
30.11.2025 07:21 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
La reciente hazaña de Alejandro Talavante en Juriquilla, donde indultó al bravo “Mi Compa” de Xajay, confirma que el extremeño atraviesa un momento de plenitud interpretativa. Su faena, de temple y hondura creciente, proyecta una promesa eléctrica sobre su próxima presencia en las ferias de Cali y Manizales. La afición colombiana puede preparar el alma: viene un torero que está toreando desde la verdad, la inspiración y el dominio.
Arbeláez - Colombia. La noche en Juriquilla tuvo el pulso de las tardes grandes. El sol ya se había desmoronado tras los tendidos cuando la plaza, casi llena hasta el aliento, aguardaba la quinta salida del encierro de Xajay. En los estribos ya se mascaba rumor de acontecimiento, pero nadie imaginó que ese instante sería el prólogo de una página dorada. La página de un torero que, cuando su inspiración emerge, hace del toreo una liturgia: Alejandro Talavante.
Lo de Talavante en “Mi Compa” no fue una faena: fue una interpretación. Una lectura íntima del toro, un diálogo silencioso donde la tauromaquia volvió a ser ese arte que no se explica, solo se siente. Desde que el de Xajay salió al ruedo con ese tranco acompasado, noble, limpio, Talavante percibió una cadencia que le pertenecía. No tardó en darle forma. Primero, el saludo, medido; después, las probaturas donde el extremeño tanteó la profundidad del animal, descubriendo un ritmo que no se enseña: se reconoce.
Con la muleta llegó la obra. Muletazos de encaje, cargados en la cadera, cosidos con un temple que hacía imposible parpadear. La faena comenzó en la suavidad y terminó en la hondura, como si el torero fuera vaciando dentro de cada muletazo pensamientos que llevaba semanas queriendo expresar. Cuando Talavante torea así, no mandan los pies ni los brazos: manda su personalidad, esa forma de decir que lo suyo es pura creación. Y esa creación fue creciendo, creciendo… hasta formar una sinfonía que el juez de plaza, obligado por la evidencia, rubricó con el indulto.
La plaza explotó. El ganadero Javier Sordo entró al ruedo y, junto a Talavante, compartió una vuelta al ruedo que sabía a vindicación, a triunfo y a mensaje: este torero está en estado de gracia. Y Colombia: Cali, Manizales, debe tomar nota.
Porque lo de Juriquilla no fue un triunfo cualquiera: fue una declaración de intenciones. Entre líneas, Talavante dijo que viene para entregar verdad, que está preparado para bordar el toreo en plazas donde la exigencia es doctrina.
Pero la corrida no fue solo suya. Diego San Román, joven pero ya sobrado de arrestos, dejó claro que quiere sitio. En el tercero, un portagayola de los que abren los ojos hasta a los incrédulos marcó su paso. Toreó con firmeza, pero el acero le negó una oreja que había ganado con mérito. En el séptimo, un toro venido a menos, logró hilvanar una faena sólida que le valió una oreja sincera, sin artificios.
Emilio de Justo tragó lo suyo. Su lote fue un compendio de asperezas, genio y pocas lucideces. Un segundo que exigía soluciones, no adornos; y un sexto desclasado que jamás entregó profundidad. El extremeño, fiel a su torería seria, dejó una faena de profesionalidad, de las que no suman trofeos, pero sí respetos.
Bruno Aloi, por su parte, lidió la cara amarga. Estuvo por encima de las condiciones de su lote. Si algo dejó claro es que tiene actitud, valor y exposición, aunque la fortuna no estuviera de su lado.
Sin embargo, más allá del reparto final, lo que quedará en la memoria de Juriquilla es el susurro de un torero que toreó a cámara lenta, con una estética que no admite imitaciones. La faena de Talavante a “Mi Compa” fue una revelación: confirmó que está toreando desde la madurez, desde la serenidad que solo tienen quienes ya han visto todos los abismos y aún, así quieren volver a asomarse.
Y ahora, ese mismo torero, ese Talavante inmenso, cruzará el mar para llegar a Colombia.
Para Cali.
Para Manizales.
Llega un torero que embiste a los toros con la mirada.
Un torero que descifra ritmos y convierte embestidas en poesía.
Un torero que está interpretando el toreo con la voz interior de los elegidos.
Prepárense las ferias: Talavante viene cantando faenas. Y Colombia está a punto de escucharlas.





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