11.06.2025 01:33 p.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
El próximo 2 de noviembre, Andrés Roca Rey conmemorará su décimo aniversario de alternativa encerrándose en solitario con seis toros en la histórica plaza de Acho, en Lima. La cita, que contará con astados de encastes peruanos y españoles, será una gesta de altísimo compromiso artístico, técnico y simbólico, que inscribe su nombre en la historia grande del toreo y el alma del Perú.
Arbeláez - Colombia. Seis toros, seis destinos, una bandera. El coso señorial de Acho ya tiembla con el eco anticipado de una gesta que marcará época: Andrés Roca Rey, máxima figura del toreo contemporáneo, celebrará el próximo 2 de noviembre su décimo aniversario de alternativa enfrentándose en solitario a seis toros, en la arena que lo vio nacer como ídolo, la legendaria plaza limeña de Acho, la más antigua de América y una de las más veneradas del orbe taurino.
La cita no es un festejo más. Es un acto de fe, de identidad y de honor. Roca Rey no solo conmemora su década de luces, sino que lo hace con una propuesta que trasciende lo artístico: es un compromiso con su tierra, con su afición, y con la tauromaquia como arte mayor. Una liturgia taurina que mezcla riesgo, maestría y sentido de pertenencia. Un torero que se brinda entero a su gente, sin red ni compañía, frente a seis miuras de carne y sangre.
CARTEL DE ORO, SANGRE DE DOS ORÍGENES
Para esta ocasión, se ha configurado un encierro mixto de ganaderías españolas y peruanas, lo que añade un matiz simbólico de hermandad taurina y cultural. En los chiqueros se mezclarán los linajes peninsulares con la bravura andina, proponiendo un reto variopinto que exigirá a Roca Rey todo el repertorio técnico y todo el temple espiritual que lo han consagrado como figura mundial.
El cartel aún no revela la nómina definitiva de hierros, pero se habla de casas ganaderas como Victoriano del Río, Garcigrande o La Quinta por España, y nombres como Camponuevo, Santa Rosa de Lima o El Olivar por Perú. Cada toro representará una prueba distinta, una lectura distinta del toreo, un peligro distinto con el que dialogar a cuerpo limpio y corazón abierto.
UNA DÉCADA DE LUCHA, UN DÍA DE ETERNIDAD
Desde su alternativa en Nimes en 2015, apadrinado por Enrique Ponce y con Juan Bautista como testigo, Roca Rey no ha dejado de escribir páginas memorables en las plazas más exigentes del mundo: Madrid, Sevilla, Bilbao, Pamplona, Valencia, Zaragoza, México, Bogotá, y por supuesto, Lima. Diez años en los que ha sido símbolo de renovación, de potencia, de verdad. Un torero que ha conquistado con su raza y entrega tanto a la crítica más rigurosa como a la masa que vibra con su tauromaquia total.
Pero esta encerrona en Acho es más que una celebración: es una consagración definitiva. Un gesto de torería con mayúsculas. Porque no hay forma más pura de expresar el arte que quedarse solo frente al toro, sin más ayuda que la muleta, el estoque y el alma. Y porque hacerlo en Lima es poner a Perú en el centro del mapa taurino global, con una épica que solo las grandes gestas pueden alcanzar.
TÉCNICA, VALOR Y SIMBOLISMO
No es fácil justificar una encerrona con seis toros. Solo los elegidos, los auténticos dominadores del oficio, los dueños del tempo y la estética, pueden permitirse este tipo de retos. Roca Rey lo hace con fundamentos sólidos: una técnica depurada, una capacidad lidiadora apabullante, y ese valor seco, seco como los desiertos de su país, que lo hace aguantar los parones y tirar la muleta como una espada de seda.
Pero, además, el símbolo. Esta gesta es un homenaje al Perú taurino, al Perú que lucha, al Perú que sueña. Es una declaración de amor y compromiso con una tradición que resiste entre prejuicios y modernidades, entre dogmas y libertades. Es un acto de resistencia cultural, de dignidad artística, y de memoria histórica.
LA CITA: 2 DE NOVIEMBRE, DÍA DE LOS MUERTOS, DÍA DEL ARTE VIVO
La fecha elegida no es casual: el 2 de noviembre, día de los muertos en la tradición latinoamericana, será el día en que la tauromaquia volverá a gritar que está más viva que nunca. Ese día, en Lima, la arena de Acho será un altar donde un torero ofrecerá su cuerpo y su arte para celebrar la vida, la identidad y la belleza de un rito milenario.
El Perú, su gente, sus aficionados, el mundo taurino entero, estarán pendientes de esa faena múltiple, única e irrepetible. Porque no hay duda: esta será una de las grandes páginas de la historia del toreo contemporáneo, escrita con sangre, con arte y con una muleta que sabe a tierra y a bandera.
Roca Rey no solo quiere triunfar, quiere trascender. Y para eso, se hace falta más que talento: se necesita grandeza. Y eso, Andrés lo tiene.