11.10.2025 11:20 p.m.
Redacción: Javier Enrique Baquero Pardo JABA – www.voyalostoros.com – Web Aliada
Una tarde gris y fría en Manizales dejó poco para el recuerdo. Los seis novilleros, ante un irregular encierro de Salento, mostraron entrega, pero también inexperiencia. Lesiones, avisos y lluvia marcaron una jornada sin brillo, donde el valor superó al lucimiento.
Manizales - Colombia. Con una entrada cercana al lleno, la Plaza de Toros de Manizales abrió sus puertas para la novillada con picadores de la Feria de Toros y Ciudad. En el cartel, seis novilleros adelantados y seis ejemplares bien presentados de la dehesa de Salento.
Abrió plaza Julián Páez, vestido con un terno verde manzana y oro. Le correspondió Tinieblo, un ejemplar negro de 430 kilos, de bonita lámina, al que saludó con una larga cambiada frente a la puerta de toriles, comprometiendo su integridad ante la fuerza de salida del Salento. Lanceó con suavidad, lidiando más que luciendo, lo que evidenció la madurez del joven.
El astado recibió apenas un refilonazo y tres medios pares de banderillas, pues mostraba incomodidad en el embroque. Páez brindó al Capitán Barbero e inició faena en los bajos de sombra, donde el toro se iba quedando cada vez más. Le dejó la muleta en la cara, tirando del novillo dentro de sus limitadas condiciones. Pese a las complicaciones, insistió por ambos pitones. La espada, en primera instancia, fue colocada con voluntad pero sin acierto; en la segunda, mejor ubicada, aunque debió recurrir al descabello. Dos avisos sonaron desde el palco, aumentando la presión. Al intentar usar el verduguillo se lesionó la mano derecha, y con el tercer aviso en curso fue trasladado a la enfermería, siendo remitido posteriormente a un centro hospitalario por una lesión en el codo.
En segundo turno, bajo una ligera llovizna, salió el manizaleño Eduardo Contreras con Navideño, de 380 kilos. Lo saludó con una larga cambiada junto a las tablas, hilando verónicas entusiastas pero veloces. En el caballo, Edgar Arandia apenas señaló un punto de castigo. Contreras brindó al público desde el centro del ruedo, donde citó de rodillas, iniciando su labor. El novillo, de escasa fuerza, perdió las manos en repetidas ocasiones, sin transmisión ni clase. Se revolvía sobre corto terreno, desluciendo los intentos del cundinamarqués. Mató de tres cuartos de espada bien colocada, requiriendo descabello.
En el ecuador del festejo, Sergio Moreno enfrentó a Cardenito, de 376 kilos, con movilidad inicial. Con el capote se mostró vistoso y seguro; el toro recibió leve castigo. Con la muleta brindó al público e inició una faena correcta, aunque algo desordenada. Le faltó unidad y conexión, pero dejó pasajes estimables. Mató de pinchazo y tres cuartos de espada.
El cuarto turno fue para Daniel Sánchez, quien saludó a Chano Lindo, un cárdeno oscuro, de rodillas en el centro del ruedo. El novillo lo atropelló sin consecuencias. Ya en pie, toreó a la verónica y remató con una revolera. El toro peleó en varas y fue bien picado, recibiendo tres medios pares de banderillas. Sánchez brindó al público e hiló muletazos templados por la derecha; por la izquierda la faena se descompuso, regresando a la diestra con más seguridad. Recibió una fuerte voltereta y, ya mermado, la suerte suprema se tornó complicada. Desorientado y sin colocación, escuchó tres avisos: dos en tiempo reglamentario y el tercero al retirarse, maltrecho.
En quinto lugar, Fredy Velásquez lidió a Paquito, de 382 kilos. Lo saludó con una larga cambiada frente al toril, continuando con verónicas sin conexión ante un ejemplar suelto y distraído. Con la muleta, sentado en el estribo, inició con tres pases por alto, luego series por la derecha en el centro del ruedo. El toro rebrincaba y desarmó al joven varias veces, aunque el público le animó con aplausos. Valeroso, pero algo efectista, buscó ganarse al tendido. Con la espada mostró carencias: no entró con decisión y tardó en cuadrar. Tras dos avisos, logró dejar una entera, aunque debió recurrir al descabello. Recibió tres avisos.
Cerró la fría tarde Daniel Montes con Manchoso, un negro cornigacho de escasa presencia. Con el capote, poco pudo lucir. Con la muleta, rodilla flexionada, dejó tres muletazos que animaron al público, justo cuando San Pedro abrió los grifos: la lluvia arreció y los tendidos comenzaron a vaciarse. Montes intentó continuar, pero la espada no ayudó y la faena se diluyó bajo el aguacero.