Los Sinsabores del Escalafón

Los Sinsabores del Escalafón

09.09.2025  09:36 a.m.

Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora

Alejandro Talavante lidera el escalafón en números, pero no en memoria ni emoción. Mientras tanto, Emilio de Justo, Borja Jiménez, Juan Ortega y Morante de la Puebla han marcado la temporada con autenticidad, hondura y verdad, dejando al extremeño como un rey sin reino en el recuerdo del aficionado.

Arbeláez - Colombia. El toreo, arte efímero y de memoria, suele encontrar contradicciones entre lo que dictan las cifras y lo que permanece en la retina del aficionado. Esta temporada, el escalafón, esa tabla fría que todo lo mide en números, se ha convertido en espejo distorsionado de una realidad que late con otro compás: el liderato de Alejandro Talavante contrasta con el vacío que ha dejado en el recuerdo colectivo, mientras que quienes le siguen en la clasificación han sabido escribir páginas hondas, vibrantes y trascendentes en los ruedos más exigentes.

El escalafón taurino 2025, con sus cifras de paseíllos, orejas y rabos, proclama como indiscutible líder a Alejandro Talavante: 48 corridas, 89 orejas y 6 rabos. Un registro que, sobre el papel, resultaría apabullante. Sin embargo, en el verdadero termómetro de la temporada, la memoria y la emoción de los aficionados, la aritmética se desploma. La paradoja es evidente: el número uno de las estadísticas ha sido, al mismo tiempo, el gran ausente del año.

Talavante, un torero de concepto y de poso reconocido, ha vivido un año en el que la cantidad ha devorado a la calidad. Su paso por plazas y carteles se ha traducido en triunfos numéricos, pero sin dejar esa impronta que marca épocas. El extremeño, más coleccionista de trofeos que protagonista de emociones, ha toreado mucho y trascendido poco, convirtiéndose en un líder de escalafón sin cetro artístico, un rey de números en un reino donde no se le reconoce como tal.

Mientras tanto, los nombres que ocupan los puestos siguientes han sabido construir relatos con alma propia. Emilio de Justo, con 46 paseíllos, ha ofrecido una temporada cimentada en la seriedad y la solidez, afianzándose como un torero fiable que nunca defrauda. Borja Jiménez, tercero en la lista, ha firmado una temporada arrolladora, dejando la huella de un torero en crecimiento que se justifica tarde tras tarde en las ferias de mayor compromiso, con momentos que ya son historia reciente.

Juan Ortega, con menos orejas que otros, ha sido quizá el que más ha conmovido: su verónica honda, su natural perfumado, no caben en las cuentas del escalafón, pero sí en el recuerdo imborrable de quienes lo han vivido. Y Morante de la Puebla, quinto en números, pero primero en sensibilidad, volvió a recordarnos que el toreo se mide en alma y no en estadísticas. El sevillano, que perdió casi todo agosto por una cornada en Pontevedra, regaló muletazos convertidos en auténticos acontecimientos.

El contraste resulta incómodo: Talavante encabeza las cifras, pero su temporada es más invisible que la de toreros que ni siquiera figuran en esos puestos de privilegio. Roca Rey, ausente por decisión propia de esta lucha numérica, será más recordado en los balances del año. Lo mismo Diego Urdiales o Pablo Aguado, que, sin encabezar ninguna tabla, han sembrado más conversación, emoción y verdad que el propio líder oficial.

La gran paradoja queda servida: el escalafón sigue sin medir lo intangible, sin reconocer los silencios que pesan más que una oreja, las ovaciones sin premio que valen más que un rabo, ni las imágenes imborrables que definen un año. Hasta que ese día llegue, se repetirán los sinsabores: Talavante, primero en el escalafón… y último en la memoria del aficionado.

  

 

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