Los de Reparto en Arbeláez: Los de Plata y Varilargueros Brillaron

Los de Reparto en Arbeláez: Los de Plata y Varilargueros Brillaron

18.08.2025  11:04 a.m.

Redacción: Juan Pablo Garzón Vásquez

La corrida en Arbeláez dejó como grandes protagonistas a los subalternos, varilargueros y auxiliares. Con temple, valor y oficio, demostraron su importancia histórica dentro de la tauromaquia, recibiendo el reconocimiento del público por su impecable labor en la brega, las banderillas y el tercio de varas.

Arbeláez – Colombia. En una tarde cargada de emoción, en la que el protagonismo de los matadores y rejoneadores parecía estar escrito de antemano, fueron los subalternos, varilargueros y auxiliares quienes terminaron robándose un espacio de gloria en la plaza de toros de Arbeláez. Su temple, profesionalismo y entrega no pasaron inadvertidos ante un público que supo reconocer la importancia histórica de quienes, desde la segunda línea, han sostenido durante siglos el arte y la liturgia del toreo.

LA HUELLA HISTÓRICA DE LOS SUBALTERNOS

El toreo no sería el mismo sin la figura de los subalternos. Desde tiempos remotos, estos hombres han representado la base silenciosa y heroica de la corrida: los que con capa o con vara miden la bravura del toro, templando embestidas y abriendo los caminos para que el maestro pueda lucirse en su faena. Varilargueros, banderilleros, peones de brega y auxiliares conforman ese ejército de plata y seda que, con discreción, sostiene la grandeza del espectáculo taurino. Su papel va más allá de lo técnico: aportan seguridad, orden y entrega, convirtiéndose en guardianes del rito.

EL PROTAGONISMO DE LOS HOMBRES DE PLATA Y LOS VARILARGUEROS

La corrida en Arbeláez fue testigo de este legado. Desde el primer toro, cuando el rejoneador Andrés Ruiz hizo el paseíllo, la brega precisa del auxiliar Iván Darío Giraldo y el quite oportuno del novillero Anderson Sánchez marcaron la pauta de coordinación y entrega. Su acción permitió al rejoneador templar la lidia y al público disfrutar con seguridad.

En el segundo toro, bajo la muleta de Moreno Muñoz, la cuadrilla se entregó: el hombre de plata Andrés Herrera condujo discretamente al astado, mientras Arledy Gutiérrez se ajustó con gallardía en el embroque colocando un par que levantó olés, y Brian Valencia clavó en lo alto, demostrando valor y precisión.

La faena del tercer toro, con Leandro de Andalucía como protagonista, volvió a poner en primer plano a los subalternos. Arledy Gutiérrez abrió el percal con maestría, conduciendo al toro con temple y criterio; Brian Valencia volvió a sobresalir con un par de banderillas vibrante, mientras que Andrés Herrera no halló fortuna en su turno.

El cuarto toro fue espejo del primero: nuevamente Andrés Ruiz en el ruedo, auxiliado con eficacia por Iván Darío Giraldo, siempre oportuno, y el quite sereno de Anderson Sánchez, que paró los pies con valentía.

El quinto toro de la tarde devolvió el brillo a la cuadrilla de Moreno Muñoz: Andrés Herrera se creció en la brega, templando cada embestida con la suavidad del oficio; Iván Darío Giraldo puso un par sólido y Brian Valencia, aunque vio partirse los palos al martillar, no perdió el mérito de su entrega, que fue reconocida en los tendidos.

La tarde alcanzó uno de sus puntos álgidos con el sexto toro, lidiado por Leandro de Andalucía. Arledy Gutiérrez volvió a mostrar oficio en la brega, Andrés Herrera dejó buenos pares, y el momento cumbre llegó con Brian Valencia, quien clavó un par extraordinario que lo obligó a desmonterarse entre una sonora ovación. Fue la guinda perfecta para su tarde redonda.

EL RECONOCIMIENTO A LOS VARILARGUEROS

Mención especial merecen los varilargueros, verdaderos termómetros de la bravura. Juan Esteban García, en el segundo y quinto toro, y Edgar Arandia, en el tercero y sexto, ejecutaron su labor con precisión, midiendo el castigo y colocando la vara con maestría. Cada puyazo fue dosificado con criterio, dejando que los toros conservaran su emoción y recorrido, lo que despertó la gratitud del público. Ambos recibieron el reconocimiento merecido, demostrando que la vara sigue siendo escuela y verdad en el toreo.

UNA TARDE QUE REIVINDICÓ A LOS SUBALTERNOS

Arbeláez vivió una corrida en la que los hombres de plata y los varilargueros elevaron la categoría del espectáculo. El oficio, la valentía y la entrega de cada uno de ellos recordaron que el toreo es un engranaje en el que cada pieza es fundamental. El público, sensible y generoso, aplaudió su trabajo, consciente de que sin ellos la lidia carecería de alma.

En suma, fue una tarde donde los protagonistas no solo fueron los matadores y rejoneadores, sino también esos toreros de plata y varilargueros que, con discreción y heroicidad, sostienen la grandeza de la fiesta.

  

 

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