Las Ventas: Castilla Pone la Sensatez, Ritter Gana Peso en el Cartel

Las Ventas: Castilla Pone la Sensatez, Ritter Gana Peso en el Cartel

14.09.2025  02:38 p.m.

Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora

En un desafío ganadero de escaso contenido entre Rehuelga y Escolar en Las Ventas, Juan de Castilla volvió a dejar constancia de su temple y sentido de la lidia, aunque sin brillo artístico, mientras Sebastián Ritter, firme y solvente, refrendó la importancia de su inclusión en un cartel que exigía oficio y resistencia más que inspiración.

Ubaté - Colombia.  La corrida de este domingo en Las Ventas, planteada como desafío ganadero entre Rehuelga y José Escolar, terminó convertida en un examen de paciencia y profesionalidad más que en un espectáculo de bravura. Con un encierro de poco fondo y escasa transmisión, los toreros tuvieron que recurrir al oficio y la serenidad para sostener la tarde. En ese escenario adverso, Juan de Castilla brilló por la claridad de sus decisiones y el rigor en su planteamiento, mientras que Sebastián Ritter, firme y solvente, justificó la importancia de su presencia en el cartel pese a la falta de opciones de lucimiento.

LA FAENA DE LA SENSATEZ

La primera plaza del mundo abría de nuevo sus puertas para un desafío ganadero entre los hierros de Rehuelga y José Escolar, que dejó un sabor amargo en los tendidos. En medio de una corrida deslucida por la falta de bravura y entrega de los astados, emergió la figura de Juan de Castilla, que, aun sin alcanzar cotas estéticas de impacto, mantuvo la dignidad de la tarde a base de técnica y serenidad.

El colombiano, conocedor de los terrenos y de la condición reservona de los toros, optó por la vía de la sensatez taurina: faenas planteadas con mando, toques precisos y un pulso frío ante embestidas que venían cruzadas, cortas y con poca entrega. En el tercero de Rehuelga, que exigía estar muy cruzado y tragar más de la cuenta, Castilla se mostró sólido, logrando algunos derechazos de trazo templado que arrancaron la única ovación de la tarde. No fue faena de lucimiento, sino de coherencia profesional, la de quien sabe que el lucimiento se vuelve imposible si no hay materia prima que embista con codicia.

Ante su segundo, un Escolar defensivo y reponedor, no se dio coba: prefirió mostrarlo, entenderlo pronto y abreviar. Una decisión sabia, que evitó el tedio y demostró una claridad de ideas que hoy, más que nunca, revaloriza su posición en una temporada donde la verdad del ruedo vale más que los alardes vacíos.

RITTER: FIRMEZA Y NECESIDAD DE CARTEL

La sustitución de Damián Castaño por Sebastián Ritter suponía un desafío personal para el torero cafetero. La tarde le ofreció pocas opciones de lucimiento, pero en Madrid lo fundamental era sostener la seriedad y justificar su puesto en un cartel de exigencia. Ritter lo entendió y se aplicó en una línea de firmeza sin alardes, resolviendo con solvencia dos toros de escasa transmisión.

En el primero de su lote, un Rehuelga medido y sin motor, logró sujetarlo y robarle algunas tandas con actitud, aunque sin vuelo artístico. Su segundo, un Escolar reservón y arreón, apenas permitió el intento de faena. Ritter no se adornó ni buscó fuegos artificiales imposibles: cumplió con oficio, consciente de que su gran triunfo era reafirmar que puede estar en este tipo de compromisos y responder con seriedad allí donde otros hubieran naufragado.

Ese poso de solvencia, sin necesidad de estridencias, es lo que da sentido a su nombre en el cartel: la importancia de estar, de hacerse presente en el ruedo de Madrid y responder con la sobriedad que demanda la catedral del toreo.

ANDRADES, VALOR SIN REDENCIÓN

En medio de los dos colombianos, el jerezano Miguel Andrades confirmaba alternativa con un lote áspero y poco agradecido. Su valor, indiscutible, le llevó incluso a resultar prendido por el pecho en su primero, del que salió milagrosamente ileso. Sin embargo, su confirmación no tuvo brillo, pues ni la espada ni la condición de sus toros le permitieron redondear. Su voluntad quedó patente, pero el balance artístico fue gris, igual que la tarde.

UNA TARDE DE SOMBRAS CON DOS LUCES

El desafío ganadero prometía emoción, pero dejó en la retina de los aficionados una corrida de escaso contenido, donde el protagonismo recayó en dos actitudes distintas pero complementarias:

- La sensatez de Juan de Castilla, que aportó seriedad y madurez a una tarde en la que solo se podía navegar con técnica.

- La importancia de Ritter en el cartel, que no se dejó arrastrar por la mediocridad de la corrida y respondió con firmeza a la confianza depositada en él.

Ambos, sin cortar orejas ni levantar pasiones, salieron con la conciencia intacta de haber defendido su sitio en Las Ventas. Porque en tardes grises, cuando el ganado no da opciones, la diferencia entre hundirse y sostener la tarde está en la cabeza fría y el oficio.

Y ahí, tanto Castilla como Ritter, dejaron el sello de toreros que saben estar.

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