MADRID 7ª DE SAN ISIDRO: MUY GRAVE PERCANCE DE JIMÉNEZ FORTES

14.05.2015  18:53

Redacción: Barquerito - Cronicatoro.com - Web Aliada

Dos cornadas en el cuello, tan aparatosas que muchos espectadores, al verlo inerte y sangrado, pensaron que la cornada era mortal. Pobre corrida de Salvador Domecq

Madrid - España. El sexto de corrida prendió de lleno a Saúl Jiménez Fortes en un cite de muleta con la izquierda y lo derribó. En el suelo lo buscó y de ahí lo levantó con gran violencia. El pitón en el cuello y probablemente detenido por el hueso maxilar, pues, si no, habría degollado al torero, que cayó como un fardo. Cuando lo alzaron las asistencias, Saúl, lasos brazos y piernas, llevaba el cuello todo tintado de sangre. Se oyeron gritos de terror en el tendido. La impresión primera fue fatal. Muchos pensaron que el torero iba muerto.

Quince minutos después se sucedió un goteo de partes oficiosos pero con una noticia mayor: el toro le habría pegado a Saúl dos cornadas, pero ninguna de las dos le habría atravesado el cuello. Recuperada la consciencia, con el ánimo tranquilo, se puso en manos de anestesistas y cirujano. Había pasado lo peor. Se estimaba que la mayor mancha del cuello y la chaquetilla era, en realidad, de sangre del toro, un cinqueño colorado y destartalado que Saúl había esperado a porta gayola para librar una larga afarolada de rodillas.

El toro salió de toriles sin fijeza y, al cobrar el farol, por la mano contraria a la del cite, le pasó rozando las sienes al torero malagueño. Lances en pie a suerte descargada pero de buenos brazos, y un remate a pies juntos en los medios cuando el toro se huía, fueron muy celebrados. La gente estaba con Saúl, que más valiente que temerario pero sin renunciar a su temeridad de siempre, y tan sereno como siempre también, se había ganado el favor de la inmensa mayoría en su primer turno.

Una oreja del tercero, el otro cinqueño de Toros de Salvador Domecq, una de las tres partes en que se dividió hace tres lustros la ganadería de El Torero. Este tercero, remangado y brocho, bajo de agujas y sin golpe de riñón –estuvo a punto de sentarse dos o tres veces, lo sostuvo la casta-, parecía, como sobrante de camada, un toro enanito. Correoso y con movilidad, rebrincado y brusco a veces, ganoso pero irregular.

El toro de la cogida,  640 kilos, de alzada descomunal, compensaría tamaños a la hora de abrirse los lotes. Ese sexto peleó en el caballo con el cuello y no con los riñones, salió rendido de la primera y casi única vara. Aunque parecía frágil, Saúl abrió faena con cuatro doblones que el toro tomó muy a su aire. Una primera tanda en redondo se saldó con dos enganchones y un desarme: el toro ni cabía en la muleta ni descolgaba sino que remataba viaje echando la cara arriba. Al arranque de la tercera tanda sobrevino la cogida.

De todo lo que Saúl hizo con el tercero –sostenerse con firmeza, pelearse impávido con ese viento tan traicionero de la plaza de Madrid, tratar de acompasarse a embestidas rebotadas- lo que más llegó al público fue una tanda tremenda de ajuste y riesgo por bernadinas –la muleta escondida detrás del cuerpo, mecida antes de la reunión, el pase por alto- en cada una de las cuales se mascó la cogida. Una estocada de gran fe. No perdonó Saúl ninguno de sus quites de turno: por lances de costadillo, tafalleras y larga al segundo de corrida, por gaoneras al quinto. De manera que, incluso a su pesar, él fue el torero de la tarde.

Silveti, sin recuperar de una cornada en el tobillo de solo la pasada semana en México, se estrelló con un segundo que solo pegó trallazos y se revolvía en un palmo buscando presa; y pecó de machacón con un quinto de mejor aire pero toro de arrepentirse a mitad de viaje. A este lo mató a la quinta; al otro, de estocada tendida.

El peor toro de la corrida y de lo que ve de feria fue uno primero de Fidel San Román –encaste Villamarta, el hierro viejo de Guardiola-, cinqueño, armadísimo, muy ancho de cuerna, que tras los seis capotazos de fijar se rajó sin remedio, se puso a barbear tablas y casi las salta y, en fin, se paró pero sin dejar de apuntar. Uceda trató de no aburrirse. Sin fuerzas, el cuarto se defendió y rebrincó. Otro regalo. Dos estocadas ladeadas y desprendidas, diez descabellos y de nuevo una estocada de espada larga. En punto a toros, la peor corrida de la feria.

Ficha de la Corrida

Madrid, 14 may. 7ª de San Isidro. Tres cuartos de plaza. Bochorno al inicio; soleado, primaveral y ventoso enseguida. Cinco toros de Salvador Domecq y uno -1º- de Fidel San Román, que completaba corrida. Uceda Lea, silencio y silencio tras un aviso. Diego Silveti, silencio y silencio tras un aviso. Jiménez Fortes, oreja tras un aviso y herido grave en el cuello por el sexto. El parte médico, de pronóstico muy grave, reseña dos cornadas: una de 15 cms. en la región cervical derecha que contusionó la vena yugular y la arteria carótida, y otra de 10 cms. en la región submandibular izquierda.

  

 

 

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