Sevilla: Pepe Moral: La Luz de la Verdad ante Miura

Sevilla: Pepe Moral: La Luz de la Verdad ante Miura

12.05.2025  06:11 a.m.

Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora

Pepe Moral reapareció en la Maestranza tras un año de silencio con una faena rotunda de entrega y conciencia torera. Enfrentó con verdad, técnica y corazón dos Miuras exigentes, cortando una oreja a cada uno y acariciando la gloria sevillana. Su gesto heroico y su muleta templada devolvieron al toreo la pureza de quien resiste y renace desde la oscuridad.

Arbeláez - Colombia. Cuando las agujas del calendario señalaban el cierre de la Feria de Abril de Sevilla 2025, el cartel anunciaba un hierro mítico y un nombre con sed de resurrección: Miura y Pepe Moral. Para muchos, una combinación de épica incierta. Para él, la única forma de reencontrarse con su destino. Y lo logró. El torero sevillano, tras un año sumido en el más denso silencio de los ruedos, volvió a vestirse de luces para hablarle al mundo en el idioma del toreo eterno: verdad, entrega y conciencia.

Aquel domingo, la Real Maestranza volvió a latir como en las tardes de leyenda. El público sabía que algo especial podía pasar. No era una tarde más de toros: era una cita con la autenticidad. En el ruedo, los Miura. En el alma del torero, una cruzada personal. Moral no venía a justificar su regreso. Venía a demostrar que nunca se fue del todo. Venía a desafiar el olvido con la más pura expresión del arte taurino: la entrega sin reservas.

LA CEREMONIA DEL VALOR: ADOBERO, EL PRIMERO DE LA TARDE

El primer toro, Adobero, número 31, negro entrepelado, largo y con trapío de respeto, fue recibido por Pepe Moral con una larga cambiada de rodillas en la puerta de chiqueros. Un inicio premonitorio. El toro, codicioso y de embestida incierta, puso a prueba al torero desde el primer instante, protagonizando un salto al callejón que sembró tensión en los tendidos.

Lejos de intimidarse, Moral se mostró sereno, paciente, consciente del terreno que pisaba. Tomó la muleta con la izquierda y dibujó series templadas, mandonas, ganándole paso a un Miura que no regalaba nada. Faena de estructura clásica, asentada sobre la colocación exacta y el toque justo. Su muleta hablaba claro: aquí no había truco, sólo torería desnuda. Una estocada entera rubricó la entrega. La oreja fue el premio. El respeto, el verdadero triunfo.

EL SEGUNDO: MADUREZ FRENTE AL MIEDO

Si el primero exigió técnica, el segundo, aún más incierto, pidió el alma. Pepe Moral lo entendió pronto. Se lo brindó al cielo. A su historia. A la vida. Comenzó por doblones firmes, sin alardes, marcando el sitio con verdad. El Miura se venía con violencia a veces, con duda otras, pero Moral lo metió en el canasto a base de pulso y temple. La faena fue una sinfonía de inteligencia emocional: ni un paso en falso, ni una concesión a la galería. Faena por dentro, para quien sabe ver.

Trazó derechazos de trazo largo y naturales de gran calado, enroscándose al toro con los muslos, tocando suavemente y ligando con armonía. El silencio en los tendidos era denso, expectante. La plaza entendía que estaba viendo a un hombre peleando no sólo contra un toro, sino contra el olvido, contra la indiferencia de un sistema que tantas veces deja fuera al que torea de verdad.

La estocada fue efectiva, pero la presidenta no concedió la segunda oreja. Aun así, el público le tributó una ovación cerrada, sincera, emocionada. Porque hay tardes que no se miden en trofeos, sino en emociones. Y esta fue una de ellas.

UN TORERO QUE NO PIDE SITIO, LO CONQUISTA

Pepe Moral no necesitó triunfos artificiales. No necesitó el marketing de las figuras ni la pirotecnia de lo efímero. Él eligió el camino más duro: reaparecer con Miura en Sevilla. Y desde ahí, reconstruirse delante de la afición más exigente del mundo. Su actuación tuvo aroma de gesta y eco de torero clásico. Reivindicó, con sus muletazos y su verdad, la esencia misma de la tauromaquia: el hombre ante la muerte, con el arte como escudo.

Esa es la conciencia del toreo: saber que uno se juega más que la vida física, que se juega el alma. Y la entrega de Pepe Moral fue total. No se quedó nada en el hotel, ni en el recuerdo. Todo lo puso en el ruedo. Como los grandes. Como los que tocan el corazón de la afición.

CUANDO TOREAR ES RENACER

La de Pepe Moral fue más que una buena tarde: fue una declaración de principios. En plena era de lo superficial, su toreo habló de profundidad. En medio del ruido, eligió el silencio de la pureza. Su faena no sólo le devuelve al circuito con fuerza: lo coloca en el lugar donde siempre debió estar, entre los toreros de verdad.

Ojalá los empresarios y las ferias tengan la misma conciencia que él tuvo frente al toro. Ojalá el toreo recompense con justicia a quienes, como Pepe Moral, hacen de cada pase una verdad, y de cada tarde, un acto de fe.

Porque si algo quedó claro en la Maestranza este 11 de mayo, es que hay toreros que no necesitan modas para ser eternos. Sólo necesitan una muleta y un Miura para contar su verdad. Y la verdad, en el toreo, siempre triunfa.

Ficha del Festejo

Domingo 11 de mayo, 2025 - Real Maestranza de Caballería de Sevilla - Decimosexto festejo de abono - Toros de Miura. Desiguales de presentación y juego. 1o sin entrega, complicado y orientado; 2o noble, que le costó desplazarse; 3o fijo, ritmo, humillación, entregado y bravo; 4o sin entrega, sabía que se dejaba atrás; 5o muy exigente y 6o con poca historia. Manuel Escribano (Terno malva y oro): Silencio tras aviso y Silencio tras aviso. Pepe Moral (Terno verde esperanza y oro): Oreja y Oreja con fuerte petición de la segunda. Esaú Fernández (Terno tabaco y oro): Silencio tras aviso y Silencio.

  

 

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