09.06.2025 05:47 a.m,
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
La última semana de San Isidro en Las Ventas estuvo marcada por la entrega sin adornos, el esfuerzo crudo y la emoción de la dificultad. Gómez del Pilar firmó una epopeya de poder y raza frente a ‘Calentito’, Esaú Fernández dejó detalles con el toro más noble, Miguel de Pablo se vació frente al lote más áspero y Alejandro Peñaranda, en su confirmación, dejó aroma de futuro ante una corrida sin entrega. San Isidro cerró su penúltima semana con más verdad que triunfo, más emoción que dulzura.
Arbeláez - Colombia. El tiempo de verdad y de toreros cabales se hizo presente en la recta final de San Isidro con una semana que puso más alma que artificio sobre el albero de Las Ventas. Dos festejos marcaron el pulso: la áspera pero vibrante corrida de José Escolar y la movilidad sin entrega del encierro de Lagunajanda. En ambas, la emoción llegó no tanto por el triunfo fácil sino por el mérito profundo. No hubo puertas grandes, pero sí puertas abiertas al respeto.
LA EPOPEYA DE GÓMEZ DEL PILAR CON ‘CALENTITO’
De raza, dificultad y verdad fue el quinto toro de José Escolar, bautizado ‘Calentito’. Un cinqueño de los que imponen desde la mazorca hasta las palas, con movilidad sobre las manos y la emoción seca del toro que exige sin regalar. Noé Gómez del Pilar firmó una lidia de poder, inteligencia y autenticidad. Desde los doblones bajo el viento, hasta el embarque sincero y la habilidad de piernas, tejió su particular ‘Ilíada’ ante la casta dura del Escolar. El embroque era largo, pero el viaje quedaba cortado por la falta de entrega, y ahí surgió el toreo con verdad: el de la lucha. Una estocada casi entera rubricó una faena que no valió por estética, sino por integridad. La oreja que paseó fue de las más rotundas en valor de toda la feria.
Antes, el primer toro de su lote, un animal deslucido, tuvo escasa entrega y buscó tablas desde el primer tercio. Cada intento de Gómez del Pilar rozaba la tragedia y sólo el macheteo logró mantener la lidia a flote. Palmas tras aviso cerraron ese capítulo.
ESAÚ FERNÁNDEZ Y LA FAENA QUE SUPO A POCO
El cuarto de Escolar fue el de mejor condición del encierro. Noble, humillado y largo por el izquierdo. Esaú Fernández lo toreó con pulcritud, especialmente al natural, pero la faena se quedó corta en emoción para unos tendidos que esperaban más. Medido y técnico, Esaú optó por el trazo ortodoxo sin buscar el giro dramático que la tarde pedía. La espada y el verduguillo prolongaron la ejecución y enfriaron el eco. División de opiniones.
Antes, con el primero, un toro a la contra, Esaú volvió a resolver con habilidad, pero sin posibilidad de lucimiento por el carácter incierto y desarrollado del astado. Silencio.
MIGUEL DE PABLO, CORAZÓN FRENTE AL MURO
El lote más duro recayó en Miguel de Pablo. Sin el rodaje de sus compañeros, enfrentó un primer toro sin recorrido ni celo, y un sexto de lámina espectacular, pero de mansedumbre manifiesta. La tarde se le fue entre la imposibilidad y la voluntad. Frente al sexto, de bellísima estampa, pero sin humillar, fue cogido de forma aparatosa en un derrote seco. Su actitud fue irreprochable, y por eso, más que reproches, hubo comprensión. Silencio en ambos.
PEÑARANDA: JUVENTUD Y POSO EN LA CONFIRMACIÓN
El día siguiente trajo la confirmación de alternativa de Alejandro Peñaranda frente a una corrida de Lagunajanda. Con poca bravura en varas, pero movilidad en la muleta, los toros pusieron a prueba más la capacidad de leer la embestida que de mandar sobre ella.
Peñaranda, de blanco y oro como manda la liturgia, cuajó su segundo toro, un castaño ofensivo, con temple y ajuste. Fue a más, ganando cada muletazo, hasta cerrar con una estocada algo desprendida que, pese a la fuerte petición, no se tradujo en oreja. Vuelta al ruedo que supo a triunfo moral.
Su primero, de buena salida, fue desinflándose tras las banderillas. Peñaranda intentó todo, pero el burel se rajó pronto. Silencio tras aviso.
ESCRIBANO Y ADAME, SIN ECO
Manuel Escribano tuvo en suerte al toro de más clase del encierro, un segundo que se empleó en varas y mostró gran movilidad. Sin embargo, el trazo en línea y los muletazos por alto no fueron el camino para un animal que pedía profundidad. El cuarto, manso con genio, llevó la lidia a los medios sin terminar de permitir ligar los muletazos. Silencio en ambos.
Joselito Adame firmó dos faenas a la defensiva ante toros que venían pronto, pero se quedaban cortos. Faenas de tanteo y poco reposo, sin calado en los tendidos. Silencio en ambos toros.
UNA SEMANA SIN TRIUNFALISMO, PERO CON VERDAD
La última semana antes de los coletazos finales de San Isidro 2025 fue una clase de toreo honrado. Donde no hubo facilidades, apareció el mérito. Donde no hubo dulzura, reinó la autenticidad. Gómez del Pilar fue el nombre propio con una oreja sin maquillaje, ganada a sangre y fuego. Esaú, con pasajes finos, y Peñaranda, con el gesto esperanzador de su confirmación, completaron una semana que en lo artístico no reventó, pero en lo taurino sí emocionó.
La emoción de la dificultad, el mérito sin disfraz y la entrega por encima del lucimiento dejaron en los tendidos de Las Ventas la sensación de que el toreo, en su versión más áspera y sincera, sigue siendo arte y epopeya cuando se torea con la verdad por delante.