13.05.2015 23:12
Redacción: Barquerito - Cronicatoro.com - Web Aliada
Sentido de la medida y del toreo, armonía y temple en un trabajo de sobresaliente seguridad. Solo un toro bravo y bueno –el del triunfo- en la corrida de El Ventorrillo.
Madrid - España. Se jugaron por delante dos toros cinqueños que no parecían sobrantes de camada. Bien hechos los dos. Apagado hasta la exasperación, con aire de convaleciente el primero, negro. Castaño albardado el segundo, casi 600 kilos en báscula, no tan mansito ni tan inocuo como el primero. Rebrincado y claudicante. Se vivieron sendos tercios de banderillas inacabables. Morosidad abusiva de Padilla. “¡Que es pa´hoy…!”, un aviso clásico de las Ventas. Los banderilleros de El Cid se llamaron andana. El toro, que había venido midiendo por encima de las esclavinas, escarbó. El Cid trató en vano de darse coba con cites en uve. No lo vio El Cid con la espada: tres pinchazos, una entera soltando el engaño. Después de un metisaca en los blandos, Padilla enterró una estocada, Pitaron con ganas en el arrastres a los dos toros. Ironías de los mayorales: el toro de El Cid se llamaba Bravo.
El tercero fue el toro de la tarde. El único de una tarde tórrida, sofocante. La calima tenía teñido de ceniza el cielo. Irrespirable. Negro gargantillo, terciado, ligeramente protestado, el clásico corto de manos y culopollo de Juan Pedro. Y su bondad. También. Talavante lo fijó con airosos delantales –cinco seguidos sin rectificar, y ganando un paso al reunirse-.media muy armónica y una larga con cambio de mano singular. Del repertorio mexicano, que Talavante domina hace tiempo. No es de ahora ni de ayer. Un volatín completo al enterrar el pitón derecho antes de varas no mermó la voluntad del toro, sino que pareció templarlo. Dos varas, solo lo justo, y el toro se empleó. Picó con tino y tiento el joven Manuel Cid, ya tercera dinastía de grandes picadores sevillanos.
Con el toro bueno una faena impecable de Talavante. La estrategia: de antemano, la decisión tomada de medir el tiempo; la apertura caliente de largo, en los medios, la mano zurda, ajuste, ritmo y temple en una primera tanda perfecta; la solución de abundar sin abusar por esa mano tan poderosa, en una segunda tandas más corta y una tercera más barroca, porque a Talavante le gusta el barroco que liga dos de pecho y entre uno y otro el de la firma, en un palmo de terreno, casi a pies juntos, mínimo el compás.
El toro no tuvo por la mano diestra el son de la siniestra. Una mera tanda. Y el broche de una última, previa a la igualada, donde Talavante se explayó con su mano santa. Muy despacio. Una estocada tras largos preparativos. Sensación de torero en plenitud. México –su invierno- lo ha renovado, afianzado y refrescado.
Casi infame la segunda mitad de corrida. El segundo del lote de Talavante, sin fijeza ni ganas, un poco de genio incierto, probón y parado, no invitó a nada. Talavante tuvo la feliz idea de abreviar. Al segundo viaje, soltando engaño, cobró la estocada de pasaporte. El Cid, visiblemente desconfiado, molió a capotazos de doma al quinto, que estaba para el tinte antes del segundo puyazo, fue lidiado muy farragosamente y echó luego la cara arriba. El aire defensivo de los mansos. Este no paró hasta rajarse clamorosamente. El Cid se embarcó en un trasteo sin lógica, desangelado, reiterativo. Le pitaron antes de cambiar de espada. Los del “¡Pum petardo!”, que fue el caso, no estaba en su grada de todos los años.
Padilla, dos largas cambiadas en tablas para el recibo, hizo el gasto en banderillas con el cuarto –un excelente segundo par de poder a poder-, apostó por el toro cuando lo vio estirarse, lo pasó de rodillas sin gobierno y, antes de que el toro se parara en renuncio indisimulado, le pegó muchas voces. Ni caso. Una estocada tendida.
Ficha de la Corrida
Madrid, 13 may. 6ª de San Isidro. Calima, calor asfixiante. Casi lleno. Dos horas y dos minutos de función. Seis toros de El Ventorrillo (Fidel San Román). Juan José Padilla, silencio en los dos. El Cid, silencio en los dos. Alejandro Talavante, una oreja y silencio. Incidencias: Dos grandes pares de Juan José Trujillo al tercero.