26.06.2025 07:55 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
Rafael de Julia, matador madrileño, continúa luchando por su recuperación tras anunciar su retirada de los ruedos por un trastorno alimentario. Su entorno, liderado por un equipo médico especializado y sostenido por la fuerza del cariño del mundo taurino, se mantiene firme y esperanzado. El proceso sigue sin plazos definidos, pero con una voluntad férrea por parte del torero de volver a sentir lo que una vez lo hizo vivir.
Arbeláez - Colombia. En un mundo donde la épica suele medirse en triunfos y puertas grandes, hay gestas silenciosas que transcurren lejos del bullicio de las plazas, pero que exigen una bravura aún mayor. Rafael de Julia, torero madrileño de alma clásica y manos de seda, atraviesa uno de los pasajes más complejos de su trayectoria: una lidia sin albero, sin aplausos, pero con el mismo coraje que tantas veces lo sostuvo frente al toro. Su retirada temporal de los ruedos, motivada por un trastorno alimentario, ha abierto una nueva página en su historia: una página escrita con dolor, entereza y una esperanza que no se rinde.
Volver a Sentir: La Faena Más Íntima de Rafael de Julia
El ruedo, testigo implacable de gestas, heridas y glorias, ha visto a Rafael de Julia batirse con toros de todo encaste, con temple, entrega y ese clasicismo que lo convirtió en uno de los nombres más queridos de la afición madrileña. Pero hoy, la faena más difícil de su carrera no se libra en Las Ventas ni en ninguna plaza de tientas, sino en la soledad de una lucha personal: la del regreso a la salud y al equilibrio emocional tras ser diagnosticado con un trastorno alimentario.
El pasado 6 de abril, su entorno comunicó oficialmente lo que muchos habían intuido en silencio. La tarde del 23 de marzo en Madrid dejó ver las huellas de un mal que se venía gestando en silencio, como esas cornadas internas que no se ven, pero desgarran. Rafael, fiel a su integridad profesional, decidió cortar por lo sano y anunciar su retirada indefinida. No hubo pañuelos blancos ni ovaciones de consuelo, pero sí un respeto solemne del aficionado que comprendió que, esta vez, el toro que tenía delante no era de carne ni de pitones, sino uno mucho más complejo: su salud mental y física.
Este 25 de junio, su entorno más cercano, compuesto por familiares, amigos y compañeros del toreo, ha emitido un nuevo parte, un boletín que no anuncia carteles ni sustituciones, sino avances silenciosos, luchas diarias y una esperanza que se abre paso entre sombras. El comunicado confirma que Rafael de Julia sigue inmerso en su recuperación, bajo la guía experta del Dr. López Cánovas y su equipo del Hospital Santa Cristina, a quienes el matador y su círculo agradecen profundamente por su profesionalismo, sensibilidad y entrega.
No hay plazos. No hay promesas. Pero sí una determinación férrea.
"Estos han sido meses especialmente duros", reza el comunicado, con un tono que mezcla dignidad y humanidad, la misma con la que Rafael toreaba por naturales eternos. El proceso ha puesto a prueba la resistencia no solo del torero, sino también de su cuadrilla íntima: esa familia que, aunque no viste de grana y oro, lidia a diario con el peso de la incertidumbre.
La figura del torero siempre ha estado asociada al valor frente al peligro. Pero hay otro valor, más discreto, más callado, menos glorioso, pero más necesario: el valor de pedir ayuda, de parar, de decir “hasta aquí” antes de que sea demasiado tarde. Rafael de Julia lo hizo, y eso también es de toreros.
Mientras el calendario taurino avanza sin él, con citas como la Goyesca del 2 de mayo –a la que estaba anunciado pero que no pudo cumplir–, su ausencia pesa, pero no entristece. Porque su nombre sigue latiendo en la memoria colectiva de los aficionados, en los brindis sinceros que otros diestros le dedican, y en el eco de un #VolverASentir que ya se ha convertido en consigna y esperanza.
Desde todos los rincones del planeta taurino han llegado mensajes de aliento: desde ganaderos que valoran su concepto, hasta compañeros de profesión que conocen lo exigente del arte y el filo invisible de sus exigencias mentales. Pero también desde aficionados anónimos que ven en él no solo un torero, sino un ser humano enfrentando con coraje una batalla que miles viven en silencio.
“No sabemos el tiempo que queda para #VolverASentir, lo que sí sabemos es cómo lo afrontamos”, dice la nota. Y en esa frase cabe toda una declaración de intenciones, como si fuera un pase cambiado al inicio de una faena íntima, pausada, pero profundamente sentida.
La incertidumbre sobre su regreso a los ruedos permanece. Nadie puede asegurar si Rafael volverá a pisar albero con traje de luces. Pero lo que sí está claro es que su historia ya inspira. Porque hay faenas que no se puntúan con trofeos, pero que merecen más que una Puerta Grande: merecen el respeto y la admiración profunda de todos aquellos que saben que la vida, como el toreo, también se lidia.
Y en esta lidia, Rafael de Julia no está solo.
Con una muleta invisible pero firme, con una cuadrilla de amor y compromiso a su lado, con médicos que hacen del cuidado una vocación, y con una afición que no olvida, Rafael sigue toreando. En silencio. En sombra. Pero con la promesa firme de que, algún día, volverá a sentir.
#Gracias
#VolverASentir