31.07.2025 12:00 m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
El hombre de plata colombiano Ricardo Santana anunció su retiro definitivo de los ruedos tras una cogida en la Feria de Manizales. Con más de veinte años de trayectoria, deja un legado de entrega, fe en Dios y pasión por la tauromaquia, abriendo ahora un nuevo capítulo para seguir sirviendo a la fiesta brava desde otros escenarios.
Arbeláez - Colombia. La noticia retumbó en cada rincón del planeta taurino. El hombre de plata Ricardo Santana, uno de los toreros más reconocidos y admirados de Colombia, decidió poner punto final a su carrera en activo, tras más de dos décadas de entrega, pundonor y arte en los ruedos. El anuncio, hecho a través de una sentida publicación en su perfil oficial de Facebook, no dejó lugar a dudas: “Gracias a mi Dios, he terminado mi carrera por todo lo alto”.
El detonante de esta decisión fue la cogida sufrida durante la última Feria de Manizales, ese coso de tradición y gloria donde tantas veces Santana escribió páginas de oro con su brega y sus buenos pares de banderillas. Allí, en plena labor, un toro lo embistió con la fuerza implacable que caracteriza a la fiesta brava. Lejos de abatirlo, aquel momento se convirtió en una señal clara, como él mismo confesó: “La vida me ha dado señales claras, y esta cogida fue una de ellas”.
Con su habitual temple y serenidad, Santana asumió el episodio no como un final amargo, sino como una oportunidad para cerrar su capítulo taurino con la grandeza y dignidad que siempre lo distinguieron. Un torero cabal, un profesional íntegro y, sobre todo, un ser humano que jamás dejó de poner a Dios en el centro de su vida y su carrera.
UN LEGADO DE VALOR, FE Y MAESTRÍA
Ricardo Santana no solo deja tras de sí una carrera plagada de triunfos y aplausos, sino también el ejemplo de un hombre que entendió que el toreo es más que un arte: es una forma de vivir, de sentir y de agradecer. Durante más de veinte años, su nombre fue sinónimo de entrega en cada tercio, de pureza en cada actuación y de valor sereno frente al astado.
Aficionados, colegas y críticos coinciden en que Santana marcó una época. Su forma de interpretar la lidia, con hondura técnica y alma de artista, lo consolidó como un referente dentro de la tauromaquia nacional. Pero más allá de la plaza, fue su calidad humana la que lo elevó aún más: cercano, humilde, agradecido y siempre dispuesto a tender la mano a quien lo necesitara.
EL TORERO SEGUIRÁ VINCULADO A LA FIESTA BRAVA
Aunque se despide del traje de luces, el propio Santana ha dejado claro que no se apartará de la tauromaquia. “Seguiré apoyando desde otros espacios, quizás en la formación de nuevas generaciones o en la promoción cultural de la fiesta brava”, manifiesta intrínsicamente su publicación. Con ello, deja entrever que su misión aún continúa: formar, inspirar y transmitir la grandeza de la tradición taurina, pero desde la sabiduría de la experiencia.
UN RETIRO QUE INSPIRA RESPETO Y GRATITUD
El mundo taurino ha reaccionado con respeto y admiración a la decisión del caleño. Figuras del arte de Cúchares han expresado su gratitud por la huella que deja y su reconocimiento a un hombre que, en cada paseíllo, llevó consigo el temple del torero y la fe del creyente.
Su retiro no se interpreta como una rendición, sino como el triunfo de un profesional que sabe reconocer el tiempo justo, y que, fiel a su fe y a sus principios, ha decidido decir adiós desde lo más alto.
Hoy, Ricardo Santana deja los ruedos, pero permanece en la memoria y en el corazón de la afición. Su vida es prueba de que el toreo es arte, valor y también espiritualidad. Porque Santana, más que un torero, es y será siempre un gran profesional y un buen ser humano que valora a Dios siempre.