MADRID: POLÉMICO DEBUT DEL MANCHEGO ANTONIO LINARES

14.04.2015 18:08

Redacción: Barquerito - Cronicatoro.com - Web Aliada

Madrid - España. Era mayoría sensible en la plaza gente venida de Tomelloso para ver el debut en Madrid de un paisano, Antonio Linares. Mil y pico. En tendidos bajos de sol casi todos y todas. En una barrera, la bandera de Tomelloso, gualdiverde, con su escudo. Y al lado de ella, la española, con hierros de ganaderías bordados o grabados en blanco sobre la franja roja alta. El nombre de Tomelloso, grabado o pintado en negro, sobre la baja.

De los tres de terna el de menos antigüedad era Antonio Linares y fue por eso tercero del cartel. Buen mozo: alto, ancho, fuerte. Y todo eso se vino a acentuar porque estuvo siempre muy estirado, más tieso que tenso. Luego, porque vino embutido en un terno rosa y oro, como el de Manolete en Linares. Y, en fin, porque tanto Daniel Rueda, que también debutaba en Madrid pero con apenas dos docenas de incondicionales de su pueblo, San Fernando de Henares, en un tendido alto de sombra, como el vallisoletano Jorge Escudero son pesos pluma, menudos, gráciles.

Al abrirse la puerta de cuadrillas y aparecer Linares, se pronunciaron con entusiasmo los paisanos, pero ya no volvieron a hacerlo hasta la suelta del tercer novillo de los hermanos Sánchez Herrero. Lo hicieron con pasión incondicional y patriótico abrigo. No podrá tener queja el torero. Tomelloso cumplió. Y el propio Antonio Linares, también: le costó sujetarse al torear con la izquierda, y, aunque despegado, se entendió con el novillo del debut por la otra mano. La muleta por delante, algo rígido el brazo, pero firme y compuesta la figura. Limpios pases cambiados en los remates de tanda. Una tanda de manoletinas celebradísima por su gente, una estocada a capón, el toro rodó, flamearon pañuelo que tal vez fueran mayoría y el palco cedió: una oreja,

La oreja provocó la ruidosa discrepancia de los legitimistas de las Ventas. Como una afrenta se tomó la oreja. De modo que los disidentes estuvieron esperando el segundo turno de Linares para castigarlo –y hacerlo con desmesura, un ciego exceso de exigencia- y para evitar como fuera que se pudiera abrir la puerta grande con una segunda oreja. Y casi casi: si no es porque el puntillero marró repetidamente –una estocada tendida no dejaba al toro descubrir- y porque el propio Linares decidió al fin armarse de cacheta y apuntillarlo él mismo, se vuelve a  repetir la jugada y sale mayoría de pañuelos.

Esta segunda faena de Linares, más sólida y lograda que la primera, se encontró con eco de palmas de tango de castigo, pero no pocos de los de Tomelloso se unieron a ese coro de palmas en la idea de que con ellas se celebraba y no censuraba. Nada destacable con el capote –lances movidos por delante-, manifiesta inseguridad con la mano izquierda, pero una digna presentación. A nadie engañó Linares, de afanes clásicos o neoclásicos. Una manera de cruzarse al pitón contrario pasito a paso como José Tomás, un par de brochazos de sangre de toro en la cintura. Decisión con la espada. Ni sombra de impostura.

Y, sin embargo, ya son veintisiete años y la competencia será o sería durísima. ¿Torero regional? Hace un año mató en Tomelloso seis novillos el solito en un festejo benéfico. Señal de capacidad: once orejas y un rabo. Y la gran contradicción: según el programa de mano de las Ventas, Antonio Linares nació no en Tomelloso sino en la vecina Manzanares.

Esta era la primera novillada del curso en Madrid, y la primera de las tres que en abril sirven de repesca o presentación de novilleros de muy diverso perfil. Con el novillo-toro de Madrid, que no es ninguna broma. Y la muestra fue esta corridita de Sánchez Herrero, tan puesta y abundante, de generosas carnes y con tres toros muy armados, que se jugaron en la segunda mitad. Salvo primero y cuarto, todos se emplearon con calidad y ganas de pelea.

El viento molestó en momentos clave a Jorge Escudero, favorecido en el reparto con el lote más completo. El más toreado de los tres este Escudero, de buenas formas pero flaco ánimo. Muy desafortunado con el descabello. Pese a su aire juvenil. Daniel Rueda, ya treinta y un años, volvía a torear o a vestirse de luces al cabo de ocho años sin hacerlo. No hubo suerte. En algún momento –lances sueltos, una tanda de estatuarios- dejó ver que es torero de escuela, de la de Madrid. Y se fue tras la espada con mucho corazón. No era sencillo atreverse a cruzar con la espada.

Ficha de la Corrida

Madrid, 12 abr. 500 almas. Revuelto, nubes y claros, rachas de viento. Seis novillos de Hermanos Sánchez-Herrero, de serio cuajo, en tipo, muy puestos. Salvo primero y cuarto –parado el uno, áspero el otro-, todos dieron juego en la muleta. Segundo, quinto y sexto, prontos los tres, tuvieron calidad. De mucha movilidad el tercero, único negro del envío. Daniel Rueda, silencio tras un aviso y silencio. Jorge Escudero, silencio tras dos avisos y silencio tras un aviso. Antonio Linares, una oreja y silencio. Incidencias: Rueda y Linares, de San Fernando de Henares y Tomelloso, nuevos en Madrid. Brega muy eficaz de Marco Galán, que lidió al tercero. Un buen puyazo de Tito Sandoval al quinto.

  

 

 

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