11.10.2025 07:08 a.m.
Redacción: Javier Enrique Baquero Pardo JABA- www.voyalostoros.com/ - Web Aliada
La Feria Toros y Ciudad vivió una jornada de ilusión y juventud en una tarde fría y brumosa. Se lidiaron novillos de la ganadería Altagracia, bien presentados y de buen juego. Seis jóvenes toreros mostraron entrega, valor y ganas de triunfar, destacando la actuación del rejoneador Juan Simón Londoño y el debut con traje de luces de la niña María José, quien emocionó al público por su coraje. La tarde dejó ver que en Colombia sigue viva la pasión y el sueño taurino entre las nuevas generaciones.
Manizales - Colombia. Tras una tarde plomiza, fría y con algo de bruma, dio inicio una nueva edición de la Feria Toros y Ciudad. Se lidiaron novillos de la ganadería cundinamarquesa de Altagracia, bien presentados y de buen juego en general, aunque algo escasos de fuerza por su edad.
El cartel lo integraban seis jóvenes toreros con ganas de agradar y destacar en tan importante plaza.
Abrió plaza Juan Simón Londoño, quien hace cinco años debutó en Manizales siendo apenas un niño lleno de ilusión. Regresó a la capital caldense para mostrar sus adelantos frente a la cara de los toros.
“Chistorro”, de 260 kilos, de la dehesa de Altagracia, salió alegre en los inicios, pero pronto se quedó amarrado a la arena, lo que obligó al joven rejoneador a sacarlo repetidas veces de las tablas. El bogotano, con las carpas, estuvo certero y templado, midiendo las embestidas y dándole importancia al ejemplar.
El aprendizaje, la preparación y los esfuerzos comienzan a dar frutos, y el juvenil rejoneador dejó buena impresión entre los asistentes, que, en una entrada cercana a los tres cuartos, presenciaron el primer festejo de Toros y Ciudad.
La calma y las buenas maneras sobre las cabalgaduras permitieron disfrutar de la ilusión de ver que en Colombia hay juventud que aún persigue el sueño de llegar a ser figura en el mundo del toro. Bien pudo haber un trofeo, pero el novillo tardó en doblar.
El niño que un día dijo “quiero ser rejoneador” logró, en una noche fría, calentar los tendidos y entusiasmar a los aficionados —en su mayoría jóvenes—, quienes apreciaron y disfrutaron de su actuación.
En segundo lugar, saltó al ruedo “Lalo”, un novillo melocotón de 304 kilos, también de Altagracia, de bonita lámina, que correspondió a Jarol Sánchez, quien con la capa mostró buenas maneras. Al quite salió Carrita, que nos regaló tres lances de manos muy bajas, sin mover un ápice su figura.
Con la muleta, Sánchez, algo prevenido, ejecutó una faena aseada, en la que buscó trazos largos, aunque el novillo por momentos no acompañaba el rumbo de la pañosa. Hubo lentitud, y el palco ordenó musicalizar la faena.
Con el paso del tiempo, el novillo buscó refugio en las tablas, y allí Jarol continuó consintiéndolo, logrando robar algunos muletazos más. Con la espada, en el tercio, dejó una estocada de valía por la entrega y disposición mostrada, cerrando con dignidad el primer festejo de la noche.
En tercer lugar salió un negro de Altagracia, con más motor y codicia que sus hermanos. El novillero Carrita mostró solvencia con el capote.
Con la muleta, en el centro del ruedo, brindó a la afición e inició una faena con pases cambiados por la espalda. Como torero, destacaba aún más al lucir un hermoso traje azul cielo y plata, de alta costura.
El joven novillero sufrió algunos revolcones al perder el sitio frente a un novillo que no tenía malas ideas. Por momentos, la muleta tiraba del ejemplar con el pico y en otros se lo echaba encima. La faena se fue desvaneciendo poco a poco.
Media espada al apuro y tres cuartos de mejor factura acabaron con el mal trago.
En cuarto lugar, Pablo de Alba lidió a “Arrogante”, otro bonito ejemplar de capa castaña. Las verónicas saludaron con prisa las embestidas del buen mozo, que en cada pasada dejaba ver el escaso oficio del novillero.
Con la muleta, citó desde el centro desplazando mucho al astado. No solo hay que tirar del toro, también hay que acompañar las embestidas y darles rumbo. Recibió un fuerte revolcón que le dejó maltrecho y fue llevado a la enfermería, dejando de lado su ilusión.
Tuvo que pedir permiso al palco Jarol Sánchez, como cabeza de cartel, para lidiar al astado. Poco había por hacer, y la espada pidió rápido camino. Pinchazo y una estocada desprendida acabaron con el novillo.
En quinto lugar, David Ossa toreó a “Magnate”, de 302 kilos, un negro con menos cara que los anteriores. Con la capa mostró muchas ganas, aunque algo menos de oficio.
Con la montera en la mano, brindó al público e inició una faena más de emoción que de arte. El novillo, con codicia, persiguió los engaños y permitió el lucimiento de Ossa, quien, si bien mostró voluntad y efectismo, armó una faena con altibajos y algo de desorden. Mató de espada atravesada. Dos orejas largas y vuelta al ruedo para el novillo.
Cerró el festejo María José, una niña que debutó con traje de luces y pertenece a la Escuela Taurina de Manizales.
Tiene ganas de ser torera, aunque se nota lo novel de su condición. Ganas hay, y muchas. El oficio vendrá luego. Es una niña con ilusiones, ama el toro y tiene valor; lo demás se aprende con el tiempo.
“Majo”, como la vitoreaban en el tendido, dejó una muy buena impresión por su coraje y algunos muletazos de buena factura. Hay futuro en la ilusión de la niña debutante.