas como clave para descartar complicaciones internas. Su entorno se muestra optimista, aunque cauteloso. Si algo queda claro es que, tan pronto como su cuerpo lo permita, el torero colombiano buscará volver a vestirse de luces. Porque la sinceridad con su profesión no admite pausas prolongadas: es un compromiso vital que no se negocia.

EN SÍNTESIS

La cornada de Bayona es, sin duda, uno de los capítulos más duros en la carrera de Juan de Castilla. Pero también es un recordatorio brutal de que la tauromaquia se sustenta en hombres que, como él, se entregan con sinceridad absoluta a su arte. Allí donde otros ven tragedia, el colombiano ve verdad. Y esa es la razón por la que, más allá de sus heridas, su nombre quedará inscrito en la memoria del toreo con letras de pureza.

  

 

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