01.05.2015 18:08
Redacción: Barquerito - Cronicatoro.com - Web Aliada
El torero de la Fuente de San Esteban confirma en Madrid los rumores sobre su capacidad y su talento, pero falla con los aceros. El francés Clemente, gran estoqueador
Madrid - España. El de boca en boca campero y charro venía hablando mucho y bien de Alejandro Marcos. El nuevo torero de la Fuente de San Esteban, la gran encrucijada del toro de Salamanca. Era el debut en Madrid. Veintiún años recién cumplidos –ni precoz ni talludo-, juncal figura, aire seguro, el aura de quien confía en sí mismo.
El sello de los toreros de escuela aventajados. Sello traducido en recursos, repertorio, academicismo, facilidad e inteligencia de las cosas. El torear con razón. Y, en fin, el sitio y hasta el acento tan ortodoxo de los aspirantes que se cuajan en el campo de Salamanca. Un torero perfeccionista. La huella clara de los que torean de salón sin desmayar y a diario. Engaños de pequeñas dimensiones: de buen vuelo el capote, muleta planchada y de peso en apariencia ligero.
Y una espada, sin embargo, mal afilada. Sin cruzar y al salto los cuatro intentos de matar por derecho: tres en el novillo del estreno, dos en el sexto, y el segundo de esos dos, una estocada atravesadísima que hizo guardia y no dejó al toro descubrir a la hora del descabello. La empuñadura del estoque se quedó tan enhebrada entre carne y piel que no hubo manera de desenterrarla. Diez golpes de verduguillo. Un aviso en cada toro porque, herido de estocada ladeada, el tercer novillo barbeó agónico un buen rato antes de doblar y porque la faena del sexto, bastante más laboriosa que la primera, se pasó de metraje sin sentir. Punto y aparte la espada. Sin contar con ella, impresión más que notable de torero fresco y hecho, visiblemente vocacional, de sorprendente soltura, capaz de improvisar y resolver.
La primera aparición de Alejandro pudo ser fatal: un quite por chicuelinas al segundo novillo de la tarde, con el que hacía su presentación en Madrid Clemente Dubecq, alias Clemente a secas, francés de Burdeos. Solo en el primer lance del quite salió Alejandro cogido, arrollado y feamente volteado. La caída, muy fea, sobre la misma castañeta. Renuncia forzosa al quite.
Pero ya en el toro primero que iba a matar, dejó claro Marcos que maneja la capa con ciencia y temple. Lances a pies juntos graciosos, un galleo airoso para llevar el toro al caballo, la pureza del quite auténtico tras la primera vara –de sacar al toro del caballo a una mano-, una fastuosa variedad de lances también a una mano, de adorno o de gobierno, recursos para fijar al sexto novillo, muy abanto y distraído de salida. Y, en fin, dos faenas de rica precisión con dos novillos muy diferentes: un tercero colorado de muy buen son por la mano derecha y un sexto frágil que ni descolgó ni terminó de emplearse.
Dos faenas distintas, pero de llamativa resolución, bien elegidos los terrenos y no tanto las distancias, armadas en tandas ligadas y siempre abrochadas con buenos inventos. Ligar el molinete con el de pecho, convertir un desplante en una suerte de dominio, el abanico, el natural ligado con el de pecho auténtico, ligar el de pecho con el del desdén. Y la pureza de torear por abajo, no perder pasos ni sufrir enganchones, la muleta por delante.
Un gusto tal vez exagerado del toreo de perfil tomado del repertorio de José Tomás tanto como la manera de ganar pasito a paso el pitón contrario. Tendencia a cobrar el natural por fuera y encima. Ritmo soberbio con la mano derecha. Limpio encaje. Mucha intensidad y un punto de velocidad también. Algo impostados los andares. Torero sin rutina, sin embargo. Y el valor: dos veces lo cogió el novillo del que iba a haber sido su primer triunfo redondo –el de la presentación- y no hizo la cosa mella. La torería ganará peso y poso con el tiempo. Lo tiene todo para funcionar. Todo menos la espada.
Espada formidable, en cambio, la de Clemente. Una estocada extraordinaria para casi fulminar al novillo del debut; y otra distinta pero igual de distinguida –la manera de echar el engaño a la pezuña- para acabar con el quinto. Torero firme. Siempre encajado, incluso en los momentos de apuro, calmoso. El desaire de dos o tres desarmes. Un punto de estudiada monotonía. La frialdad relativa que se atribuye a los toreros franceses. Buena compostura: un parecido de imagen con un torero tan “de Madrid” como Pepín Jiménez.
El ya veterano Juan Miguel Benito, madrileño de Colmenar de Oreja, cumplió porfión. El sobrero de Puerto de San Lorenzo, muy en aire Atanasio, de más movilidad que entrega, le vino grande. No dio con la tecla del mansito pero bondadoso cuarto, que no paró de mugir.
Ficha de la Corrida
Madrid, 1 mayo. 1ª de la Feria de la CAM. Un cuarto de plaza. Función de dos horas y treinta minutos. Cinco novillos de González Sánchez-Dalp y uno, sobrero, -1º bis- de Puerto de San Lorenzo (Lorenzo Fraile). Segundo y tercero de los González dieron muy buen juego. Astifinos todos, muy hechos. El novillo de Fraile, de buen son. Juan Miguel Benito, silencio tras un aviso en los dos. Clemente, saludos y silencio. Alejandro Marcos, saludos tras un aviso y palmas tras aviso. Incidencias: Picó muy bien al sexto Óscar Bernal.