06.12.2025 09:07 p.m.
Redacción: www.voyalostoros.con y www.enelcallejon.co
En una entrevista cargada de emoción y verdad, el subalterno colombiano Ricardo Santana relata su renacer tras un gravísimo percance sufrido en la plaza de Manizales. Entre confesiones de fe, recuerdos de su carrera y una sentida despedida de los ruedos, Santana deja una lección de humildad, valor y amor por la vida que trasciende el toreo mismo.
Ubaté – Colombia. Fue una conversación más allá del ruedo y del traje de luces, una plegaria hecha palabra, la que sostuvo el conductor Javier Enrique Baquero Pardo, “JABA”, director de Voy a Los Toros, durante el espacio “Hablemos de Toros con Historias de Vida”. El invitado: Ricardo Santana, un nombre que resuena con historia y valor en la tauromaquia colombiana. En el diálogo, franco, sereno, sin adornos, Santana abrió su alma para relatar una faena diferente: una lidia con la muerte y con el destino.
Santana no tardó en relatar el calvario que vivió tras el percance sufrido en la plaza de Manizales, donde un toro le destrozó el bazo, desencadenando una cadena de infecciones que pusieron su vida al borde del abismo. El parte médico era muy negativo; estaban esperando que falleciera.
En medio de la oscuridad, el subalterno encontró su luz. “Hubo alguien muy grande, mi Señor Jesucristo, y una mujer inmensa, mi esposa, que se paró en la raya cuando todo era en contra. Su fe me sostuvo.” Con la voz entrecortada, Santana confesó lo que para muchos sería un delirio: tres visiones durante el coma, la muerte rozando su alma, y luego, la salvación: una figura celestial, un arcángel con una espada, y la orden de pelear. Una lucha contra la muerte que ganó con temple y fe.
Despertó del coma parapléjico, sin poder hablar, comunicándose solo con señas junto a su esposa. Diez meses de terapia, cirugías, dolor, incertidumbre y esperanza. “Aprendí a valorar cada instante de la vida. Nosotros nos quejamos mucho por cosas insignificantes, pero cuando estás entre la vida y la muerte, entiendes que lo único importante es amar y agradecer.” Reflexionó el torero con claridad y humildad.
LA DOBLE FAENA: EL RUEDO Y LA VIDA
Su historia es un símbolo vivo de que el arte de torear no termina cuando se baja del caballo o se recoge el capote: para Santana, la plaza más dura ha sido la de la vida. No había toro, ni espada, sólo fe, coraje y resistencia. En su proceso de recuperación, trasladado a la Clínica Imbanaco en Cali, su evolución ha sido catalogada por su familia y el mundo taurino como “un renacimiento físico y espiritual”.
La oclusión de su traqueostomía comienza a tolerarse; retiraron el tubo torácico; ha iniciado alimentación por vía oral; su pulmonar mejora, su cuerpo responde. Cada rehabilitación es vista como un pase por la arena, cada fisioterapia como un par de banderillas. Esa disciplina, esa entrega, es también toreo.
Pero Santana no quiere regresar al ruedo por gloria, sino para donar su historia: un testimonio de resiliencia, de fe, de dignidad. Su nombre, ya inscrito entre los subalternos valientes, de entrega sin medida, ahora lleva además el peso, y la luz, de quien se enfrentó a lo imposible y logró volver.
CONCLUSIÓN: ENTRE EL CAPOTE Y LA CRUZ, SE FORJÓ UN EJEMPLO
La entrevista de JABA a Ricardo Santana no es una crónica más: es un testimonio de vida, un llamado a la esperanza, una ovación al valor que no se rinde. En un mundo donde el toreo a veces se mide solo con trofeos y aplausos, esta entrevista devuelve a la Fiesta su dimensión más profunda: la de hombres que se juegan el alma, no solo ante el toro, sino ante su propia fragilidad.
Santana se retira del ruedo, o así lo sugiere su voluntad expresada, pero su legado trasciende la arena. Porque el toreo no es solo lidiar reses: también es torear al destino, con humildad, temple y gratitud. Su historia nos recuerda que la faena más grande no siempre se hace con muleta y espada: a veces, se hace sobreviviendo.








