Templanza y Poder: Cristóbal Pardo Brilla en Huancavelica

Templanza y Poder: Cristóbal Pardo Brilla en Huancavelica

09.06.2025  05:50 a.m.

Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora

En una tarde de compromiso, técnica y madurez, el torero colombiano Cristóbal Pardo conquistó una oreja de peso en la apertura de la feria taurina de Huancavelica 2025, dejando constancia de su profesionalismo, entrega y plenitud artística ante un toro exigente de Virgen de la Asunta. Su actuación fue un compendio de temple, inteligencia y valor, reafirmando su sitio entre los grandes de América.

Arbeláez - Colombia. La plaza de Huancavelica, Perú, vibró con intensidad en la primera de feria de Huancavelica 2025, una tarde en la que el diestro colombiano Cristóbal Pardo emergió como torero sólido, curtida por la experiencia y forjada en la serenidad que otorga el oficio. No fue una actuación más. Fue la expresión pura de un torero maduro, dueño de su técnica, de su temple y de su verdad.

A Cristóbal Pardo le correspondió un toro de respeto, bien armado y con transmisión, de la ganadería Virgen de la Asunta, que exigió desde el saludo capotero hasta el último muletazo. Sin alharacas ni efectismos, Pardo se plantó con firmeza desde el inicio, brindando una faena en tres tercios que fue una lección de cómo se puede imponer el mando sin perder la elegancia.

Desde el recibo con verónicas cadenciosas hasta un quite por chicuelinas que despertó ovaciones tempranas, el colombiano construyó una obra cimentada en el buen criterio, la colocación exacta y la lectura precisa del oponente. En banderillas, supo mandar en la lidia y colocar los palos con solvencia, sin dejar nada al azar. Ya con la muleta, se impuso con autoridad.

Fue en el último tercio donde la madurez de Cristóbal Pardo se manifestó con mayor elocuencia. Muletazos largos, templados, cargando la suerte y rematando atrás, dejando la muleta en la cara para ligar con limpieza. Faena de terrenos claros, dominio mental y pulso firme, que fue de menos a más hasta llegar a una serie por el pitón derecho que encendió la plaza. Su toreo al natural, profundo y medido, recordó que el arte también puede ser sereno sin dejar de ser hondo.

El epílogo vino con una estocada entera, en sitio y con efecto inmediato, rubricando con la espada lo que ya había dicho con el capote y la muleta: Cristóbal Pardo está en un momento de plenitud torera. El palco no dudó, y el público lo respaldó: una oreja de peso, de auténtico contenido, de las que marcan trayectorias.

Junto a él, el murciano Emilio Serna, también con sobrada entrega, logró pasear una oreja tras una actuación valiente, conectando con los tendidos y dejando su impronta de oficio en la arena huancavelicana.

La tarde fue un éxito en términos artísticos y de afición, pero sin duda alguna el nombre que quedó impreso en las conversaciones de callejón y graderío fue el de Cristóbal Pardo, quien demostró que la madurez no es solo cuestión de años, sino de actitud, de saber estar y de compromiso con el toro y con el toreo.

Cristóbal no vino a pasar la tarde: vino a sentar cátedra. Y Huancavelica lo reconoció.

  

 

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