MADRID 3ª SAN ISIDRO: MORA, MORENITO Y UN GRAN SOBRERO DE EL RISCO

10.05.2015  18:08

Redacción: Barquerito - Cronicatoro.com - Web Aliada

Malogrados dos toros de Valdefresno de excelente apuntes, corrida de casi tres horas, espectáculo muy notable pese a su extensión y dos toreros con hambre de triunfo

Madrid - España. Espectáculo boscoso: casi tres horas de función, dos sobreros, toros de tres hierros y tres encastes, y embistieron todos menos dos, muy decididos los tres espadas, primer domingo de San Isidro,  público de fácil contento. Estaban sorteados seis toros de Valdefresno. Llamativa variedad de hechuras y de pintas, porque el patrón de origen –Conde de la Corte- es el pelo negro y esta vez saltaron hasta dos colorados. Los colorados, de remate parejo, abiertos en lotes distintos. Tuvo buen aire el cuarto, que reculaba antes de venirse pero se vino con entrega. Salió manso el sexto, el peor de la corrida.

Los dos valdefresnos de más bellas hechuras y mejores apuntes –tercero y quinto- fueron toros sin fortuna. Se torció el destino. Ninguno de los dos llegaba a los 500 kilos y tal vez por eso protestaron de salida al uno. No al otro, porque el quinto, señales inequívocas de bravura desde la misma aparición- se hizo respetar, ¡y cómo! Solo que el tercero, muy astifino, descolgado desde el primer viaje, romaneó y peleó en una primera vara como no lo había hecho en la feria ninguno de los quince toros hasta entonces vistos. Y como lo harán muy pocos de ahora en adelante. Fue, con todo, puyazo lesivo porque el toro estaba frágil de apoyos. Perdió las manos en la segunda vara, había claudicar antes y fue devuelto. Toro de reata importante: Pitillero.

Antes de malograrse, el quinto, armónico trapío, había parecido el toro de la feria: el estilo, el temple al viajar, la entrega en el caballo pese a que lo dejaron ir al castigo corrido en una primera vara y al relance en la segunda, y salió de bravo en las dos bazas. Saldívar hizo un quite vistoso pero forzado por lances de El Zapopán. La gente celebra los quites floridos sea cual sea su razón. Morenito de Aranda replicó en el mismo platillo con verónicas de justo vuelo y media acaracolada. Entonces se dejó ver en serio el fondo del toro.

Adalid quiso lucirse en banderillas –preparativos excesivos, cite muy de largo- y en la salida del primer par el toro persiguió de bravo. Al ser cortado se rompió una mano. Fue devuelto. Un detalle: la gente ovacionó al toro al ser envuelto por los bueyes y casi trotar cojeando en el camino de vuelta a corrales.

El primer valdefresno, muy en Lisardo, hondo, bajo y frentudo, armado hasta los dientes, tuvo mucha nobleza, pero querencia a tablas; también las tuvo un segundo de remate del todo diferente –zancudo, acapachado, alto de agujas- y con ese raro aire de los mansos encastados que pelean en la puerta de chiqueros sin defenderse. Los dos sobreros, cinqueños, fueron también diferentes: el tercero bis, de sangre Torrealta, algo abisontado, se vino abajo enseguida, un toro flojito; el quinto bis, un raboso-aldeanueva del hierro de El Risco, alirado de cuerna, corto de cuello, pechugón, con mucha plaza, tuvo singular personalidad, fijeza, un motor de repetición bien engrasado y el aire bravo de los toros a más. Toro de triunfo, y triunfó con él Morenito de Aranda, fue el único de esta corrida tan variada honrado en el arrastre con palmas.

Pese a todo, no fue corrida laberíntica ni rompecabezas. Saldívar se llevó el lote de peor sino y no entró en la pelea. Estuvo valiente, se templó con el sexto antes de que el toro diera en sentarse, pegarse dos costaladas y buscara las tablas y hasta firmó un muletazo de esos raros que no suelen verse: la trinchera molinete, mitad y mitad, ni una cosa ni otra, pero las dos juntas.

Eugenio de Mora y Morenito de Aranda salieron por todas. Como si la temporada entera les fuera en esta corrida. Muy seguros uno y otro. Cada uno en su palo y con toros bien distintos. Faenas largas, las cuatro. Más breves, habrían sido más redondas. Firmeza fantástica de Eugenio: ni un solo paso atrás con el descaradísimo primero, astifino de cepa a pitón. Dos tandas soberbias con la izquierda: el temple, la postura, la ligazón, el ajuste. Inteligencia para sujetar al toro lejos de querencia. Paciencia para buscar y encontrar el cómo del toro, bien lucido en sus manos. Un pinchazo sin soltar, una entera ladeada, cuatro descabellos.

Morenito, recibido con una ovación al final del paseo –las dos orejas del 2 de mayo a un gran toro de Montealto-, le hizo al segundo una faena de hasta tres tramos. Un primero al aire del toro y, por tanto, indefinido; un segundo con abuso del toreo rehilado y no ligado propiamente; y un tercero y último en la misma querencia del toro, la puerta de toriles, que tuvo emoción, grandeza, la fe de los toreros de recursos y bravura de torero desatado. Media estocada tendida.

Eugenio, ajustado en una madeja de hasta diez lances en el recibo del cuarto –mandiles emocionantes por lo ceñidos-, abrió de rodillas y por alto, y por sorpresa, una faena de ritmo sostenido, ideas claras, toreo despacioso en redondo, tandas abundantes, algo corto el vuelo de la muleta, grandes pases de pecho, y soluciones arriesgadas porque el toro se acostaba protestando por la mano izquierda. Una estocada desprendida. Oreja de ley.

Y, en fin, el sobrero de El Risco, “Fogoso”, que lo dio todo, y todo lo dio Morenito. Un quite atrevido de Saldívar –dos navarras, dos tafalleras y serpentina- y una faena del torero burgalés donde convivieron casi a partes pares las pinturerías con el toreo de fondo –por la mano derecha casi en exclusiva- y los remates excelentes de pecho y trinchera, o las dos cosas. Faena en casi un solo terreno, lo que habla mejor que nada de los dos protagonistas. ¿Alguna pausa de más? Pesaban los caros viajes del toro, que no humillaba pese a estar descolgado cada vez que tomaba engaño. Siete tandas y pico. Diez minutos y pico de trasteo. Una estocada ladeadilla, un aviso, una oreja, la tercera que cosecha Morenito en Madrid en este mes de las flores.

Ficha de la Corrida

Madrid. 10 mayo. Primavera, las banderas a plomo. Casi tres cuartos de plaza. Dos horas y cuarenta  minutos de función. Cuatro toros de Valdefresno (José Enrique y Nicolás Fraile) y dos sobreros -3º bis y 5º bis- de Hermanos Revesado y El Risco (José Vidal Ramos), respectivamente. Eugenio de Mora, saludos tras un aviso y una oreja. Morenito de Aranda, saludos tras un aviso y oreja tras un aviso. Arturo Saldívar, silencio en los dos.

  

 

 

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