08.07.2025 09:32 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
El matador Moreno Muñoz celebra 15 años de alternativa con una temporada brillante en tierras peruanas. Su paso por la feria de San Antonio de Padua en Pullo, Ayacucho, marcó un hito en su carrera, donde su tauromaquia, seria y poderosa, dejó huella entre los aficionados y especialistas. En un entorno de profunda tradición, compartió cartel con figuras destacadas y enfrentó ejemplares de ganaderías históricas, consolidando su nombre con triunfos rotundos y una entrega sin fisuras.
Arbeláez – Colombia. En lo más alto de los Andes peruanos, en la altiva región de Ayacucho, donde la fiesta brava se entrelaza con el alma del pueblo, el matador Moreno Muñoz ha escrito un nuevo capítulo de entrega, pasión y torería. Celebrando 15 años de alternativa, el espada ha vivido una temporada contundente en tierras incas, donde el respeto por la liturgia taurina se mantiene intacto y el arte se mide en hondura.
En la feria en honor a San Antonio de Padua, patrono de Pullo, la "Perla de Parinacochas", Moreno Muñoz ha demostrado por qué su concepto es tan admirado en plazas peruanas. En dos tardes celebradas los días 14 y 15 de junio, compartió cartel con los diestros Miguel Tendero y Luis López, frente a reses de los hierros de Iván Rodríguez y San Antonio, criados en la fértil pampa parinacochana, bajo el abrigo imponente del nevado Sara Sara.
Allí, en la remozada plaza “Martha Guzmán Montoya”, y bajo el marco festivo impulsado por la tradicional familia Rodríguez, ganaderos de estirpe que celebran este año cinco décadas de crianza brava, el maestro español impuso su sello. En cada paseíllo, se mostró sobrio, vertical, profundo en el trazo, de muleta firme y poder en las distancias cortas. Conectó con los tendidos y dejó claro que su tauromaquia se cuece en la escuela del temple, el valor y el conocimiento del toro.
Moreno Muñoz no vino a figurar, vino a mandar. Y lo hizo. Triunfos importantes marcaron su andar por esta feria: trofeos ganados a ley, con faenas construidas desde el conocimiento, el pulso y la verdad. Supo entender el carácter de los toros parinacochanos, exigentes en su bravura, y los llevó al redil de la entrega en series de alta nota que provocaron los olés más profundos.
Cada tarde fue un himno a la tauromaquia bien entendida. El público, entusiasta, sabio y exigente, no escatimó reconocimiento al torero que cruzó el océano con la dignidad como equipaje y la ilusión como guía. En la tierra de grandes volcanes y ganaderías legendarias, el nombre de Moreno Muñoz resuena con fuerza, admiración y respeto.
No es menor el mérito de triunfar en un país donde el toro es cultura viva. Allí, la familia Rodríguez O'Donell, al frente del hierro de Iván Rodríguez, asumió este año la Capitanía de Toros, y con ello, la responsabilidad de llevar adelante unos festejos que unen historia y modernidad. Fue precisamente esta familia la que confió en Moreno Muñoz, sabiendo que su concepto sobrio, recio y entregado sería digno de una ocasión tan solemne.
El esfuerzo por mantener viva la tradición taurina en los pueblos andinos no es pequeño. Por eso, actuaciones como las del maestro Moreno adquieren una dimensión aún mayor. No solo se trata de cortar orejas, sino de dejar huella en la memoria colectiva de quienes ven en el toro una extensión de su propia identidad.
La banda orquesta “Monumental de Ayacucho”, dirigida por el maestro Pastor Rojas, puso el acompañamiento sonoro a un festejo que fue, en esencia, un canto a la tauromaquia clásica. La travesía para llegar a Pullo, cruzando quebradas, valles y alturas por rutas como Nazca-Puquio o Chala-Pullo, no impidió una asistencia masiva a la plaza, testimonio del arraigo y la fuerza de la fiesta brava en esta región.
Hoy, cuando la temporada peruana continúa su curso, Moreno Muñoz se alza como uno de los toreros más comprometidos con el arte y la autenticidad. Su caminar por el Perú no es turismo taurino, es una peregrinación profesional que enaltece su nombre y dignifica el oficio. La seriedad de su propuesta, su capacidad técnica y el profundo respeto por la liturgia del toreo han sido sus armas más poderosas.
Quince años de alternativa no han gastado su pasión. Al contrario, la han afilado. En cada viaje, en cada plaza, en cada toro, Moreno Muñoz confirma que la veteranía no es cansancio, sino sabiduría toreada a pulso.
Y mientras Pullo sigue celebrando al santo patrono y al bravo de Parinacochas, en la memoria de los presentes quedará grabada la figura del torero que honró la liturgia del toreo con verdad, arte y corazón. Moreno Muñoz, torero de raza, sigue caminando por tierras peruanas… dejando, a cada paso, el aroma de su leyenda.