29.06.2025 07:29 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
Juan de Castilla emocionó en Mimizan con una entrega sin reservas y momentos de toreo grande ante un toro de embestida templada. Cortó una oreja del segundo de la tarde tras una faena medida y reveladora de su momento artístico. Aunque el quinto tuvo calidad a cuenta gotas, el colombiano dejó derechazos de categoría. Su paso por la localidad francesa marca un punto de inflexión en su proyección internacional.
Ubaté - Colombia. Una plaza de toros situada entre la brisa atlántica y los bosques de las Landas. Un coso que, aunque modesto en su aforo, se ha ido convirtiendo en refugio de verdad torera. Y allí, este fin de semana, entre sol y sombra, se abrió un capítulo trascendental en la carrera de un torero que ha aprendido a escribir su historia con tinta de sudor, valor y profundidad: Juan de Castilla.
El colombiano, afincado hace años en España, volvió a dejar claro por qué su nombre ya no es promesa sino presente. En una tarde de matices, en la que Morenito de Aranda también selló pasajes de alto voltaje y Samuel Navalón acarició la puerta grande que la espada le cerró, fue Castilla quien sembró admiración por su temple, su colocación precisa y su concepto cada vez más depurado del toreo clásico.
UN TORERO DE VERDAD EN TIERRA AJENA
No es fácil abrirse camino viniendo de tan lejos. En un mundo donde los acentos pesan y las cunas parecen marcar el destino, Juan de Castilla ha sabido hacerse torero a base de trabajo callado, de tardes duras en los pueblos, y de una evolución que no ha dejado de sumar argumentos. La tarde en Mimizan fue, más que un éxito puntual, la confirmación de una madurez artística.
Le correspondió el segundo de la tarde, un ejemplar de buenas hechuras y noble pitón derecho. Desde los primeros compases, el colombiano entendió la medida del oponente: ni brusquedades ni prisas, tan solo tacto, sitio y pulso. El toro, con clase, pero sin entrega desbordante, requería ritmo lento y muleta a rastras. Y eso fue lo que encontró en los vuelos del capote y luego en los derechazos ligados, hondos, con un sabor añejo.
Se volcó en la suerte suprema con sinceridad, dejando una estocada delantera que fue suficiente para que el público, conocedor, le pidiera con fuerza la oreja. Trofeo merecido. Más aún: faena de torero hecho.
DERECHAZOS QUE VALEN UNA TEMPORADA
El quinto, más remiso, no regaló nada. Tuvo, sí, nobleza por el derecho, pero a cuenta gotas. Aun así, Castilla insistió sin brusquedades, ahormando la embestida y sacando petróleo de un pozo con poco fondo. Dejó muletazos por la derecha que quedarán en la memoria de los que entienden que el toreo no es solo resultado, sino actitud, contenido, disposición.
No hubo trofeos en ese turno, pero sí una dimensión torera que empieza a hacer ruido en los mentideros serios. Porque cuando se torea así, con pausa, con hondura, con firmeza en los talones y sin aspavientos, el camino se abre. Y se abre con fuerza.
ENTREGA, SILENCIO Y VERDADES
Lo de Juan de Castilla en Mimizan no fue un golpe de suerte ni una flor de un día. Fue el reflejo de un proceso, de un hombre que ha entendido que la única forma de permanecer en esta profesión es entregándose sin medida, sin esperar favores ni atajos. Su tarde fue la de un torero maduro, que ha sabido esperar su tiempo y que, cuando le llega la oportunidad, la toma con ambas manos.
En un cartel en el que también brilló el oficio y la raza de Morenito de Aranda, y donde Samuel Navalón dejó escapar una gran faena por el fallo a espadas, Castilla firmó su nombre en letras de oro en los muros de Mimizan. No con estridencia, sino con profundidad. Con esa sobriedad de los que ya saben que el camino largo es el más firme.
COLOMBIA TIENE TORERO
Juan de Castilla no es solo un buen torero. Es una bandera. Una representación viva del toreo colombiano que tantas veces ha sido olvidado o subestimado. Su paso por plazas europeas y su evolución constante demuestran que el talento no entiende de fronteras. Y que el toreo, cuando es de verdad, emociona tanto en Bogotá como en Mimizan.
La oreja cortada este domingo no es un simple trofeo más para su palmarés. Es un grito de aviso para los empresarios, para las ferias, para quienes aún dudan en apostar por él. Porque Castilla no solo quiere estar, quiere quedarse. Y su toreo, clásico, reposado, entregado, tiene todo lo necesario para hacerlo.
LA DIMENSIÓN NO SE IMPROVISA
Hay tardes en que se corta una oreja y se toca el alma del aficionado. Así fue la de Juan de Castilla en Mimizan. Una tarde que, más allá del número de trofeos, deja una sensación de torero consolidado, de espada dispuesta, de corazón abierto.
Su entrega, su madurez y su profundidad dejan claro que lo mejor de su carrera aún está por venir. Y que la dimensión de este colombiano ya no puede medirse en silencio. Se impone, se palpa y se recuerda.
PORQUE EL TOREO DE JUAN DE CASTILLA NO ES MODA. ES VERDAD.
Ficha del Festejo
Sábado 28 de junio, 2025 - Mimizan (Francia) – Toros de Pages-Mailhan (4º Bis) de correcta presentación y juego variado. Morenito de Aranda: Palmas tras aviso y Oreja. Juan de Castilla: Oreja y Palmas. Samuel Navalón: Palmas tras aviso y Silencio tras dos avisos.