Manizales: El Temple y la Espada

Manizales: El Temple y la Espada

13.10.2025  04:04 a.m.

Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora

En una tarde llena de simbolismo y emoción, la ganadería Ernesto Gutiérrez presentó un encierro variado y de nobleza, en el cierre de la Feria Taurina Toros y Ciudad de Manizales 2025. Seis toreros colombianos dejaron momentos de arte, temple y entrega, aunque el fallo con la espada marcó la tónica general. Destacó el quinto toro, bravo y con clase, y el mensaje del Tendido Joven, que reafirmó el derecho del pueblo a preservar su historia taurina. Fue una corrida de sentimientos, orgullo y pertenencia, con Manizales despidiéndose de su feria envuelta en emoción y fe taurina.

Manizales - Colombia. La tarde del 12 de octubre de 2025 quedó grabada en la memoria taurina de Manizales como una jornada de hondura emocional, de reivindicación y de pertenencia. La Monumental Plaza de Toros de Manizales, con los tendidos colmados de un público fervoroso, fue testigo del cierre de la Feria Toros y Ciudad 2025, un broche que, más allá de los aciertos y fallos con la espada, reivindicó la vigencia de un arte que palpita en el alma de los pueblos.

La ganadería Ernesto Gutiérrez, insignia de la casa, volvió a mostrar su linaje y su carácter. Con encaste propio derivado de las líneas Murube-Santacoloma, los seis ejemplares del hierro caldense ofrecieron un variado juego, con nobleza y bravura en diferentes grados, y con un quinto toro que fue sin duda el de más clase y entrega. El conjunto, sin ser redondo, fue fiel reflejo de lo que representa esta divisa: bravura con temple, nobleza con raza, y una identidad que se reconoce en cada embestida.

Pero antes de que sonara el primer clarín, la emoción taurina se desbordó con una noticia que recorrió los tendidos como un relámpago de júbilo: el Maestro César Rincón, gloria del toreo colombiano y orgullo de toda América, quien apenas unas horas antes había estremecido a Las Ventas de Madrid cortando dos orejas a un toro de Garcigrande, regresará a la feria número 71 de Manizales en 2026. El anuncio oficial de Cormanizales fue recibido con una ovación interminable, de esas que nacen desde la historia viva de la plaza.

Y como si el alma taurina necesitara reafirmarse frente a los tiempos inciertos, entre el segundo y tercer toro, el Tendido Joven, esa nueva generación de aficionados entre los 15 y 25 años, que representa casi un cuarto del aforo total, desplegó una pancarta inmensa que resumió el sentir colectivo del mundo taurino colombiano: “Un gobierno que prohíbe los toros NO protege al pueblo, lo despoja de su historia”.

Fue un acto respetuoso, digno, cargado de razón y de emoción. Los jóvenes, esos mismos que muchos pensaron ajenos al arte de Cúchares, demostraron que la tauromaquia sigue latiendo con fuerza en los corazones nuevos, como una herencia cultural que se defiende con pasión y argumentos.

EL ENCIERRO DE ERNESTO GUTIÉRREZ: IDENTIDAD Y CASTA CALDENSE

La corrida de Ernesto Gutiérrez, siempre esperada por la afición manizaleña, presentó un encierro de nobleza general, con distintos matices de bravura y encaste, donde el denominador común fue la entrega y la fijeza en la embestida. El primero, encastado y noble pero limitado en bravura, dejó detalles de buen son, premiado con palmas en el arrastre. El segundo, tardo y algo falto de casta, exigió mucho al torero. El tercero, de excelente humillación y nobleza, fue aplaudido con fuerza, mostrando lo mejor del linaje Gutiérrez. El cuarto, bravo y justo de casta, mantuvo el tono de nobleza, mientras que el quinto, de gran clase, bravura y humillación, fue el toro del encierro, mereciendo aplausos en el arrastre y comentarios de “toro importante”. El sexto, noble y fijo, humilló con prontitud, aunque justo de raza, cerrando con dignidad una tarde de toros de nota media alta.

LOS TOREROS: ENTREGA, TEMPLE Y LA CRUZ DE LA ESPADA

El cartel reunió a seis toreros colombianos, símbolo de la nueva hornada que busca consolidar su sitio en el panorama nacional. Todos mostraron concepto, oficio y entrega; todos fallaron con la espada, esa suerte suprema que tantas veces empaña la gloria.

Leandro de Andalucía abrió plaza con sabor y clase. Su saludo capotero fue un dechado de estética: verónicas lentas, hondas, y una media que arrancó palmas sonoras. Con la muleta, toreó despacio y con empaque, ligando tandas por ambas manos con temple y serenidad. Su faena fue de contenido, de cadencia y de torería, pero la espada, aun en sitio, no tuvo efecto. Saludó desde el tercio con el respeto del público entendido.

Luis Miguel Castrillón, de corte elegante y clásico, dejó verónicas bien ceñidas y muletazos con empaque. Su faena, sobria y templada, tuvo interés y mérito, pero dos pinchazos y una estocada diluyeron el premio. Silencio con aviso.

David Martínez, siempre dispuesto a agradar, saludó con variedad capotera entre verónicas y chicuelinas, y se lució en un tercio de banderillas que encendió los tendidos. Con la pañosa, mostró oficio y conexión, ligando muletazos templados. Tres pinchazos antes de la estocada le privaron del trofeo. Saludó desde el tercio con aviso.

Sebastián Cáqueza hizo gala de buen concepto y temple. Faena de inteligencia y ritmo, pero al prolongarla más de lo necesario, el público se enfrió. La estocada, algo caída, fue suficiente. Silencio.

El bogotano Manolo Castañeda protagonizó el momento más vibrante y polémico de la tarde. Citó a portagayola, jugándose el físico, y combinó verónicas y chicuelinas con soltura. En banderillas, contagió alegría, aunque el exceso de gestos al público rompió el hilo de la faena. Con la muleta, alternó la ortodoxia con momentos de inspiración, y el buen toro de Gutiérrez le permitió mostrar detalles de torero largo. Se pidió el indulto, pero el argumento artístico no alcanzó. Pesado con la espada, terminó apuntillando al toro. Dio vuelta al ruedo entre ovaciones.

Finalmente, José Luis Vega, joven de proyección, dejó claro su concepto clásico. Buenas verónicas de recibo y muletazos con gusto y torería. Supo resolver con solvencia algunos apuros por colocación, demostrando valor y serenidad. Lástima que los aceros le jugaron en contra: tres avisos tras reiterados pinchazos en lo alto. Silencio respetuoso.

LA TARDE EN CONJUNTO: ORGULLO, ARTE Y RESISTENCIA

La última corrida de Toros y Ciudad 2025 no fue de trofeos abundantes, sino de mensajes profundos. Fue una tarde de orgullo taurino, de defensa de la libertad cultural, de respeto a la historia de Manizales y de la ganadería Ernesto Gutiérrez, que volvió a ratificar por qué su hierro es sinónimo de identidad caldense.

El público, entendido, supo valorar la entrega y el arte por encima de los fallos con la espada. Y al caer la tarde, con el eco del pasodoble y la emoción suspendida en el aire, Manizales cerró su feria con el alma encendida, recordando que el toreo, más que un espectáculo, es una expresión viva del sentimiento humano, una danza entre el valor y la belleza.

  

 

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