
31.12.2025 07:37 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
Un encierro serio, con trapío y emoción, convirtió a la ganadería Salento en la gran triunfadora de la tarde y en el eje incuestionable de la mejor corrida de la feria. Toro a toro, con matices distintos, puso a prueba a una terna que respondió con entrega, conocimiento y verdad: Arcila desde la torería pausada, Adame desde el poder y la sobriedad, y Colombo desde el valor y la determinación, cada uno hasta donde su concepto y oficio se lo permitieron.
Cali - Colombia. La tarde quedó grabada con letras mayúsculas en la memoria de la feria porque tuvo como base lo que nunca falla: el toro íntegro. No fue una corrida más, fue la corrida, de esas que se sostienen por sí solas cuando el encierro embiste con autenticidad y obliga al torero a mostrar lo que es y hasta dónde puede llegar. La ganadería Salento, con toros bien presentados, serios de cabeza y de lámina, variados en comportamiento, pero con un hilo conductor de bravura, nobleza y exigencia, sostuvo el interés desde el paseíllo hasta el arrastre del sexto, marcando el pulso de una función intensa, emocionante y con claro aroma de feria grande.
El abre plaza dejó clara la declaración de intenciones del hierro. Un toro con trapío y cuajo, bravo y noble, aunque justo de fuerzas, casta y clase, permitió el lucimiento al torero que supo dosificarlo. Fue un animal que pidió temple y cabeza. José Arcila lo entendió desde el saludo a la verónica, llevándolo con gusto y suavidad. En la muleta construyó una faena medida, de parsimonia torera, con tandas bien hilvanadas, principalmente por el pitón derecho, siempre llevándolo cosido al engaño. La espada, con dos pinchazos y tres cuartos de acero, enfrió el resultado, pero no la impresión. Palmas tras aviso y aplausos al toro en el arrastre, primer reconocimiento al encierro.
El segundo fue uno de los toros más completos del encierro: con trapío, bravo, encastado, fijo y enclasado, de esos que elevan la tarde y exigen ambición y mando. Salento puso aquí un toro de nota alta. Luis David Adame lo recibió lanceando a favor del burel y, ya en la muleta, impuso su concepto poderoso, ligando tandas de muletazos largos, profundos, de mano baja y transmisión. Hubo entrega y autoridad, pero la suerte suprema, pinchazo, media lagartijera recibiendo y golpe de verduguillo, privó de premio a una labor importante. El toro fue aplaudido en el arrastre, confirmando su calidad.
El tercero, de lidia ordinaria, fue devuelto tras la suerte de varas por aparentes problemas de visión, decisión del Palco Alto, que sacó el pañuelo verde. El tercero bis, también con trapío, rompió la armonía del encierro: manso, de arreones, con querencias marcadas y refugio constante en tablas. Fue el único lunar del conjunto. Jesús Enrique Colombo se topó con una papeleta imposible; no hubo opción para el toreo en redondo, solo una labor firme de lidia, resolviendo con oficio y una estocada. El público pitó al toro en el arrastre, consciente de que había sido la excepción en una corrida de gran nota ganadera.
El cuarto volvió a poner a Salento en el camino del reconocimiento. Toro serio, con trapío, bravo, noble y enclasado, aunque exigente y limitado de casta, de esos que no regalan nada. Arcila lo lanceó a favor del toro, mostrando disposición y voluntad de triunfo. En la muleta buscó el acople, probó terrenos y alturas, pero el entendimiento no terminó de cuajar. Aun así, dejó constancia de su honestidad profesional. Pinchazo y estocada, con división de opiniones, reflejo de una actuación sincera ante un toro que pidió más ajuste.
El quinto, de lidia ordinaria, mantuvo la línea del encierro: toro exigente, noble y enclasado, justo de casta y bravura, pero con opciones claras para el torero que se comprometiera. Adame lo saludó a la verónica y dejó un quite por zapopinas que encendió los tendidos. En la muleta firmó una faena sobria y madura, de decisión y temple, construida con inteligencia, ligando tandas por ambas manos y entendiendo los tiempos del toro. La estocada fue efectiva y el palco concedió dos orejas, premio a una labor llevada al tendido. El toro fue nuevamente aplaudido en el arrastre.
El sexto cerró la tarde con broche de oro y consagró el triunfo ganadero. Toro con trapío, bravo, encastado, noble y fijo, con ese punto de clase que enamora al aficionado, fue premiado con la vuelta al ruedo, reconocimiento mayor para la ganadería Salento. Colombo lo recibió a la verónica y quitó por chicuelinas. En la muleta, se fue pronto y a la mano, firmando una faena de conocimiento, valor y entrega, con tandas vistosas y toreras, apretando al toro sin perder el temple. La estocada fue certera y las dos orejas cayeron al esportón, coronando una actuación de absoluta disposición.
Al final, la conclusión fue unánime: la mejor corrida de la feria. Un encierro de Salento con presentación, emoción y fondo; toros aplaudidos, uno con vuelta al ruedo, y tres toreros que, desde su capacidad, concepto y oficio, dieron lo que el toro les permitió. Cuando el toro es de verdad y el torero se entrega sin reservas, la tauromaquia no necesita explicaciones. Esta tarde, simplemente, se vivió.







